
Los salarios llegan a las urnas corriendo detrás de los aumentos de precios ¿Cuánto pesará el deterioro que sufren los bolsillos de los sectores populares en la compulsa presidencial? ¿Qué propuestas políticas y económicas suenan en la campaña?
A tres semanas de las Paso nacionales, la pelea política en la campaña se da en un contexto socioeconómico frágil, precario.
Atentos a la renegociación con el Fondo Monetario Internacional en busca de un nuevo acuerdo por la monumental deuda que contrajo Mauricio Macri, pulseando por la administración de los dólares en una economía bimonetaria, las y los principales candidatos, por momentos, aparecen como desentendidos de realidades cotidianas de las mayorías populares, quienes hacen malabares para poder comprar lo básico cada vez que pisan un supermercado o almacén.
Correr todo el tiempo detrás de los aumentos de precios genera descontento, enojo, preocupación: un malestar que se descarga siempre primero en la política, antes que en las empresas remarcadoras o factores de poder (grupos económicos y financieros, medios de comunicación hegemónicos) que tensan el mercado cambiario en busca de una corrida desestabilizadora como prólogo de la contienda electoral.
El economista Lavih Abraham analizó la distribución territorial del voto a intendente en Rosario en las primarias: más allá de lo dificultoso que todavía resulta el sistema de boleta única para una parte del electorado, el voto blanco y nulo aumenta notablemente en los barrios populares, más alejados del centro, y en la periferia de la ciudad.
Si bien la economía está presente en la agenda preelectoral, y no sólo porque el ministro de Economía de la Nación es precandidato a presidente, la mayoría de las y los postulantes tocan el tema de la inflación muy por arriba o proponen soluciones fáciles para una cuestión compleja, o directamente no lo mencionan.
“Estabilizar la dinámica inflacionaria será el principal desafío que enfrentará la fórmula presidencial que asuma el 10 de diciembre”, se subrayó en un informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso). Según diferentes encuestas, la inflación sigue liderando el listado de preocupaciones que tienen las y los argentinos en la actualidad.
Tres dígitos
La inflación no espiraliza, pero sigue alta. El índice de junio, del 6 por ciento, mostró una desaceleración en la suba (había sido de 7,8 en mayo y 8,4 en abril). Estiman que la inflación de julio también rondará el 6 por ciento. La rebaja inflacionaria coincide con una caída de la actividad económica, impactada por la sequía, y se combina con una merma en el consumo popular.
Según publicó el Indec, la división de mayor aumento en junio fue Comunicaciones (10,5 por ciento), producto de la suba de servicios de telefonía e internet. Le siguieron Salud (8,6) –por aumentos en medicamentos y en las cuotas de empresas de medicina prepaga– y Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (8,1), principalmente por subas en las tarifas de servicios públicos. El menor nivel general de incremento de precios del mes pasado se explicó, a diferencia de otras veces, por los rubros alimentos y bebidas, y prendas de vestir, que treparon en promedio un 4 por ciento.
Sin embargo, al interior de la división Alimentos, los que mostraron mayor impacto fueron productos de la canasta básica alimentaria. Por eso es casi imperceptible en los bolsillos de las mayorías la aludida desaceleración inflacionaria. Pan, cereales, fideos, arroz, galletitas, leche, otros productos lácteos, huevos, pescado, subieron arriba del 10 por ciento en junio. La papa aumentó 24,7 por ciento, la yerba mate cerca del 17 por ciento y el azúcar subió casi 34 por ciento.
A partir de los últimos datos oficiales, la inflación alcanzó un incremento interanual que ronda el 115 por ciento, con la consiguiente y sostenida pérdida en el poder adquisitivo de salarios e ingresos y aumento de la pobreza (43 por ciento, según el último dato de la Universidad Católica Argentina, y sin la devaluación que viene exigiendo el FMI, y el gobierno del ex FdT resiste).
El Indec informó días atrás que la canasta básica con la que se mide la pobreza aumentó 6,7 por ciento en junio, es decir por encima de la inflación general. Una familia de cuatro integrantes necesitó 232 mil pesos al mes (sin contar el pago de un alquiler) para no ser pobre. En tanto, la variación mensual de la canasta básica alimentaria fue de 5,2 por ciento. Con lo cual, una familia necesitó 104 mil pesos para superar el límite de la indigencia. La canasta que mide la indigencia se incrementó un 124 por ciento en los últimos doce meses. La inflación afecta con mayor dureza a la franja social más vulnerable.
