El peleador rosarino, que llegó a conquistar los títulos Santafesino y Mundo hispano hasta que una lesión lo retiró, dirige una escuelita puramente recreativa y se babea cuando habla de su hermano Carlos Junior: “Para mí es el mejor”.
“Mi abuelo paterno, Carlos Alanis, llegó a ser profesional y mi viejo hizo un par de peleas como amateur pero después tuvo que elegir entre el laburo y el boxeo y no le quedó otra”, suelta de entrada este joven que empezó a caminar entre las cuerdas, vendas y bolsas de arena del gimnasio de box que el padre tenía en su propio hogar, y remarca: “Así como en la mayoría de las casas se habla y se ve mucho fútbol, en la mía fue y es todo boxeo; se habla y se ve todo lo que haya de box, a morir. Y en vez de la primera pelota yo me acuerdo de los primeros guantes que me regalaron”.
A sus 37 años, Aladino recuerda como si fuera hoy la primera vez que vió una pelea en vivo. “Mi vieja iba a ver a Soda Stéreo y mi viejo una velada en Sportivo América, y yo no dudé”, rememora entre risas, y confiesa: “Lo peor de todo es que me quedé dormido al toque porque empezó re tarde, pero no me olvido más de lo que sentí cuando vi el ring y las primeras piñas”.
Golpe a golpe
Aunque inició su vida deportiva como jockey (ver recuadro Pura sangre), el cuadrilátero lo iba a seducir tarde o temprano. “Al boxeo lo traigo en la sangre –remarca– y a los 18 años, cuando dejé de correr, le dije a mi viejo que quería empezar a entrenar y ver, si no me cagaban mucho a puñetes, de empezar una carrera. Y arranqué. Debuté en el Club Calzada de zona sur con Zelaya, un panadero que para mí era inmenso. Le terminé ganando por puntos y, con el correr del tiempo, haciéndome amigo”.
Alanis, que llegó a alzarse con los títulos Santafesino categoría welter (66,700 kg); y Mundo hispano en welter y súper welter (68,900 kg), admite que uno de los momentos sublimes del box es el nocaut. “Nunca me noquearon, ni en amateur ni en profesional, pero sí en algún entrenamiento y es re loco, se te apaga la tele por unos 3 segundos y si estas entrenado podés aguantar de pie o levantarte rápido; y si no, caés y perdés la pelea seguro”, dice este joven que tiene un tatuaje inmenso en la espalda de la lámpara que frotaba su tocayo, y agrega: “Noquear a un rival, algo que pude hacer varias veces, también es una sensación loca porque te das cuenta al toque, ves que se le van los ojitos y que no se va a levantar más. Y también está el nocaut al hígado, es tan inaguantable el dolor que te tenés que tirar al piso porque es imposible quedarse parado”.
Haciendo escuela
A los 28 años, una grave lesión lo obligó a bajarse del ring y la carrera del crédito local culminó tempranamente. “Tuve un desprendimiento de retina en el ojo derecho”, cuenta Aladino, y lamenta: “Me operé pero nunca pude recuperar la visión. Hice 4 peleas más, con un sólo ojo, y después me retiré”.
El púgil señala que el motivo del accidente “puntualmente no fue en una pelea”, sino que se debió “a varias”, y también “por los guanteos en los entrenamientos”. De todas maneras, en su paso por el cuadrilátero dejó números interesantes: durante el amateurismo cosechó 17 triunfos y 5 derrotas; mientras que como profesional, de 33 combates se impuso en 22 (14 por nocaut, de los cuales 10 fueron en el primer asalto), perdió en 5 oportunidades, 2 duelos quedaron sin decisión y 2 fueron empates.
Hoy, además de ser el responsable de la cooperativa 11 de octubre, que se ocupa del saneo, limpieza y mantenimiento de plazas rosarinas, continuó la tradición familiar y sigue ligado al deporte de los guantes. “Desde que dejé de pelear tengo una escuelita de boxeo que es exclusivamente recreativa”, indica el ahora profe del club Hilarión (Dean Funes 1350), y añade: “Hacemos todo el entrenamiento pero sin golpearse, para la gente que le gusta el boxeo y sólo quiere hacer el entrenamiento”.
