Foto: Télam
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Dos hombres reunidos en un salón oval. Uno de ellos es el presidente en cuya gestión se batió el récord de detenciones y causas contra consumidores de droga. El otro, en cambio, impulsó una novedosa ley para que el Estado controle la producción y distribución de la marihuana. Uno de ellos fue galardonado con Premio Nobel de la Paz, pese a que invade países, bombardea civiles y ordena ejecuciones sumarias. El otro, en cambio, cultiva un humanitarismo amplio y bonachón, y quiere llevarse a su país a presos de Guantánamo y niños sirios.

José Mujica y Barack Obama hablaron del hábito de fumar, pero tabaco. El encuentro bilateral le permitió a cada uno hacer su juego. Mujica paseó por Estados Unidos y por el mundo esa imagen tan particular de campechano sabio que tanto gusta tergiversar y desideologizar la derecha. Y Obama jugó al progresista, mostrándose respetuoso y admirado en su charla con un par de un país pequeño al que concedió más de 140 minutos de reunión, dato difundido con anticipación por la Casa Blanca para que desde América latina podamos valorar agradecidos tanto interés por parte de la potencia imperial.

Desde el punto de vista de la imagen, las fotos que recorrieron el mundo sintetizan la puesta en escena: el hombre bueno, viejo, calmo y sabio, que viene de un país pequeño, es escuchado con atención por el mandatario más poderoso del mundo. Aleccionador.

Los mandatarios hablaron de profundizar la relación bilateral, de Guantánamo, de la educación  y la tecnología, de los agentes cubanos detenidos y de la lucha contra el tabaquismo.

“Tenemos que llevar profesores americanos, aunque sea para que estén un tiempo, la sabiduría hay que ir a buscarla donde está”, señaló Mujica, al tiempo que mencionó el acuerdo que firmó con la canciller alemana, Angela Merkel, para enviar temporalmente a profesores jubilados alemanes a Uruguay.

“Eso a la larga vale más que la plata, tenemos que luchar por la capacidad de nuestros hijos y de las nuevas generaciones, va a ser la mejor manera de afirmar la libertad y la independencia y el derecho”, afirmó el presidente oriental.

Con relación a la intención de Uruguay de recibir como refugiados a seis presos de Guantánamo, cárcel ilegal de Estados Unidos en territorio cubano que sigue abierta pese a las promesas de Obama, Mujica desmintió que Estados Unidos haya puesto condiciones para concretar ese traslado. “No me pidió nada porque tiene la inteligencia de no pedir lo que no le van a dar”, señaló el uruguayo, y agregó que confía en que Obama intentará cumplir su promesa de campaña de clausurar Guantánamo.

Obama se manifestó impresionado con los avances de Uruguay bajo el mando de Mujica, y calificó de “extraordinaria” la credibilidad de su par en materia de defensa de los derechos humanos y la democracia.

“Señor presidente, el que está hablando es un viejo fumador; pero se nos están muriendo ocho millones de personas en el mundo por año por fumar, esto supera (a los muertos en) la Segunda Guerra Mundial y la Primera, y todo es un asesinato en masa”, le dijo Mujica a uno de los Premio Nobel de la Paz que más sabe de asesinatos en masa.

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