El regodeo oficial explícito del daño que ocasionan las medidas del gobierno libertario y el aval en las redes de esa conducta son síntomas inquietantes de la descomposición social en curso. Su correlato en la política es inevitable.

Si existe una característica que distingue al experimento anarcolibertario de sus predecesores liberales es la ferocidad con que el presidente Javier Milei como casi todos sus adherentes hacen público su ideario. No es que digan la verdad, como algunos destacan, sino que acometen con sus medidas y enunciados en modo desfachatado y cruel, como nunca se vio.

Los liberales del siglo XIX, sus sucesores del XX y los neoliberales de la presente centuria disimularon –cuando no falsearon– sus objetivos, sus metodologías, intentaron enmascarar su codicia, en nombre de ideales superiores, aunque se vieran las enaguas de sus ramplones fines.

Desde el comienzo de su gestión, Milei y casi todo su gabinete han llevado adelante medidas de carácter dramático, afectando los ingresos, la salud y el futuro de millones de personas. Sus condiciones laborales, sus jubilaciones, acceso a la educación y salud públicas, fueron arrasadas en pos de alcanzar el equilibrio fiscal, explicitado como el origen de los males económicos de la Argentina.

Las acciones, los actos de gobierno son los que ya se conocieron en campaña: el retiro del Estado de casi todas las actividades en las que tradicionalmente tuvo injerencia, su reemplazo por el mercado, la búsqueda del equilibrio fiscal, la lucha contra la inflación y otros conceptos acordes al ideario anarcolibertario.

Sin embargo, muchas de las medidas adoptadas exceden aquellos pronunciamientos proselitistas o directamente los desmienten con los hechos. Ninguna casta de la que hablaba Milei está asumiendo costo alguno del brutal ajuste que está llevando a cabo y muy por el contrario son los sectores más vulnerables los que afrontan las consecuencias de su plan.

Pero si hay algo particular en este gobierno es que, lejos de mostrar pesar por determinados efectos de las muchas decisiones que toma, es más que frecuente el regodeo y la burla en torno de esas consecuencias, con un indisimulable grado de crueldad.

El vocero Manuel Adorni es uno de los principales vectores de ese cruel exhibicionismo, pero Milei no le va en zaga, ya sea en forma directa o reposteando y dando like a publicaciones en las redes sociales. Una buena parte de la sociedad acompaña ese estilo impiadoso y carente de toda empatía social.

Una anatomía de la crueldad libertaria

El pasado 14 de febrero, Milei publicó en su cuenta de la red X (ex Twitter): “Por el apretón monetario, inflación y recesión, ahorristas venden dólares para «llegar a fin de mes»”.

En la jerga economicista, ese “apretón monetario” no significa otra cosa que la gente se quedó sin dinero, precisamente a partir de las medidas de ajuste, entre ellas una brutal devaluación, sumada al aumento de tarifas, el congelamiento virtual de salarios, el parate en la obra pública y un descomunal aumento de precios.

El posteo fue acompañado por la imagen de un billete de 100 dólares, con la cara del propio Milei y en tono azulado, simbolizando el dólar blue que es el que por lo general ahorraban quienes podían hacerlo antes del “cambio”, cuando las cosas “estaban mal”.

Las respuestas negativas no tardaron en llegar: “Este tipo no está bien…. Adiós Argentina, hola Colonia”; “Pensé que era algo que puso uno de los liberbobos que lo siguen idolatrando. No lo puedo creer. Qué tristeza tan grande”; “¿Esto es una autocrítica? Una crítica a Caputo? Porque la economía la estás manejando vos. ¿Qué vas a hacer ante esta recesión, apretón monetario e inflacionario?”, y otras por el estilo.

Pero los comentarios apoyando a Milei dieron cuenta de una adhesión incondicional: “Lo que te está diciendo es que bajó la demanda de dólares y ahora hay más oferta. Comienzan a bajar los precios de venta vs pesos, por ende menos inflación”. Cero reflexión, puro ideologismo repetitivo.

Otro, más agresivo, decía: “¿En 60 días querés arreglar los 4 años de inflación galopante? ¿Dónde estabas quejándote cuando el asado subió de 300 pesos a 8000 con la gestión de Alberto Cris y Massita? Mostrame tus tweets de enojo x favor. Sino siga la flecha”. Y así.