Además, Aladino tampoco deja afuera de sus clases –que se dictan lunes, miércoles y viernes de 18 a 19.30– a “quienes quieren bajar de peso”, o “necesitan descargar los nervios con la bolsa”. Y, por último, aclara: “Al que quiere pelear se lo mando a mi papá”.
Pura sangre
Aladino, que se autodefine “enfermo de Rosario Central”, llegó a correr en el mítico hipódromo de Palermo. “De re pibito mi viejo me llevaba a andar a caballo a la Circunvalación, todos los domingos, y siempre me gustaron mucho”, cuenta el papá de Micaela, Ciro y Alma, y añade: “A los 13 años, mi viejo me ofreció anotarme en la escuela de Ángel Oscar Baratucci –que fue el único tipo que ganó 8 carreras en un mismo día–, y le dije que sí. Yo era chiquito y flaquito, cursé de los 13 a los 16 y me recibí de jockey aprendiz. Y entre los 16 y los 18 corrí una banda de carreras, de las cuales gané 6. Llegué a correr en Palermo y San Isidro, y compartí carreras con monstruos como Pablo Falero, Yolanda Dávila, Jacinto Herrera”.
Tras señalar que el de los burros “es un mundo aparte”, Alanis confiesa: “Era mucho sacrificio, me tenía que cuidar muchísimo con el peso, porque no podía pasar de 52, y me re cagaba de hambre, trotaba envuelto en bolsas de nylon y me perdía todos los asados (risas), pero me gustaba mucho”.
Piña va, piña viene
“Acá en Rosario hay muchos boxeadores que proyectan para buenos”, arranca contando Aladino, quien pone todas las fichas en su hermano Carlos Alanis Junior, de 18 años. “Para mí es el mejor”, opina el ex boxeador, y lo presenta: “Tiene 12 peleas y está invicto. Lo entrena mi viejo, pero somos todos una familia de boxeadores que estamos detrás de él. Mi hermano Fernando lo ayuda y yo también estoy con ellos, aunque no integro el rincón”. Sobre esta decisión, el ex púgil explica que “después de tantas peleas prefiero disfrutarlo más desde abajo, porque me pongo muy nervioso”, pero aclara: “Igual lo sigo a todos lados”.
Alanis Junior combatirá el próximo fin de semana en el campeonato argentino que se disputará en Formosa. “Viaja ahora el 3 de mayo y al día siguiente tiene la primera pelea. Si pasa, pelea el 7, y la final es el 9”, indica el entrevistado, quien además enumera a otras jóvenes promesas de la ciudad: “El Pata López, Toscano, el Tucho López, el Chino Larrea, entre otros”.
Mayweather y Matthysse, los mejores
Un día antes de que su hermano viaje a Formosa, el MGM Grand de Las Vegas ofrecerá uno de los combates más esperados del año. Floyd Mayweather y Manny Pacquiao se verán las caras en la noche del 2 de mayo.
En este sentido, Alanis pronostica que el filipino “no tiene chances” de arrebatarle la corona a Mayweather, a quien define como “un fuera de serie”, ya que fue “el único que hasta el momento igualó lo que hizo Rocky Marciano de ser campeón invicto”.
El ex boxeador considera al norteamericano “el mejor de todos por lejos” y afirma que en la actualidad “es imbatible”, aunque sobre la pelea advierte que “Pacquiao pega fuerte y por ahí lo engancha en una y le gana, pero es difícil”.
Fronteras adentro, Aladino ubica a Lucas Matthysse como “el mejor de los argentinos”, y lo caracteriza como un boxeador “muy tranquilo, que trabaja muy bien abajo, pega fuerte y es ganador”.
“En este momento es uno de los que tiene más proyección, se proyecta para campeón del mundo”, continúa elogiando al oriundo de Trelew, y aclara que el Chino Maidana –que estuvo en boca de todos por las peleas ante Mayweather– “es un guerrero total pero ya está pensando en su retiro”.
(Nota publicada en El Eslabón 192)