“No se olviden de las y los pobres”, pidieron los curas villeros. “Los derechos humanos hoy son ineludiblemente derechos sociales. La democracia no debe dejar a nadie afuera, debe incorporar a todos, especialmente a los rotos. No abundan las propuestas concretas que expresen vocación de transformar. Las y los más pobres se volvieron casi invisibles para la agenda política y mediática, cuando no son objeto de declaraciones insensibles que denotan violencia y aporofobia (fobia al pobre)”, reflexionaron los religiosos en una carta que se publicó el pasado 9 de Julio, a propósito de la fecha patria, a 40 años de la vuelta de la democracia y en el medio de la campaña electoral.
Bolsillos rotos
El Índice de precios al consumidor acumuló más de 50 por ciento en la primera mitad del año. En ese mismo lapso, el salario mínimo que debe percibir una trabajadora o un trabajador, que llegará a 118 mil pesos recién en septiembre, tuvo un incremento del 42 por ciento, es decir ocho puntos menos que la inflación. Y si se lo coteja con la canasta básica alimentaria, la caída en el poder de compra del haber mínimo ronda el 15 por ciento.
“El poder adquisitivo del salario mínimo, vital y móvil continúa mostrando una tendencia negativa. La pérdida de poder adquisitivo resultó particularmente fuerte en los dos últimos años del gobierno de Mauricio Macri, cuando fue de alrededor del 25 por ciento, así como en 2020 en el marco de la pandemia, cuando se perdieron casi diez puntos porcentuales adicionales. Esta caída ha sido incluso superior a la pérdida real de los salarios registrados”, señalaron desde el centro Cifra, dependiente de la CTA de Hugo Yasky.

“Desde 2021, a pesar de las continuas instancias de actualización y ante la elevada inflación, no se logra una recuperación de su poder de compra”, indicaron desde Cifra. En el informe se contrastó que en junio el salario mínimo real se ubicó casi 36 por ciento por debajo del promedio del año 2015 (final del gobierno de CFK); es decir que se perdió más de un tercio de capacidad de compra. En comparación con diciembre de 2019, mes de inicio de la gestión actual, se ubica 14,4 por ciento por debajo. En efecto, actualmente se necesitan más de dos salarios mínimos para cubrir la canasta de pobreza.
Festejar el empate, ¿alcanza?
“El empleo llegó a pisos históricos, pero su principal impulso parte de una necesidad: más integrantes de las familias tienen que buscar trabajo para compensar la caída de ingresos”, se lee en el último documento que difundió el Cetyd, Centro de investigaciones laborales de la Universidad Nacional de San Martín (Gran Buenos Aires). El aumento de la población ocupada se nutrió de la expansión del empleo informal. Frente a un escenario de mucha incertidumbre, el objetivo de máxima de la mayoría de la población quedó reducido a “sostener el empate”, se consideró.
De acuerdo al informe de coyuntura del Cetyd, los sectores más acomodados de la población y algunos segmentos de trabajadores lograron preservar sus ingresos y, en los mejores casos, obtener un diferencial. Los hogares más vulnerables sostuvieron ingresos vía políticas sociales y jubilaciones (sobre todo jubilación mínima, que tuvo incrementos adicionales) y trató de compensar la importante caída que tuvieron sus ingresos laborales, que provienen generalmente de trabajos precarios e inestables.
Los que perdieron feo son los sectores medios y medios bajos, entre los que se encuentran trabajadores formales con paritarias más rezagadas y los “anteúltimos”, trabajadores precarios de hogares pobres o que se encuentran apenas por encima de la línea de pobreza; que están por fuera de la cobertura de las normas laborales y la representación sindical; y donde en general no llegó la atención del Estado ni la intervención de las organizaciones sociales.
Asimismo, en el documento del Cedyt se destacó que trabajadores informales y cuentapropistas tienen menos mecanismos para empatarle a la inflación, por lo tanto el aumento de sus ingresos corre por detrás. En los últimos años, Argentina consolidó un escenario muy peculiar que combina expansión de la economía (aunque ya se nota el frenazo), crecimiento sostenido del empleo y aumento de la pobreza.
Ejes e ideas
El Ceso elaboró un informe sobre la política económica de los principales candidatos. “En una elección marcada por el corrimiento del eje político hacia la derecha, el ex Frente de Todos terminó por decidirse por el candidato que más se acerca a los intereses del establishment. Orden fiscal, superávit comercial, competitividad cambiaria y desarrollo con inclusión son algunos de los ejes de discurso del principal candidato de Unión por la Patria. Sectores vinculados a la explotación y exportación de recursos primarios parecen ser los elegidos como privilegiados con el objetivo de generar divisas para pagar deuda externa”.
