Las denuncias de Jorge Lanata no contribuyen al esclarecimiento de hechos de corrupción. Lejos de eso, lo dificultan. Sus afirmaciones no necesitan de la verdad. No necesitan ser ciertas para funcionar dentro de la lógica del espectáculo.

No importa la verdad en el marco de esta operación, que tiene su sustento no en la realidad, sino en los prejuicios y las fantasías de pequeñas porciones de sectores medios racistas y resentidos que construyen su propia realidad dentro de una burbuja asocial y apolítica inflada a diario por los medios hegemónicos.

No importa la verdad, sino el prejuicio. Las palabras ya no buscan un referente fuera del discurso, en la denominada realidad. Nada de eso. Las palabras se lanzan, sin anclaje alguno con la realidad, despreocupadas por la verdad, ajenas a ella, desvinculadas del mero deseo de expresar una verdad. Sin argumentos a la vista, sin sustento en la realidad, las palabras se asemejan al ruido, a una suerte de sonido de fondo para el montaje de un espectáculo, de una ficción. El ruido confunde, marea.

El lugar de la crítica a la gestión del gobierno nacional sigue vacante. Los errores del gobierno, lo que falta por hacer, lo que se hizo mal, apenas se dice. No hay voces opositoras que lo digan con claridad. Entre tantas mentiras, quedan verdades vacantes. Quedan sin ser expresadas verdades necesarias.

El espectáculo Lanata rechaza la idea misma de verdad, de reflexión, de argumentación. El prejuicio y la falta de reflexión son las condiciones de posibilidad de semejante show. Y este hecho resulta evidente más allá de los resultados de las investigaciones judiciales en marcha. Si la Justicia logra llegar a alguna conclusión sobre los presuntos hechos denunciados lo hará a pesar de Lanata. Pese al espectáculo montado por Lanata. No gracias a él.

El indispensable lugar de la crítica, del control republicano de los actos de gobierno, sigue vacante. El ruido, la mentira y las falsas noticias convertidas en espectáculo ocupan el lugar que debería ocupar la crítica. La crítica en serio, con análisis, argumentos, y pruebas, sigue ausente.

Decir que todo lo que hace el gobierno nacional, pero todo, todo-todo, sin excepción, está mal, no es hacer una crítica, porque este concepto sólo tiene sentido cuando se sustenta en argumentos, análisis y pensamientos. Cuando todo está mal, a priori, sin análisis, sin argumentos, sin fundamentos, desde el mero prejuicio, no hay crítica, la crítica es imposible. El prejuicio ocupa y desplaza al juicio, a la razón, al verdadero diálogo, a la retórica.

En lugar de marcar lo que está mal, lo que falta, lo que hay que cambiar para mejorar la vida de las mayorías, la oposición se dedica a hacer otra cosa, y esa otra cosa desnuda a los miembros de esa oposición, y muestra qué hay detrás de las máscaras que utilizan.

La oposición al gobierno nacional no cumple su función de oposición política. Es apenas una oposición corporativa disfrazada de oposición política, enmascarada. Es apenas un rejunte de lobistas al servicio de los grupos económicos más concentrados.

La dependencia servil del discurso opositor con relación al grupo Clarín perjudica más a la oposición que al gobierno. Y perjudica, sobre todo, a la democracia, que necesita de una oposición política para funcionar.

No es banal que la operación ficcional de Lanata se basa en el dinero, y muy especialmente en la materialidad física del dinero, a través de la búsqueda de presuntas bóvedas. La operación se sustenta en el cuerpo mismo del dinero. La materialidad del dinero, su valor simbólico como emblema y marca de clase, define una de las problemáticas fundamentales, uno de los traumas fundantes y centrales de la mentalidad de ciertos sectores medios de la Argentina.

“Toda la vida en las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación”, señaló Guy Debord en La sociedad del espectáculo.

