Mapas de la ciudad, proyectos de ordenanzas y expedientes varios pueblan la presidencia del Concejo Municipal, donde la concejala Daniela León (49) se dispone a ser entrevistada. Aunque el edificio está semi vacío, el receso legislativo no se siente en la más importante oficina del Palacio Vasallo. Comenzó la campaña y el despacho está en pleno agite. “Soy una mujer de acción”, explica la reporteada, mientras se prepara a responder preguntas sobre su recorrido político y su actual pre candidatura para renovar una banca por “1 Proyecto en Acción”, el flamante espacio formado con –entre otros– sectores que responden a Sergio Massa y Margarita Stolbizer. “En el Frente Progresista hace ya algunos años que yo veía la imposibilidad de seguir defendiendo las causas por las que vengo luchando siempre”, dirá al referirse a su salida del armado que la supo tener como una de sus referentes.

¿Cuándo aparece la política en tu vida?
—Cuando tenía 13 ó 14 años. Vengo de una familia de padre militante de la Unión Cívica Radical, que ya previo al ‘83 empezó a trabajar para la recuperación de la democracia con Raúl Alfonsín. Fue todo un movimiento, la democracia no vino sola, hubo muchísimas mujeres y varones que trabajaron para recuperarla y entre ellos estaba mi padre. Yo, de mis tres hermanas, era la que más seguía a mi papá. Realmente me interesé desde muy chica en todo lo que hacía mi viejo y lo seguí desde chiquita.

¿Comenzaste una militancia desde la adolescencia?
—Ya a los 15 años fui presidenta de la Juventud Radical de mi pueblo. Y, como en todo pueblo, la organización más importante era la Acción Católica, entonces, sin discriminación, estábamos todos ahí. Hacíamos un trabajo muy importante en territorio. Del otro lado de la vía estaba la gente de sectores más vulnerables, y yo siempre elegía esos lugares.
Tuve una juventud y una adolescencia de mucha participación política.

¿Y de tu lugar de origen te viniste a hacer la universidad en Rosario?
—En realidad primero mi papá se muda a Rosario. Mis padres se separaron cuando yo tenía 14 años, y él se vino a Rosario como decano normalizador de la Facultad de Bioquímica de la UNR, ya designado por Alfonsín.
Yo me vine a Rosario a estudiar a la universidad, a la Facultad de Ciencia Política, y aunque no parezca, mi mayor militancia siempre fue partidaria, aunque también pasé por las filas de la Franja Morada. Tuve una fuerte militancia universitaria. En los años ‘85 y ‘86 fue toda la época de normalización de la universidad, había que llamar a concurso en todas las cátedras y a mi viejo le tocó la Facultad de Bioquímica, que tenía como decano a (Humberto) Riccomi, que había sido rector del Proceso. Si bien yo estudiaba en otra facultad, vivía con mi papá que me contaba todas las situaciones que iba encontrando, como las camas de torturas que se encontraban en los túneles del Centenario, que pertenecían a la facultad. Mi trabajo social en Rosario siguió, desde la UCR, con una fuerte inserción barrial.

—¿Qué lecturas y referentes te han marcado en la construcción de tu identidad política?
—La verdad que el referente que me marcó es Raúl Alfonsín, sin ninguna duda. Con todas sus virtudes y todos sus defectos. Por el coraje cívico que tuvo don Raúl, su historia durante toda la dictadura, como abogado que ejerció, que se quedó en Buenos Aires y denunció Malvinas a nivel internacional, que presentó varias habeas corpus. Y que luego como presidente cumplió con sus promesas de campaña, de llevar a las juntas militares a juicios ordinarios, para mí fue un ejemplo de coraje y un ejemplo de valor que el pueblo reclamaba. Y entendí que él estuvo a la altura de las circunstancias. Fue mi gran referente político.
También mi padre, ¿quién no aprende de sus padres, mal o bien? Yo lo seguí mucho a mi viejo. ¿Y por qué no de mi mamá?, que ha sido una socialista de toda la vida, una mujer que ha trabajado mucho en el barrio también, que siempre estaba atenta a lo que le pasaba a todo el mundo.

—¿Cómo fue el paso del ámbito de la militancia juvenil y en la universidad, a esta otra instancia que te llevó a ser concejala?
—Bueno, como toda mujer, no ha sido fácil la incorporación en las listas. Yo milité desde adolescente y nunca sentí ningún tipo de obstáculo ni de barreras. Pero la realidad es que mi participación en una lista de concejales tuvo directa relación con la ley de cupos. Cuando se sanciona la ley de cupos y había que «poner» mujeres, porque así eran las charlas: «Bueno ahora tenemos que poner mujeres». Yo fui elegida por un plenario de mi partido. Pero en otras circunstancias elegían mujeres como si fueran caramelos. En mi partido me tocó ir en la lista por la ley de cupos. Si no existiera la ley de cupos, probablemente no hubiera sido concejala en ese momento.

