El último será el primero
Yo no sé, no. El clima del 1º de Mayo ya palpitaba en nosotros y como ese año caería un viernes (último día de semana), a Pedro se le dió por decir: “El último será el primero”.
Yo no sé, no. El clima del 1º de Mayo ya palpitaba en nosotros y como ese año caería un viernes (último día de semana), a Pedro se le dió por decir: “El último será el primero”.
Yo no sé, no. En la radio la locutora había dicho que después del mediodía el cielo iba a ser ganado por las nubes y para la tardecita la posibilidad de fuertes vientos era muy alta.
Yo no sé, no. Desde el oeste, atravesando el campo, veníamos con Pedro cuando nos abordó una pregunta: ¿estamos saliendo de Triángulo o de Moderno? Era recurrente la confusión que teníamos entre los dos barrios, sólo sabíamos que
Yo no sé, no. Esa tarde, Pedro llegaba al barrio con el interno del 15, cuyo recorrido era sólo por adentro del barrio Carlos Casado. Todo de tierra el recorrido y, aunque la Municipalidad se encargaba de regar esas calles, el fue
Yo no sé, no. Abril, abril se acercaba, y con él la temporada tanto de las bolis como de las figus. A Pedro y a mí los nuevos gastos nos agarraban con cierta solvencia en los bolsillos, más aún con los tres paquetes de figuritas q
Yo no sé, no. A la tercera semana de haber comenzado las clases, Pedro volvía a su casa con una angustia, una angustia doble. Esa mañana, en el recreo más largo y en el patio más grande de la Anastacio pintó un picado que esa vez,
Yo no sé, no. Faltaban quince minutos para las 23 de ese viernes y quedaban los últimos cinco cigarrillos del paquete de Big Ben de Pedro. La discusión era si las ranas cantaban antes o después de las lluvias.
Yo no sé, no. Sabiendo que la puntualidad no era su fuerte, Pedro ese viernes se fue a dormir temprano porque al otro día, en la Anastasio Escudero (la escuela de Acindar) iban a estrenar el proyector de pelis con una documental q
No va por ahí la cosa, responde Joe. No se trata de andar cagando a tiros a medio mundo, porque en esa pueden ponértela a vos, fácilmente. Y si te la ponen, ¿qué pasa?… vuelve a interrogarlo.
Yo no sé, no. El sonido de los piques de una pelo en el piso del patio, ya sea de tierra o de cemento, para Pedro era inconfundible, hasta sabía por cómo sonaba de dónde venía y de quién era.