Los sectores medios obnubilados por los shows denuncialistas de Lanata desprecian la realidad. Rechazan la experiencia real, rechazan la posibilidad de vivir la realidad en forma directa y sin mediaciones. Prefieren una ficción. Eligen sin dudar, sin reflexionar lo suficiente, una pseudorrealidad, un espectáculo, una puesta en escena que no coincide con los hechos, pero sí con las fantasías propias, las más profundas, las más inconfesables.

No importa la verdad sino el prejuicio que alimenta el odio. No importa la realidad para el odiador de clase media. Es mejor, más tranquilizadora, más nutricia, la mentira de los grandes medios monopólicos al servicio de los poderes fácticos, esos sectores tan admirados por algunos estratos medios.

No importa la verdad porque no existe la menor intensión de saber, ni de conocer, ni de hacerse preguntas. Todo eso es ominoso, amenazante. A algunos, la verdad les resulta muy compleja, inasible. No los entusiasma. Se percibe cierta frigidez ante la realidad. No abunda la libido sciendi entre los caceroleros. No tienen preguntas ni dudas ni razones. Los excitan los prejuicios, los engola el maniqueísmo, el odio les da solaz y esparcimiento.

Ciertas porciones de la clase media argentina encarnan una novedosa y patológica versión del mito fáustico. No venden el alma al demonio para obtener conocimiento, ni poder, ni riquezas. Regalan el alma a satanás para que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres, los odiados y temidos pobres, cada vez más pobres. Reliverán para todos.

Son tan seductoras las mentiras de los poderosos, son tan efectivas como espectáculo manipulador, que incluso logran que ciertos sectores medios pasen por alto que esas operaciones, como lo demuestra la experiencia histórica, van siempre en contra de sus intereses de clase.

El odio, el prejuicio, la ira y el resentimiento a veces pueden más que los propios intereses de clase. Más que bregar por estar bien, ciertos sectores resentidos desean que otros estén mal, cada vez peor, para poder ser felices y sentirse realizados. El mal ajeno alimenta más el odio que el bienestar propio. La efectividad de la operación Lanata depende en buena medida de estos síntomas sociales. Y es pensable en medio de un contexto social marcado por los intentos de los medios concentrados de degradar la discusión política para enmarcarla en una axiología banal, ahistórica, que bien maride con la conservación de sus inconfesados privilegios sectoriales.

Resulta pertinente analizar la operación Lanata en sus propios términos, como lo que en verdad es: un espectáculo, una puesta en escena. En este sentido, en principio, la puesta resulta inverosímil, ni siquiera parece cierta. El guión luce débil, y contribuye a la liquidación de la política como terreno de diálogo, discusión y argumentación honesta y pensada. Otro punto a analizar es el actor principal de la ficción: Jorge Lanata Clarín no convence en el papel de honesto fiscal anticorrupción. Es como poner a Silvio Berlusconi en el rol de Francisco de Asís o a Sylvester Stallone diciendo, con la boca torcida, “Los pobres necesitan”, en el papel de Madre Teresa de Calcuta. No va. Para creérselo, es necesario tener muchas ganas de creer cualquier cosa.

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2 Lectores

  1. Matilde

    27/05/2013 en 19:21

    Es tan real , que duele ver a tantos seres queridos creer esta farsa, sólo deseó que no resulté demasiado costosa a nuestra futura historia.

    Responder

  2. Pablo

    29/05/2013 en 8:31

    A ver veamos una cosa, la verdad que este artículo deja mucho que desear. Lanata no es importante en esta historia y desde luego que lo que cuenta lo hace desde un programa de televisión. Pero negar toda la nota es tapar el sol con las manos o acaso Lazaro Baez no existe?? o Fariña? No hay ricos de la noche a la mañana gracias a este gobierno? No es sospechoso gente que no tenía nada en 10 diez sean megamillonarios? Incluso el patirmonio «en blanco» de algunos politicos se multiplica 50 veces en dos o tres años. No sean negadores, no ensucien a la gente, investiguen y si estan de acuerdo con los payasos que nos gobiernan, esta bien pero no nieguen el afano que en estos momentos ya es de índole pornográfico… Abrazo y Matilde el futuro del país te lo estan complicando Bodou y todos los politicos impresentables que nos representan….

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