Foto: Télam.
Foto: Télam

El asesinato sistemático de niñas y niños en la Franja de Gaza no constituye una suma de errores y es necesario contextualizarlo en el marco de la “limpieza étnica” que el Estado de Israel viene perpetrando desde su creación.

El libro La limpieza étnica de Palestina, del historiador israelí Ilan Pappé, es un clásico en la materia y describe con lujo de detalles, basándose en documentos oficiales de Israel, los alcances de este plan de exterminio racista que todavía está en marcha y que encuadra en la definición de “limpieza étnica”.

“El plan D de Israel en 1948 (…) contiene un repertorio de métodos de limpieza que encajan, uno a uno, en los medios que la ONU describe en su definición de limpieza étnica. Y ese plan constituye el trasfondo de las masacres que acompañaron la expulsión masiva”, afirma Pappé en la investigación que analiza una cantidad abrumadora de delitos de lesa humanidad cometidos por Israel desde la fundación del Estado hasta hoy.

Y hoy, en medio de una nueva matanza de niñas y niños, hay voces que sostienen y alientan la limpieza étnica. La diputada israelí Ayelet Shaked escribió el 7 de julio en su cuenta de Facebook que las madres de los terroristas palestinos deben morir porque «dan a luz a pequeñas serpientes». Shaked, diputada del partido ultranacionalista Hogar Judío, escribió que “tienen que morir y sus casas deben ser demolidas. Ellos son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto también se aplica a las madres de los terroristas fallecidos».

“Detrás de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluso las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos», publicó la diputada. Refiriéndose a las mujeres palestinas, Shaked señaló: «Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán más pequeñas serpientes».

Los judío-nazis

El término “judío-nazi” fue acuñado por Yeshayahu Leibowitz (1903-1994) erudito rabino y una de las mayores figuras intelectuales de Israel. Su legado invita a reflexionar sobre las diferencias entre el joven Estado de Israel y la milenaria sabiduría del pueblo judío.

El venerado rabino Leibowitz, elegido en 2005, a través del voto de ciudadanos de Israel, como uno de los “Grandes Israelíes de todos los tiempos”, nos legó un oxímoron revulsivo, incómodo, que sin embargo nos ayuda a reflexionar sobre hechos de hoy, sobre la violencia que se sucede a diario pero tienen una larga y compleja historia que apenas podemos comprender sin antes asomarnos a la milenaria sabiduría transmitida por filósofos e intelectuales judíos. En 1967, apenas terminada la Guerra de los Seis Días, Leibowitz aseguró que si el Estado de Israel se negaba a retirarse de los territorios ocupados, “declinaría su estatura moral”.

Avraham Burg,  presidente del parlamento de Israel entre 1999 y 2003 y una figura intelectual y política muy destacada en la sociedad israelí, publicó en 2007 el ensayo titulado en hebreo Lenatzea’h èt Hitler (Vencer a Hitler), en el que compara el actual estado de Israel con la Alemania nazi. En una entrevista acordada al periódico israelí Ha’aretz, Burg reafirmó sus ideas, lo que provocó airadas reacciones en su país: «La dimensión israelita de mi identidad  me aparta de mis dos otras dimensiones: la judía y la humana», aseguró el autor de Vencer a Hitler.

Burg se desempeñó como teniente de una brigada paracaidista del Tsahal (el ejército israelí). En 1985 fue designado consejero del entonces primer ministro de Israel, Shimon Peres, y en 1988 resultó elegido diputado por el Partido Laborista. Abandonó su banca en 1995 para convertirse en presidente de la Agencia Judía y de la Organización Sionista Mundial, en la que tuvo una destacable actuación en la recuperación de los bienes judíos expoliados durante la Shoa.

«El estado de Israel sólo puede ser un medio, y no un fin, pues no responde a las aspiraciones espirituales y religiosas de la religión judía», agregó Burg, que en su libro Vencer a Hitler hace una descripción exhaustiva de ese inquietante paralelo entre Israel y los nazis. «Nos asemeja un profundo sentimiento de humillación nacional, la convicción de que el mundo entero nos rechaza, la importancia central del militarismo en nuestra identidad… Miremos el papel que tienen en la sociedad todos esos oficiales en la reserva, la cantidad de civiles armados en nuestras calles, el grito de Aravim ha’hutza! («¡Fuera los árabes!») que ya no incomoda a nadie…», escribió quien fuera presidente del parlamento de Israel entre 1999 y 2003.

Más notas relacionadas
Más por Pablo Bilsky
  • El testigo

    El calor parecía aumentar en el local, lleno de ansiosos, humo y voces. Le dije que por es
  • Remontar el barrilete en esta tempestad

    Yo no sé, no. La tarde se ponía fresca y Pií entraba en calor dándole al serrucho. Tenía p
  • ¿De qué se cansó “la gente”?

    En medio de una hecatombe social, Malena Galmarini lanzó una piedra en aguas peronistas de
Más en Columnistas

Dejá un comentario

Sugerencia

Fuga en la Bolsa

El gobernador Pullaro pidió bajar retenciones al agro; recursos nacionales para infraestru