Extranjero se estrena hoy en Rosario. El documental de Alfonso Gastiaburo que “cuenta la historia de un kurdo y una argentina atravesados por las utopías, la soledad y la muerte” se proyectará a las 20:30 en El Cairo (Santa Fe 1120).

El largometraje que ya fue proyectado en el Cine Gaumont, en Buenos Aires, indaga sobre “¿Cómo sobrevive al exilio un hombre, criado entre el Islam y el Marxismo, mientras en su tierra se desarrolla una revolución liderada por mujeres? ¿Por qué una argentina se enamora de una utopía en la otra punta del mundo y es capaz de dar su vida por ella?”. Los protagonistas se debaten sobre viajar a los territorios liberados de Rojava, donde se desarrolla una revolución única en la actualidad.

El director de este filme es además guionista y montajista. Fue uno de los fundadores de La Conjura TV, un medio de comunicación alternativo urticante que trastocó la escena audiovisual rosarina a principios del milenio. Alfonso participó en diversos proyectos de contrainformación realizando documentales sobre derechos humanos y movimientos sociales. Algunos de sus trabajos sirvieron como pruebas de violaciones a los derechos humanos y presentaciones judiciales contra el Estado.

Fue co-director de Viewfinder Latinoamérica para la cadena Al Jazeera, producción que fue nominada por la International Documentary Association como mejor serie documental del 2013. También dirigió la serie de ficción La Redonda, protagonizada por Carlos Portaluppi y un gran elenco rosarino.
Su cortometraje de ficción 40 Tableros, en donde se insinúa un homenaje a la hazaña del ajedrecista Miguel Najdorf, fue ganador de múltiples premios internacionales. Actualmente se encuentra en la etapa final del documental en coproducción con México, Hijas del Maíz
.

La idea para su ópera prima documental, Extranjero se gestó hace unos años “comenzamos un proyecto documental sobre un proceso político único en la actualidad como es la revolución kurda en el norte de Siria, en los territorios liberados de Rojava. Una de las primeras ideas era mostrarla a través de la mirada de un kurdo exiliado en Argentina que volvía al Kurdistán después de más de 10 años y de esa manera relatar el fenómeno desde una mirada un poco argentina y un poco kurda. Pensábamos en una película ambiciosa, que uniera dos culturas llegando al corazón de una revolución. Eso no pasó” -confiesa.

Es que cada vez que estaban a punto de concretar el viaje surgía algún nuevo obstáculo: problemas de seguridad por el contexto de guerra en la región, problemas de visas y laberintos burocráticos con países que ni siquiera tienen embajadas en nuestro país, la demora en los fondos de la financiación y finalmente la pandemia.

“Los cambios y las imposibilidades son algo tan común en los documentales que deberíamos estar acostumbrados, pero siempre es frustrante. Así que la película fue tomando otro rumbo, se fue construyendo con retazos, con materiales que habíamos descartado de antemano, y de entender que Nathalia y Delil nos habían contado cosas muy valiosas a las que habíamos prestado poca atención”.

El director cuenta que Delil en realidad se llama Che, tiene un tercer nombre, el nombre turco que le imponen a toda familia kurda en el documento de identidad. “Ese nombre jamás se pronuncia en la película. Che fue el nombre que le puso su padre deseando que se pareciera al Che Guevara, era el nombre que solo se usaba dentro de la casa, nunca afuera, y tal vez, uno de los motivos para elegir Argentina cuando tuvo que exiliarse”. Aquella misión que le imponía su nombre, ese mandato de lucha se problematiza a lo largo de la película, Delil siente el llamado a participar de la revolución que se está desarrollando en Rojava y la propia Nathalia se siente seducida de participar de esa gesta heroica. Extranjero aborda entonces el problema de las utopías y nuestra relación con ellas. “Delil y Nathalia todavía sueñan, pero viven con la sensación de ser extranjeros, no de un país, sino de su propia historia; esa es una interpretación muy personal (arriesga Gastiaburo) pero es una sensación con la que me siento muy identificado».

A partir de la imposibilidad de viajar a rodar en Irak y Siria el grupo de trabajo comenzó a “construir una película distinta, basada en la historia de Delil y de lo que significaba para él que había militado toda su vida, pagando costos enormes por su compromiso, que algo cercano a una utopía se comenzara a concretar en su tierra. Al mismo tiempo, la historia de Nathalia complementa un poco esta perspectiva, ella es argentina, uno de sus hermanos fue asesinado por la dictadura, se formó en el peronismo y casi de casualidad, viajando por Turquía, se encuentra con este proceso político que la cambia profundamente y le hace cuestionarlo todo. Así que otra pregunta que ronda la deriva del documental es ¿Por qué una argentina se enamora de una revolución, en la otra punta del mundo, con la que no tiene ninguna relación?”.

“Allá, en un territorio muy lejano, hay algo que los atraviesa ambos y que de alguna manera fue mi primera motivación para hacer esta película” -desliza el director.

“En Rojava late la posibilidad de otra forma de vivir y de pensar la sociedad. Ya sabemos que estas experiencias tienden a terminar sumergidas en guerras eternas que condenan al fracaso a cualquier propuesta que cuestione a nuestras democracias de baja intensidad y las falacias asociadas a ellas. Creo que en la película, o al menos en la forma en que la fuimos pensando, sobrevuela una sensación de extranjeridad que poco tiene que ver con las geografías”.

La joven productora de la ciudad de Rosario, Cinespuma, dedicada al desarrollo y producción de proyectos cinematográficos, documentales y ficción fue quien llevó adelante el trabajo. La producción estuvo a cargo de Ana Taleb, la cámara de Pablo Mártinez, el sonido de Alan Valsangiácomo y en algunas jornadas Jimena Chávez; con Diego Mártínez haciendo un poco de todo, desde cámara a postproducción, el montaje estuvo a cargo de Verónica Rossi, las animaciones son de Estefanía Clotti, la música de Martín Delgado, la edición de sonido de Santiago Zecca y el diseño del Faca, Fabricio Caiazza. Mucho trabajo y experiencia rosarina y santafesina puesta en acercar una historia que dialoga con nuestros propios sueños colectivos.

Alfonso Gastiaburo está terminando Hijas del maíz, un largometraje coproducido con México y que viene filmando en Chiapas desde hace unos años. Además está editando Igualada, una película sobre Francia Márquez, dirigida por Juan Mejía y está escribiendo una película junto a Virginia Ducler.

Su primer largometraje documental, Extranjero se proyectará en el El Cairo (Santa Fe 1120) en tres oportunidades, hoy, el próximo jueves y el sábado 26/11. Las entradas se consiguen en el mismo cine.

 

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