A más de un año del allanamiento sin orden ni testigos y en una causa plagada de irregularidades, Nadia Schujman será imputada por supuesto espionaje ilegal. Se espera un gran acompañamiento de organismos de DDHH, sociales, sindicales y políticos.
El viernes 26 de noviembre de 2021, Nadia y sus compañeros del Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe empezaban a despedirse porque ese sería el último de sus días de trabajo en esa oficina ubicada en la Sede de Gobierno. En horas del mediodía, sonó la puerta y, cuando se abrió, una empleada alcanzó a decir “un allanamiento”. Acto seguido, cuatro policías del Organismo de Investigación (OI) irrumpieron en el lugar y arrasaron con todo lo que pudieron. Nadia, entonces, abogada ella y acostumbrada a escuchar relatos ajenos de situaciones similares, reaccionó y preguntó por la orden de allanamiento que por supuesto no existía, como tampoco la presencia de testigo alguno. Ese día empezó un calvario que recién ahora, el próximo martes, empezará a tener algo de legalidad y de derecho a la defensa ya que Nadia, militante de Hijos Rosario y querellante en causas de lesa humanidad desde el inicio de los juicios en la ciudad, fue citada a audiencia imputativa por el supuesto delito de espionaje ilegal. Delito que hasta el momento no cuenta con prueba alguna que lo fundamente pero sí con el apuntalamiento servicial de medios de prensa que se encargaron de llenar páginas de diarios y horas de radio y televisión con rumores, audios y testimonios de poco asidero pero que logran el objetivo perseguido: instalar un relato en la opinión pública, condicionar al Poder Judicial y condenar mediáticamente a una funcionaria que osó molestar al poder real.
Nadia nunca está sola
“Estoy tranquila porque no cometí ningún delito. Quiero que me digan de una vez cuál es el delito y cuál es la prueba que lo fundamenta para poder empezar a defenderme”, dice Nadia a horas de poder empezar a defenderse de algo que ya está instalado en la opinión pública hace un año. “Me imagino que va a pasar lo que viene pasando con esta causa, no puedo esperar otra cosa a esta altura: va a ser una infamia, la construcción de un relato, la tergiversación absoluta de los hechos, todo sin demasiados sustentos pero que va a dar lugar a que puedan continuar con operaciones de prensa que le van a servir para la campaña a distintas personas”, asevera Schujman, que tenía la posibilidad de declarar por zoom desde Rosario pero prefirió estar presente el martes 29 en la Fiscalía Regional de Santa Fe, de avenida General López y Saavedra de la capital provincial, porque quiere “mirar a la cara” a los fiscales que la persiguen y que ellos la “miren a la cara y me digan de qué me acusan, porque yo no tengo nada de qué avergonzarme. Ellos deberían avergonzarse por lo que hacen”.
“Es difícil defenderse cuando la legalidad no está vigente y no hay reglas a las que uno pueda atenerse”, confiesa la abogada, y detalla: “Uno se defiende en el plano jurídico señalando, como venimos haciendo y lo seguirá haciendo mi abogado, las nulidades, las irregularidades, esperando que alguna vez un juez escuche y haga valer la ley. Y en el plano político, por suerte cuento con el apoyo de cada vez más compañeros y compañeras y de a poco se va tomando conciencia de que el tema no es defenderme a mí, sino que van por todo, cuanto más límites dejemos que se pasen, más compleja es la situación y la coyuntura”.
La referente de Hijos Rosario se mostró indignada por “la ventilación de la vida privada de alguien” y por el hecho de que “la extracción de un teléfono de más de dos años esté circulando por una cantidad determinada de personas que nada tienen que ver con lo que se investiga en la causa y que partir de esos audios se construyan relatos” y cuenta anonadada: “He llegado a ver el armado de diálogos que no existían. Llegaron a tomar un audio de una conversación y otro de otra y con eso construyeron conversaciones ficticias, ¡y no pasa nada! Pero después se escandalizan con cualquier pavada dejando al descubierto la evidente doble vara y el armado de una operación tras otra. Es muy difícil defenderse de eso porque justamente se instala un relato en la opinión pública, te juzgan mediáticamente y se condiciona al Poder Judicial”.