—¿Qué balance hacés desde tu primera experiencia como concejala hasta hoy que presidís el recinto?
—Desde que me eligen, en el año ‘97, hasta hoy, fue un largo camino, de mucho contraste con la actualidad. Yo era muy joven y no era común ver a una mujer ejerciendo un cargo político, era muy difícil en el Concejo. En un concejo de 42 concejales, éramos apenas seis mujeres, porque tené en cuenta que el cupo rige para el armado de la lista pero no para la composición del cuerpo. Había un concepto machista muy incorporado. Así que fueron años muy difíciles pero yo siempre fui una persona que tenía en claro lo que tenía que hacer, así que no me amedrenté por esas cuestiones. Supe escuchar comentarios como “andá a lavar los platos”.
Con el tiempo eso fue cambiando, porque iba cambiando la sociedad también, y el Concejo no escapa a eso, es un reflejo de la sociedad. Te diría que desde el ‘95 hasta la fecha, esta es la primera vez que hay una mujer presidenta del Concejo, electa para un periodo completo. Y también es la primera vez que la composición del cuerpo del Concejo supera el 33 por ciento. Hoy hay un 42 por ciento de mujeres.
Todo este trabajo que venimos haciendo las mujeres de distintas fuerzas políticas, porque la verdad que más allá de las diferencias en esto estamos todas juntas, ha dado sus frutos.

—¿Cuáles son las problemáticas que el Concejo debe trabajar?
—En realidad, si es por ley orgánica tenemos incumbencias muy limitadas. Se tiene que remitir a los servicios públicos, transporte, recolección de basura, iluminación, pavimento. Pero la verdad que Rosario hoy es una ciudad Estado, o la cabeza de una gran metrópolis. Te diría que Rosario es la cabecera de la región económica más importante de la Argentina y no es capital de provincia ni tiene autonomía.
Rosario absorbe todos los problemas que tiene una urbe de esta naturaleza. Con lo cual el Concejo trasciende lo que se encuentra encorsetado por ley. Hoy el Concejo de Rosario toma todos los temas y los que no puede resolver, los gestiona. Cada concejal toca un tema y si no lo puede resolver levanta el teléfono, llama a un ministerio o acompaña a la persona. Yo digo que somos 28 gestores de las problemáticas viejas y nuevas que aparecen en la ciudad de Rosario.
En mi caso particular, he trabajado muchísimo lo que observé apenas ingresé al Concejo, que tiene que ver con que no había ningún tipo de legislación sobre la materia de discapacidad, y lo que tras la reforma constitucional se incluye en su artículo 75: los cuatro colectivos vulnerables que no tenían legislación prácticamente, que son las mujeres, las personas con discapacidad, los adultos mayores y las niñas y niños.

—¿Qué pasó en esta construcción política de la cual vos venías siendo parte, el Frente Progresista, para que desde tu espacio se tome esta decisión de construir un nuevo marco de alianzas para esta campaña con el Frente Renovador, entre otros?
La verdad es que en el Frente Progresista hace ya algunos años que yo veía la imposibilidad de seguir defendiendo las causas por las que vengo luchando siempre. Y cuando una viene trabajando, yo desde la presidencia del Concejo, generando permanente gobernabilidad para este ejecutivo, pero no encuentra respuestas en los temas que para mí son centrales y fundamentales, se hace difícil.
Así fue que formamos un frente que nos permita seguir defendiendo las mismas causas y los mismos principios, porque yo soy radical y lo voy a ser toda la vida. Generamos un espacio con Alejandro Grandinetti, del Frente Renovador, con el GEN de Margarita Stolbizer y el MID. Es un espacio con gente de diferentes partidos políticos, pero no tiene nada de extraño porque la verdad es que hoy todos los frentes están integrados por peronistas, radicales y hasta socialistas. Frente a la crisis de los partidos políticos, cuando vos podés acordar ciertos puntos de coincidencia, es mucho más valorable si lo podés garantizar con tu nombre y apellido que pertenecer a un espacio en el cual de alguna manera tenés que cumplir con la obediencia debida. Yo prefiero correrme y seguir trabajando por lo que creo.

—¿Con qué diagnóstico y qué ideas se enfocan en esta campaña?
—Honestamente siento que se estuvo perdiendo mucho tiempo, siento que este ejecutivo está estancado, que se ha relajado todo el sistema, y cuando el sistema se relaja ya sabemos lo que ocurre.
Los distritos descentralizados, que en su momento fueron un enorme aporte a la sociedad, porque la municipalidad iba a estar en territorio, hoy ya no cumplen ese rol. Veo que se abandonó el territorio. Hoy los únicos espacios contenedores en los barrios son las escuelas y algunos clubes. Se ha quebrado el sistema social. Hay que recuperar urgentemente el armado de una red social de todas las instituciones.
Ya tenemos generaciones de personas cuyos padres murieron en balaceras, generaciones de personas que nunca fueron a la escuela. Estamos viviendo una situación de gravedad institucional muy fuerte, muy grande, y si no tenemos el diagnóstico real va a ser cada vez más difícil vivir, tanto para los que viven en el centro como para los que viven en los barrios. A veces hay que hacerle entender a la gente, al que se compra el cero kilómetro de alta gama, que no va a poder vivir y salir con su auto si seguimos inmersos en esta situación. La pasamos mal todos. La inseguridad es una consecuencia directa de todos estos problemas que yo te estoy diciendo.
Es verdad que a lo mejor con gendarmería vos podes disuadir el delito, pero si no hacemos un abordaje interdisciplinario, si no generamos economías informales, si no generamos la educación informal, si no capacitamos a todos estos jóvenes que abandonan la escuela año por año, para tratar de incluir a todos los que están sin esperanza, sin saber qué hacer, qué viven realmente drogados porque no tienen otra cosa que hacer. Si no logramos ponernos en el lugar del otro, nunca vamos a entender qué es lo que está pasando en esta sociedad. Ese es el diagnóstico que tenemos que tener. Todo eso, hoy el Frente Progresista no lo representa.

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