Las negociaciones salariales empiezan a marchar en caliente y en año electoral, con acuerdos cortos como en 2022. Desafíos en el camino: revertir la precariedad laboral y bajar la inflación. El crecimiento que merma y la mejora socioeconómica para las mayorías que no arranca.

Que los salarios e ingresos familiares se ubiquen por encima de la inflación continúa siendo una aspiración y un desafío. Que los precios se moderen, también. Objetivos que, en primer lugar, se vuelven imperiosos para las mayorías populares. Y en segundo, esa mejora en la capacidad de compra, sobre todo para sectores que peor la pasan, base electoral del oficialismo, puede que le permita al Frente de Todos afinar sus chances rumbo a los comicios de octubre, donde se definirá quién conducirá los destinos de la Patria a partir del próximo 10 de diciembre.

La derecha nativa, entregada a los poderes fácticos y a las aves de rapiña que revolotean por el planeta Tierra, promete en campaña una desembozada restauración conservadora, con reformas laboral, jubilatoria, sindical en perjuicio de los derechos de los trabajadores. Entre otras tantas y en un contexto de creciente desigualdad socioeconómica. Esa derecha cada vez más ultra se relame frente a las limitaciones, obstáculos, imprevistos e incapacidades que tuvo la gestión de Alberto Fernández al momento de resolver problemas, que en buena medida esa misma derecha generó y/o agravó entre 2015 y 2019.   

En el Presupuesto 2023 que aprobó el Congreso se estima que la inflación descendería del 95 por ciento que clavó en 2022 al 60 por ciento este año. El ministro de Economía Sergio Massa, con su programa de estabilización, ordenamiento y ajuste fiscal, asegura que puede cumplir con la meta de domar los precios y rebajar al 3 por ciento mensual (hoy ronda el 5), y a la vez apaciguar tensiones financieras, con la política bailando la danza de las urnas. El superministro quiere encuadrar las paritarias del año en curso en el rango que se proyecta la inflación, es decir al 60 por ciento, aunque los gremios aspiran a recuperar porciones perdidas de una torta mal repartida.

En el último trimestre del año pasado, varias negociaciones salariales en el sector registrado, aunque siguen siendo anuales, adoptaron una nueva mecánica, alentada por el propio gobierno al mismo tiempo que desplegaba una política de refuerzos y bonos, con renegociaciones, acuerdos cortos, revisiones, parches, y con diferentes resultados.

Esta reapertura de paritarias entre octubre y diciembre como respuesta a la estampida de los precios permitió recortar pérdidas del poder adquisitivo y en algunos casos hasta ganarle a la inflación de 2022, con aumentos salariales que llegaron al ciento por ciento. Muchos de los mismos trabajadores y trabajadoras que, muy bien por ellos y ellas, tienen la posibilidad de irse de vacaciones.

Por momentos pareciera imperar la famosa teoría económica del derrame, media noventosa. En un país con unos seis millones de trabajadores fuera del sistema formal y alrededor de la mitad de la población bajo la línea de pobreza.

Pelea de bolsillo

La carrera entre precios y salarios vuelve a girar en la mesa de discusión paritaria. Las primeras cinchadas salariales del 2023 comenzaron en caliente. Los desenlaces en el inicio de la ronda de negociaciones colectivas de trabajo vislumbran que sigue la misma tónica de acuerdos trimestrales o semestrales. La pelea entre capital y trabajo, hasta el momento, tiene un claro ganador y no hace falta aclarar quién es.

Choferes de colectivos, bancarios, empleados de comercio, mecánicos, aceiteros y estatales ya pusieron primera. Se sabe que la paritaria de los mercantiles, la más grande del sector privado, con un gremio que cuenta con 1.200.000 afiliados, marca la temperatura del resto de los arreglos salariales y también hace de faro para otros sindicatos.

Por caso, la Federación de Empleados de Comercio abrochó días atrás una revisión salarial hasta abril próximo del 23 por ciento en dos tramos. En el caso de los mecánicos de Smata, firmaron un aumento de haberes para el primer trimestre de 2023 de poco más del 18 por ciento, que anualizado supera ahí nomás el parámetro del 60 por ciento al que apuesta el gobierno para el año 23.

Paritarias 2022

El Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) elaboró un informe donde analiza cómo cerraron las paritarias de las principales ramas de actividad en 2022, tomando el año calendario.

“Al mes de agosto, sólo tres de los diez convenios monitoreados le ganaban a la inflación en el transcurso del 2022. Los meses siguientes se dio un proceso de renegociación paritaria gracias al cual seis de los convenios terminaron el año por encima del salario real que tenían en diciembre del 21. En tanto, nueve de diez convenios consiguieron mejoras del salario real entre diciembre y septiembre. Esas renegociaciones también contemplan incrementos para los primeros meses de 2023 en torno al 6 por ciento mensual”, se destacó en el reporte.

“Los gremios que lograron mejores condiciones salariales frente a la inflación durante 2022 son los trabajadores Hoteleros y Gastronómicos (+15,9 por ciento real), los del Transporte de corta y media distancia (+10,9) y los empleados de Comercio (+6,1). Los trabajadores de la Construcción registraron un incremento del 2,6 por ciento real a diciembre del 22, mientras que los trabajadores de la Sanidad obtuvieron un aumento del 1,6 por ciento. El salario mínimo nacional docente garantizado también registró un aumento del 1,2 por ciento real a diciembre del 22”, continuó el informe del Ceso.

