Una de las consecuencias más patéticas del “efecto jazz” tiene como víctimas a los defensores vernáculos del neoliberalismo. El problema que aqueja a estos muchachos no es menor: todo lo que ellos defendían se vino abajo. Se derrumbó, como el Muro de Wall Street, como todo lo que se cae a pedazos y desnuda sus mentiras, sus limitaciones, sus pies …