Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

Medidas económicas actuales y de los últimos años jugarán fuerte en las elecciones del próximo domingo 25. Muchos de los que se inclinen por el oficialismo a nivel nacional lo harán por la “herencia” y la “continuidad” de ciertas políticas que mejoraron sus ingresos.

Candidatos, dirigentes opositores y analistas menosprecian la determinación de una parte del electorado de concurrir el domingo 25 de octubre al cuarto oscuro a “votar con el bolsillo”. La expresión, para nada nueva, no debería enojar a nadie, ya que es genuino y cerebral elegir a un postulante a presidente depositando en él la confianza de que será garante de continuidad o mejora del bienestar económico de la familia y del país en su conjunto. Los que descalifican la decisión del votante de poner por delante de todo la cuestión económica, por lo general lo hacen convencidos de que el voto-bolsillo es un voto “sin cabeza”, poco pensado, poco sentimental. Incluso algunos hablan del “voto útil”, para no llamarlo “calificado”.

De repetirse el resultado de las Paso, con un eventual triunfo de Daniel Scioli, el kirchnerismo, después de doce años de gobierno, afianzará su lazo con sectores populares que valoran los trascendentes avances sociales y económicos que se reflejan en sus bolsillos, en sus ingresos, en el día a día, más allá del nombre del candidato. Reconocen que están mejor que años anteriores y por eso quieren avanzar por el mismo camino de ascenso social. Por otro lado, desde sectores la oposición, confían en el voto-bolsillo pero al revés: entienden que hay un elector agobiado que buscará “un cambio” y tendrá la posibilidad en las urnas de “escapar” a la actual “crisis” económica.

La economía argentina sufre tensiones, tiene problemas, persiste la desigualdad, hay un nucleo duro de empleo en negro, se mantiene un alto grado de extranjerización y concentración, pero no está en “crisis” como insiste la prensa dominante al servicio de los poderes fácticos, los mismos  que intentan instalar la idea de “crisis” para volver a endeudar y ajustar. La economía argentina, con cierta calma cambiaria y una demanda interna activa, crecerá este año pese al contexto de inestabilidad económica-financiera mundial y los fuertes cimbronazos que genera la recesión brasilera, que principalmente afecta a sectores industriales locales vinculados al rubro automotriz. Con errores y aciertos, coyunturas más o menos favorables, el rumbo es claro.

La economía argentina se expande con una inflación en baja y sin ajuste, y con el consumo interno como contrapeso al complejo escenario internacional y regional. La economía brasilera, en cambio, retrocederá este año con una inflación en alza y un severo plan de ajuste. Más allá de la gran cantidad de turistas argentinos que aprovecharán el tipo de cambio para visitar las magníficas playas brasileras en la próxima temporada de verano, la crisis en el principal socio comercial de la Argentina es una noticia preocupante.

“La teoría neoliberal tuvo su peor bancarrota con la crisis mundial de 2008. Las recetas de ajuste fiscal impulsadas por los economistas neoliberales son una panacea. Se les quemaron todos los libretos”, dijo el ministro de Economía Axel Kicillof al cerrar días atrás un congreso de economía política organizado por el Centro Cultural de la Cooperación. “En casi toda la región se aplicó otra política económica, en las antípodas de los pilares de la teoría neoliberal, y ha rendido sus frutos, vivimos la etapa de mayor crecimiento, inclusión social y redistribución del ingreso en muchas décadas, de reindustrialización y desarrollo científico e infraestructura social sin precedentes”, resaltó el funcionario y candidato a diputado nacional.

Los que voten con el bolsillo por los candidatos del Frente para la Victoria –sea empresario, obrero, productor rural, ama de casa o beneficiario de la asignación universal por hijo– lo harán por la “continuidad” y la “profundización” del ciclo político y económico en marcha al que a veces elogian, a veces critican, del que a veces reniegan, pero en el fondo reconocen sus virtudes por sobre los defectos. Los que votan con el bolsillo están lejos de anhelar el publicitado “fin de ciclo”.

Desde su irrupción en el año 2003, el kirchnerismo puso en marcha un proyecto político con objetivos económicos definidos: reindustrialización, generación de empleo, inclusión social, ampliación de derechos, distribución de la riqueza, independencia de organismos financieros internacionales. Los gobiernos de Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández encarnaron un proceso político- económico heterodoxo, nacional y popular, con participación transversal de diferentes sectores pero con una fuerte impronta que actualizó las bases del primer peronismo, con un Estado presente en la economía a favor de las mayorías populares.

Más allá de cuantas cadenas nacionales haga la presidenta, el tono que utilice para hablar o como se vista, el verdadero debate es otro. La herencia kirchnerista es palpable, se ve, está presente en el progreso social pese a la negación cerrada de los promotores del miedo y el desánimo. En el legado económico del “modelo” se anotan las negociaciones paritarias, aumento de la afiliación sindical, Consejo del Salario, desendeudamiento, no al Alca, chau al FMI, casi el ciento por ciento de los jubilados adentro del sistema previsional de reparto que dejó atrás la estafa de las AFJP y que hoy cuentan con dos aumentos al año por ley; una tasa de desempleo inédita del 6,6 por ciento, un producto bruto duplicado, unos 6 millones de puestos de trabajo nuevos, asignación universal por hijo, reestatización de empresas clave, con YPF y Aerolíneas como banderas de soberanía; los programas Procrear y Progresar, por enumerar algunas de las tantas políticas económicas de alto impacto en la población.

El oficialismo dice que el domingo 25 de octubre se pone en juego “continuar con un modelo de inclusión o volver al país del ajuste”. Se verá si el voto-bolsillo inclina la cancha. El veredicto final lo dará el pueblo a través de las urnas.

Fuente: El Eslabón.

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Un comentario

  1. adhemarprincipiano

    18/10/2015 en 15:49

    Siempre se vota con el bolsillo [ pobreza del hombre], que realiza su existencia bajo el terror burgues capitalista. El ciudadano vota, pero no elige.

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