Igualmente, Nadia tiene banca, algo que quedó demostrado con las múltiples muestras de apoyo, entre ellas la del secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla, y de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados nacional. “Por mi militancia de tantos años, muchas personas me conocen y saben que soy incapaz de cometer los delitos de los que me acusan. Y porque también ven y conocen a las personas que están del otro lado en esta causa, y cuando uno ve quiénes son los querellantes entiende también lo que sucede, y por qué sucede, y los intereses que están en juego que nada tienen que ver con lo judicial. Lamentablemente el Poder Judicial está siendo meramente un instrumento de contiendas políticas”.
“A Nadia los poderes concentrados no le perdonan que haya encarcelado a los genocidas y develado los nexos de la policía con el crimen organizado”, dice el comunicado de la red nacional de Hijos. “La persecución a Schujman obedece a su trabajo en el Ministerio de Seguridad para desarticular el entramado mafioso santafesino y sus vínculos con sectores de la política, el Poder Judicial y la Policía de la provincia”, sostuvieron desde el Colectivo Nacional Mario Bosch de abogados querellantes en las causas por crímenes de lesa humanidad en la Argentina. “Nadia Schujman es perseguida y hostigada desde hace un año por su labor en el Ministerio de Seguridad, donde trabajó en el control político y civil de la Policía santafesina y en desarticular un entramado mafioso enquistado en diversos sectores, políticos, judiciales y mediáticos de la provincia”, aportaron desde el Foro contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe, que integran Madres de Plaza de Mayo, Hijos, Familiares de Desaparecidos y otros organismos de derechos humanos, y convocaron a movilizarse el próximo martes 29 “frente a la Fiscalía Regional de Santa Fe”.
Ni orden ni testigos
Cuando repasa lo ocurrido aquel 26 de noviembre, Schujman remarca la cantidad de irregularidades cometidas. “Yo estaba con mi compañero Diego Rodríguez, que era el subsecretario y que también va ser imputado, y otras compañeras despidiéndonos porque era nuestro último día. Golpearon la puerta y una empleada alcanzó a decir «un allanamiento» y atrás de ella se abalanza un grupo de policías del Organismo de Investigación, y me arrebatan el teléfono de la mano mientras gritaban mi nombre. En paralelo escuchaba que otros grupos entraban a otras oficinas gritando el nombre de Germán Montenegro, de Pablo Álvarez, y comenzó un allanamiento que duró 7 horas en las que no se privaron de nada. Se llevaron papeles, computadoras, discos extraíbles, objetos personales, libretas, teléfonos, y hasta me obligaron a sacar las cosas de la cartera para revisarla. Cuando logré reaccionar, porque por más que una es abogada una situación así paraliza bastante, pregunté por la orden de allanamiento, lo más básico de lo básico, y los policías me admitieron que no había y que cualquier cosa fuera a hablar con los fiscales. Salí y estaban Ezequiel Hernández y Mariela Jimenez y ante mi reclamo Hernández me respondió que no necesitaba orden porque se trataba de una oficina pública”.
No hace falta saber Derecho para darse cuenta que ese argumento permitiría ingresar a dicho espacio a buscar papeles determinados o archivos de una computadora pero de ninguna manera violar la propiedad privada de las personas que allí estuvieran presentes.
“También quedó constancia y está reflejado en las actas que por orden de los fiscales el allanamiento se realizó sin testigo alguno”, continúa relatando Nadia, y desliza: “Eran las 12.30 del mediodía, en casa de Gobierno, en pleno centro, no era tan difícil encontrar dos personas para que fueran testigos. Evidente y deliberadamente ellos no querían testigos. Cuando terminó todo ya era de noche, cuando salí estaba lleno de periodistas apostados por toda la casa de Gobierno y ahí me enteré que hacía horas que en los medios ya se hablaba de «espionaje ilegal». No quedaban dudas de que estaba todo armado”.
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