Sergio Massa, pronto a cumplir un año como superministro de Economía, saca chapa de haber evitado una catástrofe y de estabilizar. “Nuestro primer desafío es mejorar el salario de los trabajadores”, reconoció días atrás en un acto en la CGT, a la vez que prometió “pelear contra la inflación”. El ministro-candidato, que se presenta como un cambio dentro del oficialismo, tiene un objetivo centrado en conseguir un adelanto de los desembolsos del FMI previstos para el segundo semestre, y así contar con dólares para calmar a las fieras devaluadoras. El Fondo, como siempre, reclama más ajuste en medio de las negociaciones.
“En la interna de Unión por la Patria emerge con un papel menos preponderante Juan Grabois. Con un planteo explícito de romper con el FMI, encarna la mirada más distribucionista de la actual alianza gobernante”, dice el informe del Ceso elaborado por los economistas Federico Zirulnik, Aldana Montano y Cristian Berardi. Entre otros ejes e ideas, Grabois, que se identifica como humanista, habla de tierra, techo y trabajo, y de defender recursos naturales.
Mirando al otro lado del meridiano de Greenwich, desde Ceso señalaron que Juntos por el Cambio llega a las Paso nacionales con dos fórmulas presidenciales que comparten el mismo programa económico. Ambos discursos apuntan a un fuerte ajuste del gasto público, una reforma tributaria, flexibilización laboral y la unificación del mercado cambiario. Además, agitan el espectro privatizador de los noventa.
En rigor, Aerolíneas Argentinas, una empresa símbolo, es motivo de debate preelectoral entre oficialismo y oposición. Al cumplirse quince años de la recuperación de la línea de bandera, la vice CFK y el ministro-candidato Massa se mostraron juntos en un acto de campaña, presentaron un nuevo simulador de vuelo y defendieron a la compañía estatal, mientras la oposición promete privatizarla.
En coincidencia con Massa, el crecimiento de las exportaciones primarias es el sector productivo a promocionar por JxC. Por otra parte, en temas sensibles, como inflación y salarios, la mayor coalición opositora hace agua, ya que los actuales problemas de ingresos se intensificaron fuerte durante el gobierno macrista. Igual hablan de hacer lo mismo pero más rápido. Y si no cuentan con respaldo político y social para plasmar sus políticas económicas, será ajuste a los palazos, con represión y criminalización de la protesta, como se ve en Jujuy.
Por su lado, la propuesta económica de La Libertad Avanza (LLA) se sustenta en las recomendaciones de la teoría monetarista más prehistórica, que incluso ha quedado obsoleta para el pensamiento mainstream contemporáneo, anotaron desde el Ceso. En el plan económico del ultraderechista Javier Milei se destaca la propuesta de dolarizar, contempla además un fuerte recorte del gasto público, la privatización de empresas públicas, reforma tributaria, flexibilización laboral, desregulación financiera y apertura comercial unilateral, en cierta consonancia neoliberal con JxC. De acuerdo a las últimas elecciones provinciales, Milei parece tener cada vez menos adeptos.
“Estabilizar la dinámica inflacionaria será el principal desafío que enfrentará la fórmula presidencial que asuma el 10 de diciembre. Como se observó en los últimos cuatro años, no hay paritaria que alcance si la dinámica inflacionaria se acelera. A su vez, la necesidad de recomponer la fortaleza del peso –al menos para las alianzas que desean mantener la moneda nacional– resulta un punto clave”, se destacó en el documento del Ceso.
“El otro desafío en común que tendrá cualquier alianza –continuó el análisis económico de la campaña en curso– es el alto nivel de endeudamiento y la gran cantidad de vencimientos de deuda externa que nuestro país enfrentará en los próximos años. Renegociar o refinanciar tanto la deuda con el FMI como con el sector privado será inevitable”.
Entre el FMI y la inflación, el nuevo gobierno deberá arbitrar en las crecientes pujas sectoriales y distributivas. Para ello, consideraron desde el Ceso, urge recomponer salarios y mejorar la distribución del ingreso.
Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 22/07/23
¡Sumate y ampliá el arco informativo! Por 1000 pesos por mes recibí todos los días info destacada de Redacción Rosario por correo electrónico, y los sábados, en tu casa, el semanario El Eslabón. Para suscribirte, contactanos por Whatsapp.