Foto: Jean-Christophe Bott/Télam.
Foto: Jean-Christophe Bott/Télam.

Desde el foro económico neoliberal de Davos, Prat Gay anunció que el FMI volverá, después de diez años, a supervisar la marcha de la economía argentina. Por anticipado, el macrismo aplica un plan económico de ajuste a medida del organismo, que ya muestra sus consecuencias.

Lo peor, en todo caso, no es que el Fondo Monetario Internacional vuelva a monitorear la marcha de la macroeconomía argentina, sino las recetas de ajuste y los fuertes condicionamientos que exige el organismo, con efectos directos en el mercado laboral. Los 90 no se olvidan. Si bien se intentó relativizar, el ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat Gay anunció desde el foro económico que se realizó en la ciudad suiza de Davos, evento que reúne flor y nata del empresariado y líderes políticos del mundo, que el FMI auditará otra vez al país después de diez años, ya que a comienzos de 2006 el ex presidente Néstor Kirchner saldó la deuda con el organismo de crédito multilateral y a partir de ahí rechazó todo tipo de controles.

Al participar junto al presidente Mauricio Macri de la cumbre económica del neoliberalismo en los Alpes suizos, Prat Gay dijo que la Argentina volverá a aceptar la inspección técnica del FMI porque “no hay nada que ocultar” y afirmó que la aceptación de las auditorías del Fondo es parte de la estrategia que impulsa el gobierno de Macri para lograr que la Argentina pueda ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), organismo que junta a naciones desarrolladas, y así “normalizar” vínculos con el sistema financiero internacional.

Tras doce años de ausencia, Argentina volvió a asistir al foro de Davos con el objetivo de enviar señales de apertura económica y financiera, de dar un brusco giro político y económico con respecto a los gobiernos kirchneristas, de “generar confianza” entre potenciales inversores extranjeros, de “reinsertarse en el mundo”, como sintetizó el propio Macri. En realidad, esta última idea está incompleta, pues el propósito trazado por el macrismo es reinsertarse en el mundo… del ajuste fiscal sobre una nueva bicicleta de endeudamiento, del recorte laboral, de la liberalización del mercado cambiario y financiero. Macri fue a Davos acompañado por el opositor light Sergio Massa y con su equipo plagado de ex directivos de grandes empresas, que se entrevistaron con ex colegas. Entre CEOs se entienden.

La Argentina kirchnerista privilegiaba las relaciones con países de la región y con las naciones del bloque Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). En cambio, Macri, como en su momento lo hicieron los ex presidentes Carlos Menem, Fernando de la Rúa o Eduardo Duhalde, busca “retomar diálogo con países (del «primer mundo») que fueron amigos durante mucho tiempo de la Argentina”, hasta que Argentina, crisis mediante, decidió dejar de aplicar las políticas económicas ortodoxas que recomendaba el FMI, las cuales arrojaron resultados catastróficos en materia social, política, económica y hasta culturales. El Fondo no cambió, es el mismo de siempre, parte responsable de la debacle internacional que estalló en 2008 y se profundiza año a año.

Macri dijo que fue a Davos para relanzar las relaciones con Estados Unidos, el Reino Unido y toda Europa. Fue a sellar acuerdos entre la Unión Europea y el Mercosur y a hacer fuerza para que el país y la región se inserten en la Alianza del Pacífico, el programa de libre comercio que suplantó al Alca. La apertura industrial que propone el presidente acarrea serios riesgos para pymes locales ante la avalancha importadora. Muchos inversores, dice el gobierno, se muestran “optimistas” con el recambio presidencial. El papa Francisco les habló a los líderes mundiales reunidos en el foro de Davos, les pidió que “¡no se olviden de los pobres!” y los instó a crear trabajo digno.

El ajuste está en marcha

Desde el minuto uno de gestión, el gobierno de Cambiemos viene haciendo los deberes que recomienda el Fondo, con un plan económico a medida: desmantelamiento de los controles a la compraventa de dólares (fin del mal llamado cepo cambiario), megadevaluación, baja de impuestos a sectores concentrados de la economía, recorte de subsidios a servicios públicos (tarifazo), catarata de despidos de empleados estatales, techo a las paritarias y rebaja del salario real para ir enfriando el consumo. Un baño de restauración conservadora ajustado a la valorización financiera que busca dejar atrás el desarrollo industrial-productivo-mercadointernista de los últimos años.

El plan económico ortodoxo y liberal de metas de inflación y de ajuste fiscal 2016-2019 que días atrás presentó Prat Gay va en la misma dirección. El ministro de Hacienda anunció que la Argentina les pagará a los fondos buitre tomado deuda externa, defendió el recorte del gasto público (despidos en el Estado y quita de subsidios a luz, gas y agua) y exteriorizó la idea de limitar los acuerdos de suba salarial mediante el disciplinamiento laboral agitando el fantasma del desempleo. Ah, todo esto por culpa de la “pesada herencia” kirchnerista, claro.