Y una muestra de crueldad que parece un clásico entre libertarios es el ataque apelando a discapacidades: “No te vi quejándote cuando el dólar se fue hasta 1.000 pesos en 4 años. Encima ahora querés que se arregle en 3 meses. Más mogólico imposible. Ah, pero sos kirchnerista, con razón”.

La intención no manifiesta del oficialismo es deshumanizar, descartar a cualquier adversario como un par y reducirlo a la imagen más degradante posible de acuerdo a su concepción. Puede ser un animal despreciado, una cucaracha, una rata, o puede ser alguien con determinado síndrome o enfermedad. Todo sirve para el insulto cruel y la descalificación.

El presidente también se regodeó con la licuación de ingresos, y expresó: “Sigue el ajuste fiscal, esto es licuadora y motosierra”. Fue cuando se echó luz al evidente proceso de liquidación de ahorros en dólares que buena parte de la clase media viene realizando para hacer frente a los gastos que antes afrontaba con sus ingresos, hoy deteriorados al extremo.

El lenguaje procaz y violento que ya había emergido años antes en boca del mandatario no respeta investiduras ni rangos institucionales. En la muestra Expoagro, inaugurada esta semana, Milei cargó nuevamente contra los gobernadores, amenazante e irrespetuoso: “Los voy a mear a todos”.

Tales exabruptos fueron pronunciados en el salón VIP de la exposición, apenas 48 horas antes de producirse la primera reunión con las provincias camino al Pacto de Mayo convocado en la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso.

Enojado y extorsionando para que aprueben el nuevo proyecto de Ley Ómnibus, bramó: “¿Quiénes se creen que son?”. Y advirtió: “Si siguen jodiendo, les cierro el Congreso”.

Otro de los episodios en los que asoma la crueldad de este régimen fue la decisión de Milei de dejar sin comida al personal de a bordo de Aerolíneas Argentinas en sus vuelos de cabotaje, eso luego de lanzar un plan de retiros voluntarios para la planta terrestre.

El corte del servicio correspondientes a los desayunos, almuerzos y cenas de comandantes y tripulación de vuelos locales y regionales fue conocido por los afectados a través de una comunicación interna: la compañía de bandera anunció que cortará el servicio de alimentos y bebidas que pilotos, comandantes, tripulación de cabina y personal técnico reciben durante los vuelos.

La medida comenzó a implementarse esta semana y rige para todos los vuelos de cabotaje y a países limítrofes. Forma parte del programa que se viene aplicando para mejorar las cuentas de la empresa y evaluar con posterioridad la cesión, parcial o total, del paquete accionario a quienes trabajan en la compañía aérea o bien su privatización.

La decisión de cerrar la agencia de noticias Télam, que el gobierno aún no acierta a concretar por desconocer el estatus jurídico y legal de la sociedad del Estado, derivó en otra infame celebración, esta vez del cínico vocero presidencial Manuel Adorni, quien publicó en sus redes: “Saluden a Télam que se va”, lo cual le valió la respuesta inmediata de un periodista de la agencia: “Somos 700 personas, 700 trabajadores, 700 familias de las que te reís. Yo en tu lugar sentiría pena, pero bueno, burlarse desde el gobierno parece que es el modus operandis. Te olvidaste de poner FIN”. Sin embargo, la mayor parte de los comentarios acompañó con entusiasmo la burla vomitiva del vocero presidencial.

El legislador porteño Ramiro Marra se sumó al cinismo oficial en derredor del anuncio de cierre de Télam y en una entrevista televisiva disparó su bilis: “Para financiar Télam se hace a través de emisión monetaria que genera pobreza. ¿Qué preferimos? ¿Pobreza o Télam?”.

Apelando a una ignorancia que ya no llama la atención, y como si la agencia de noticias compitiera con los medios y no fuera proveedora de insumos informativos a los mismos, Marra opinó: “No necesitamos una agencia de noticias del Estado, hay canales privados como América que funciona muy bien. Es injusto para este canal de televisión”.

En el mismo tono violento y patoteril, Milei le respondió a la maestra jubilada del Instituto Cardenal Copello, el colegio de Villa Devoto en el que cursó sus estudios primarios, donde estudió en su infancia, quien había afirmado, refiriéndose al presidente: “Soy jubilada y muy bien no estoy, espero que no apriete tanto”. La respuesta del mandatario, vía X, fue: “Desenmascarando a una gran farsante y mentirosa”.