“El gremio que más perdió en el salario básico respecto de la inflación durante 2022 fue Camioneros (-6,5 por ciento real a diciembre del 22). En este caso, el acuerdo paritario de Camioneros les permitió –con altibajos– mantener el poder adquisitivo en términos reales hasta el mes de junio pero luego perdió todos los meses respecto de la inflación. Luego le siguió Alimentación (-4,8 por ciento), Bancarios (-3,2) y el gremio de Metalúrgicos (-1,7 real a diciembre del 22)”, se enumeró en el documento sobre empleo e ingresos.

En el citado informe económico se señaló que “en el caso de los bancarios, deben discutir en breve la pauta salarial para este año y en el caso de camioneros tienen aumentos previstos en torno al 6 por ciento mensual hasta el mes de junio. Si la inflación se ubica por debajo de eso, conseguirán así mejorar su poder adquisitivo”.

El relevamiento del Ceso concluyó: “Al analizar la evolución a lo largo de todo 2022 de los gremios mencionados, se observa que la aceleración inflacionaria de junio y julio implicó que al mes de agosto muy pocos gremios se ubicaran por encima de la inflación. La posterior renegociación mejoró la situación aunque lo perdido esos meses no se recuperó”.

Movidito, movidito

En diferentes entrevistas, donde buscó levantar su perfil de “piloto de tormentas” y sacar chapa de candidato mientras se juega una parada difícil y repleta de interrogantes, Massa repitió: “La recuperación del salario será con paritarias y una baja de la inflación”.  

Sostener la actividad económica pese a la falta de dólares, reforzar reservas del Banco Central, seguir con medidas para cumplir con las metas establecidas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional con el impacto negativo que esto conlleva en la vida cotidiana de la gente también se destacan en el radar del ministro de Economía, quien días atrás sorprendió con su anuncio de recompra de bonos soberanos como una medida para mostrar relativa solvencia y desinflar expectativas devaluatorias.

Hay sectores del establishment voraz, del poder económico concentrado, que dan una palmadita en la espalda a Massa que también tiene sus propios sponsors mientras trabajan día y noche para presionar al dólar y sus variadas cotizaciones y forzar así una megadevaluación antes de las elecciones. Algunos con trato preferencial, como el complejo agroexportador, que espera el “dólar soja 3”. Sin perder el tiempo, en pleno enero, estos mismos sectores presentaron “la corrida del verano”, algo así como un elíptico homenaje al histórico animador y locutor Muñeco Mateyko, que de movidas veraniegas sí que sabía.

Son sectores que pisan fuerte en el mercado financiero y son especialistas en maniobras especulativas. Están expectantes de lo que vaya a suceder en las elecciones de octubre, con la esperanza de tener un gobierno de otro signo político más afín a sus intereses, sin que con el actual les haya ido tan mal. Se trata de grandes empresas y fondos de inversión que poco se inquietan frente a problemas cotidianos, como el alto índice de inflación que el superministro intentará suavizar en este año electoral. En enero los precios de los alimentos volvieron a acelerar, impactados por las subas de tarifas de gas y luz y en los surtidores de combustible. 

Muchos de esos mismos sectores del poder económico también boicotean el plan Precios Justos porque resisten la continuidad del programa. El gobierno no logra disciplinar a los formadores de precios. Arcor, Fargo, Molinos Río de la Plata son grandes compañías del rubro alimenticio y las que menos cumplen con lo firmado, desabastecen y remarcan de forma arbitraria.

Inflacionados

Argentina ganó la copa del mundo, claro que sí, pero el salario promedio real no le ganó a la inflación en el año 2022. No son tantos los gremios que pudieron cerrar acuerdos paritarios anualizados unos puntitos arriba del índice de precios al consumidor, que, como se dijo, terminó el año rozando los tres dígitos, con 95 por ciento, la inflación más alta desde 1991.

A la par, la variación de la canasta básica alimentaria, que se compone de alimentos y bebidas que satisfacen requerimientos nutricionales, cuya composición refleja los hábitos de consumo de una población y fija la línea de indigencia, fue cercana a 104 por ciento en términos interanuales, según datos del Indec. En tanto, la inflación del supermercado en la provincia de Santa Fe, informó el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, fue en 2022 de casi el 98 por ciento.

Los salarios están en la actualidad unos veinticinco puntos porcentuales por debajo de 2015. Con Macri, la poda en la capacidad de compra fue de veinte puntos. Entre octubre de 2021 e igual mes de 2022 se sumó otro 5 por ciento de caída salarial para trabajadores registrados.

La economía argentina acarrea el lastre del modelo neoliberal que encarnó el macrismo, en particular la deuda-bomba de 45 mil millones de dólares con el FMI, organismo que monitorea nuestra economía en un contexto regional e internacional de desaceleración del crecimiento económico, especulación con los precios de bienes y servicios, ajuste en el gasto público, menor consumo popular y recortes en inversión, en medio de avanzadas golpistas de la derecha, más una guerra ruso-ucraniana que parece lejos del fin.

En una entrevista concedida a la agencia The Associated Press, el Papa Francisco se mostró preocupado por este escenario que se replica a escala mundial, sobre todo por la situación social que vive su Argentina, alarmado por los niveles de pobreza y una inflación de la hostia, “impresionante”, según consideró el jefe de la Iglesia católica. Ya va siendo hora, entonces, de empezar a reparar todo lo roto.

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