Prat Gay, ex banquero central y ex empleado del banco JP Morgan, tiene razón. No hay nada que ocultar, todo está a la vista. Su plan económico recesivo de transferencia de ingresos del conjunto de la población a sectores concentrados no se discute. A todas luces asoman el endeudamiento, la contención de paritarias, el “achique” del Estado, la disparada inflacionaria con la consecuente poda del poder de compra de los salarios. Prat Gay hace desde 2008, cuando era dirigente de la Coalición Cívica de Elisa Carrió, que viene haciendo lobby para restablecer relaciones carnales con el FMI. Hoy, como ministro de Hacienda del nuevo gobierno, puede darse el gusto.

La política de shock devaluatorio y eliminación de retenciones dispuesta por el macrismo ya mostró sus primeras consecuencias. La inflación en diciembre (según estadísticas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires) cerró en 4 por ciento mensual (60 por ciento anualizada) y 5 por ciento para los alimentos (80% anualizada), valores que superan en 2,5 veces la inflación registrada en noviembre y en 3,8 veces la de los alimentos, se señaló en el último informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) que dirige Andrés Asiain.

“Sin embargo –se lee en el documento–, pese al combo de medidas de transferencia de ingresos desde el mercado interno a los sectores exportadores, las cerealeras cumplieron parcialmente con la liquidación de granos acordada con el gobierno por 3.200 millones de dólares, liquidando tan sólo 1.900 millones”, presionando para una nueva escalada del dólar. “Para los meses que vienen aún restan otros aumentos de costos que se suman al dólar, como naftas, servicios públicos y transporte por la política de reducción de subsidios anunciada por la nueva administración”, se indicó en el trabajo del Ceso.

“La estrategia parece orientarse a la contención del tipo de cambio mediante un blindaje de reservas con nuevo endeudamiento externo (transformación de deuda intra-sector público en deuda externa y ceder a presiones buitres) y una negociación en paritarias que tenga un techo del 25 por ciento frente a una inflación que se proyecta bastante superior a esos valores”, se anotó en el informe citado.

Desendeudamiento

La noticia del retorno del FMI al país para fiscalizar la economía doméstica se conoce justo cuando se cumplen diez años del pago de la deuda de casi 10 mil millones de dólares que Argentina arrastraba con ese organismo. El gobierno de Néstor Kirchner se sacó de encima la pata del Fondo, retomó la senda del crecimiento económico y ganó en autonomía. En aquel momento, Macri dijo que la medida “no apunta a resolver ninguno de los problemas acuciantes que sufre la Argentina”. El pago al Fondo fue criticado, entre otros, por los defensores del ajuste, los mismos que hoy saludan la vuelta del organismo a digitar la economía del país anunciada en Davos.

Un informe de Hernán Letcher y Julia Strada, del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), referido a los diez años que se cumplieron el 15 de enero pasado de la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario, destacó que “el pago al FMI fue parte de una estrategia general de desendeudamiento de nuestro país, que además incluyó la no toma de deuda nueva; la reestructuración de deuda en los canjes 2005 y 2010; el acuerdo de cancelación de pago de la deuda con el Club de París; el pago a Repsol por la expropiación de las acciones de YPF”.

Letcher y Strada indicaron que “todo ello representó una significativa reducción del peso de la deuda en dólares (tanto en capital como intereses) sobre el producto y un incremento de la soberanía del Estado para tomar decisiones en materia de política económica. La relación deuda externa/PBI pasó de representar el 166 por ciento (2002) al 44 por ciento (2013), mientras que la deuda externa con privados en moneda extranjera pasó de significar el 92 por ciento del PBI en 2002 al 8,3 por ciento en 2013”. Dentro de poco, el proceso de desendeudamiento será historia y el gobierno de derecha de Macri llevará otra vez a la Argentina a tocar Fondo.

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Un comentario

  1. Nestor

    23/01/2016 en 11:48

    Me apena ver la ceguera con la que el redactor analiza la coyuntura internacional. Una visión tan corta nos lleva a una nota muy pobre. Se enfocan en libros y teoría y olvidan la importancia de la pragmática. Reinsertarse en el mundo como un país con politicas modernas es lo que Argentina necesitaba. Si, ponele que «Macri es de derecha» -teniendo en cuenta al PRO. Pero acá se formo una alianza con diversas ideologías que tenían un fin común. Decirle a Massa «opositor light» me parece cuanto menos, inoportuno. Lo «diestro» del PRO se contrarresta con la influencia de otros personajes,, como por ejemplo, Martín Lousteau (ECO), claro opositor en la cuidad. El mismo Martin ha dicho que disiente en la forma que abordan ciertos temas. Sin embargo, apuestan a crear relaciones maduras con el exterior. Nada de enemigos (díganle burgueses, fachos, empresarios, élites, imperialistas), sino adversarios y fuente de intercambio de intereses.
    Salgan de la burbuja, vean más allá de la frontera bolivariana y verán que hay muchas formas para desarrollar el país sin olvidarse de lo mas importante: la ciudadanía.

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