Tal vez las definiciones más claras respecto de la crueldad expresada por la administración anarcolibertaria las profirió el escritor Martín Kohan en diversos medios de comunicación. “La crueldad está de moda en la Argentina. Luce bien, cae bien”, sostuvo en una entrevista concedida a la emisora Futurock.

Para el narrador y docente, “en un contexto donde la empatía y la solidaridad deberían prevalecer, se observa una preocupante tendencia hacia la humillación y la exposición de otros al ridículo”. Y agregó: “Se puede discutir la eficiencia de Télam. Discutir cómo se compone, cómo se administra, y todos vamos a tener tal o cual posición; pero lo que pasó (por ejemplo con la frase del vocero presidencial cuando posteó «saluden a Télam que se va») es el regodeo en el ensañamiento, con el padecimiento ajeno. Hay alguien que se regodea, porque disfruta el daño que está haciendo”.

Sobre la actitud del vocero presidencial, Kohan remarcó que “Adorni disfruta del dolor y del padecimiento de quienes van a perder su trabajo; eso es crueldad”, al tiempo que se lamentó de que ese estilo “suma adeptos rápidamente”.

Tras recordar el reposteo que le dio el Presidente a una publicación en X que caracterizaba al gobernador de Chubut como alguien con síndrome de Down, el escritor remató: “Milei lo hace a menudo. Él se regodea con la crueldad”; la adhesión que obtiene proviene menos de una batalla ideológica-cultural que sobre la captación de un cúmulo de bronca, y la descarga violenta de esa bronca”.

Pareciera que el del odio y la crueldad es el verdadero “derrame” que baja hacia un segmento muy extendido de la sociedad. Seres humanos que incluso alardean de estar rotos por dentro, manifiestan un absoluto desprecio por el otro y apelan a la insensibilidad como forma de reafirmación de sus convicciones. Un estado de cosas que nunca puede terminar bien.

En la canción Cruel, de la banda Public Image Limited (PIL), liderada por el ex Sex Pistols Johnny Lydon, hay un par de frases a las que se debería prestar atención, porque incluso esa exhibición atroz de crueldad esconde intereses subalternos aún más oscuros:

Cuerpo y alma, un animal…

Tienes las herramientas para hacer tontos a los hombres.

Detrás de escena, los planes mortales.

Tu mejor pesadilla, sin una oración.

En la tragedia, hilaridad…

“Si querés ver reír a Dios, contale tus planes”

El viejo dicho que da lugar al subtítulo viene a cuento de la intentona de Milei de ganar tiempo luego de haber sufrido la demoledora derrota legislativa que frenó la aprobación de la ley bondi en la Cámara de Diputados.

La noche del viernes 1º de marzo, a propósito del discurso que Milei debía dar para dejar inaugurado el período de sesiones ordinarias en el Congreso, el dispositivo había sido preparado por el mileísmo para que alguien de las bancadas opositoras realizara algún “aporte resistente” a ese circo guionado que incluyó una partitura de aplausos, frases prefabricadas y voces altisonantes que sonaban desde los palcos.

Sin embargo, nadie de la oposición pisó el palito. Se supo que en los bloques de Unión por la Patria tanto diputados como senadores debatieron con intensidad si se retiraban del recinto ante la primera ofensa presidencial. Primó la astucia. La tarea de enfrentar a este experimento era y es en otro momento y no sólo en ese lugar.

El discurso deja dos cuestiones para analizar. La primera tiene que ver con las formas, y se articula con la imposibilidad de Milei de conjugar su lenguaje en otro modo que el imperativo. No puede eludir su impronta violenta. Le habla siempre a un enemigo preconfigurado, al que descalifica, le adjudica motes deshumanizantes y lo coloca en el lugar que los viejos monarcas destinaban para el condenado a una pena. Juez y parte, soslaya su rol de mandatario de una parte para gobernar a todos. Eso invalida primero su palabra, y luego deslegitima sus acciones.

Para dar sustento a ese tono acusatorio, Milei se apoya en una descripción de presuntos hechos y actitudes de su enemigo que en muchos casos son falsos. Es notable el contrasentido que representa intentar ser la figura que detenta el rigor técnico y ejerce el dominio de lo económico con la inexactitud o falsedad de sus aseveraciones. Algunos ejemplos de ello son los guarismos que insiste en presentar como la hiperinflación que él mismo y su gobierno lograron doblegar. Y así con los porcentajes de pobreza, déficit fiscal y cuasi fiscal, emisión, etc.

En la semana previa a la apertura de sesiones ordinarias se especuló alrededor de la posibilidad de que le pusiera nombres y apellidos a su diatriba. Los que esgrimieron contar con información certera de que el presidente no iba a incurrir en menciones explícitas deberán revisar sus fuentes. Milei nombró y ofendió a diversas figuras de la vida política y gremial de la Argentina, omitió mencionar a otras, pese a que cuestionó sus gestiones –como fue el caso de Mauricio Macri– y ensalzó la de Carlos Menem.

Ese aspecto formal de su discurso encierra una doble trampa. Por un lado, provee insumos a una tropa disciplinada, a la que no le importa si esa información siquiera roza la verosimilitud. Lo que importa es que se lleve adelante la tarea que más lo obsesiona: la batalla en las redes. Por otro, posiciona una agenda que la oposición cree que está obligada a discutir o desmentir. En cualquier caso gana.

Respecto del fondo de su mensaje al Congreso, Milei –o quien se encargó de la arquitectura y contenido del discurso– pensó que ponía contra las redes a quienes había elegido en estos más de 80 días como sus enemigos: legisladores, gobernadores, periodistas, dirigentes gremiales, políticos y sociales, incluso empresarios “prebendarios”, con un decálogo que abunda en títulos pero carece de sustentos que no sean aquellos que apuntan a desarticular el Estado, el sistema republicano y, lo más grave, la integridad como Nación.

Más allá del análisis puntual de los proyectos de ley que anunció que enviará al Congreso, el carácter extorsivo de la convocatoria al diálogo estuvo dado por la imposición de que antes –como gesto de buena voluntad– se aprueben la ley ómnibus y el mega DNU. Ambos instrumentos contienen en su seno el programa de disolución nacional más aberrante de la historia nacional, que incluso avanza con más crueldad que el ejecutado por la última dictadura cívico militar.

Dependerá de algunos gobernadores más proclives a dar crédito al chantaje planteado por el presidente en tono del ofrecimiento de alivios fiscales si bendicen las nuevas “Tablas de la Ley” que la extorsión tenga éxito o se derrumbe como ocurrió con la ley ómnibus.

En cuanto a esos 10 mandamientos, carece de seriedad convocar a firmar algunos que la Constitución ya resguarda, como el primero, que invita a la defensa de la propiedad privada. Absurdo.

El resto de los puntos, que proponen conciliar temas como el equilibrio fiscal; un “ajuste radical del gasto público”; la reducción de impuestos; cambios en la coparticipación federal; “avanzar con el modelo neoextractivo” y “reforma política para mejorar representación”, no pasan el rango de expresiones de deseo cuyos contenidos encierran el sentido u orientación que puedan tener.

De todo ese decálogo, lo más peligroso radica en tres puntos: la reforma laboral, la “reforma previsional que incluya el sistema privado”, y la “apertura del comercio internacional”. No dejan de ser, también, títulos sin bajada, pero si algo se sabe en la Argentina es que ninguno de esos tópicos, en mano del liberalismo, y menos de este experimento anarcocapitalista, traerá otra cosa que desgracias a las grandes mayorías y una inmoral transferencia de recursos de los que menos tienen a los sectores más concentrados de la economía.

Mostrar sus planes a futuro harán reír a cualquiera de los dioses o “fuerzas del cielo” que habitualmente invoca Milei. Cree que tirar la pelota hacia adelante le da oxígeno, y esa expresión de deseos fue puesta a prueba esta misma semana por parte de gobernadores “dialoguistas” que, sin embargo, pusieron claros límites a las condiciones exigidas por el jefe del Estado que pretende destruir.

En síntesis, para cualquier dirigente político quedan varios aspectos que pueden ser útiles. En lugar de observar a un mandatario empoderado, tal vez sería interesante recordar aquel refrán que sugiere prestar atención a qué alardea y de qué carece quien lo hace. Desafía quien puede hacerlo. Amenazar lo hace cualquiera.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 09/03/24

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