Amado Boudou es un preso político. Este domingo cumplió años en la cárcel, y quienes realmente deberían estar en prisión escriben las crónicas que intentan embarrarlo, hasta ahora sin más pruebas que algunos dichos.

Si se quiere definir más técnicamente, son pruebas testimoniales, no materiales o documentales, en una causa, la de la quiebra y paso a manos del Estado de la empresa Ciccone Calcográfica.

Si se prueba que Boudou fue un coimero, cuyo testaferro es o fue Alejandro Vandenbroele, que la Justicia lo condene y cumpla con la pena que determinen las diferentes instancias tribunalicias hasta que se pueda establecer una sentencia firme. Mientras tanto, el patético show que nos presenta la asociación ilícita entre el partido judicial, el régimen macrista y los medios más concentrados, todos ellos con algún interés político, particular y/o dinerario en la investigación, está muy lejos de constituir un debido proceso.

Pese a lo que digan en sus titulares Clarín, La Nación, Infobae, La Capital y otros medios cuyos propietarios y muchos de sus escribas en modo alguno procuran acercarse a la verdad, el presunto socio de Boudou, Alejandro Vandenbroele, ahora testigo arrepentido, declaró que no conoce cara a cara al ex vicepresidente, y otras delicias que enumero a continuación, usando como fuente al diario guardaespaldas de la ominosa memoria de Bartolomé Mitre y su asociado Clarín, que en 1998 ya se refería a los lazos entre Ciccone y otros socios, como el Grupo Macri.

  • “Néstor Kirchner ordenó el operativo rescate de la imprenta Ciccone , que fabricaba dinero, al considerarla una empresa estratégica que no podía quedar en manos de sus enemigos políticos ni de empresarios extranjeros”. Nótese que la declaración de Vandenbroele no es imputativa de delito alguno, sólo descriptiva de una decisión política en torno de una “empresa estratégica”, por cuanto una de sus actividades era, nada menos que imprimir moneda de curso legal, que en país alguno el Estado deja que lo haga cualquier persona física o jurídica, y mucho menos una compañía al borde o en proceso de entrar en quiebra. Las comillas, por otra parte, corresponden al artículo de La Nación, no de la declaración judicial de Vandenbroele, por lo tanto, conlleva interpretación interesada, de acuerdo a la línea editorial del medio.
  • “Vandenbroele declaró ante la Justicia como «arrepentido» que el dinero para la capitalización de Ciccone lo puso, además de Brito, el banquero Raúl Moneta”. El primero no es otro que Jorge Brito, presidente y director del Banco Macro. Según La Nación, “Vandenbroele admitió que Brito le pagaba una mensualidad y los honorarios de sus abogados para que tuviera cerrada la boca. Suficiente para entender que obstruye la Justicia”. Brito el viernes solicitó licencia como presidente y director del Banco Macro, y a través de una carta a la Comisión Nacional de Valores, entre otras cuestiones, explicó que lo hace «para preservar a la entidad de los ataques de los que está siendo objeto en el orden personal».
  • La validez o no de la acusación de Vandenbroele está por verse, pero en modo alguno pareciera que se trata de una acusación o ataque personal. Más bien lo declarado por el único sujeto acusado de tener un socio a quien nunca le vio la cara –Boudou– está tipificado en el código penal bajo la figura de soborno. El mismo viernes, siempre según el matutino de la familia Mitre, “el juez federal Ariel Lijo se disponía… a tomar alguna medida respecto de Brito para evitar que perjudique la investigación, como le pidió el fiscal Jorge Di Lello”. Si Boudou está preso porque puede entorpecer la investigación apelando a residuales contactos poderosos, ¿Brito será detenido, habida cuenta de que sus relaciones con el poder nada tienen de residuales, sino más bien son de pasmosa actualidad?
  • Vandenbroele dijo otra cosa más que importante: “Ninguno de los dos podía aparecer porque Cristina Kirchner los detestaba. A Moneta, por menemista, y a Brito, porque creía que estaba detrás de la corrida bancaria que enfrentó en 2010”. La Nación agregó que “Moneta está enfermo tras sufrir un ACV y fue declarado inimputable por la Justicia. Se presentó para reclamar el dinero que supuestamente puso para levantar la quiebra de Ciccone y capitalizar The Old Fund, la empresa de Vandenbroele, pero luego desistió y retiró su reclamo”.
  • La Nación atribuye a Vandenbroele haber dicho, durante las 10 horas que duró su declaración, que “recordó que se encontró con (José María) Núñez Carmona –su socio– cuando hacía una práctica en el estudio Alfaro y que conociendo que su especialidad eran los temas corporativos, le dicen que tienen que fabricar una consultora para poder justificar honorarios por el asesoramiento para el refinanciamiento de la deuda de Formosa. Cobraron más de 7 millones de pesos mediante The Old Fund, creada al efecto, y se los repartieron”.
  • “Vandenbroele dijo que una parte del dinero fue para Martín Cortez, funcionario del Fonfipro. El resto lo retiró en efectivo y lo convirtió en dólares. Explicó que supone que la plata de Cortés era para el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, y que la parte de Núñez Carmona, en billetes, era para Boudou. Sostuvo que nunca lo vio a Boudou cara a cara, pero que sabía de su existencia por Núñez Carmona”. A esa declaración, que no supone otra cosa que una burda sospecha fundada en vaya a saber qué interés de salvar qué ropajes, La Nación, en forma lapidaria, la traduce así: “Acuciado por los cargos en su contra, Vandenbroele… enterró a Boudou, a su socio y amigo Núñez Carmona, a Brito, a Moneta, al ex administrador de la Afip Ricardo Echegaray y a Nicolás Ciccone, uno de los hermanos fundadores de la imprenta”. O sea, un ex vicepresidente enterrado por una suposición. E Insfrán, actual gobernador y reconocido opositor al régimen macrista, salpicado por la misma suposición.
  • En modo alguno conviene olvidar que el miércoles pasado el juez Ariel Lijo homologó “el acuerdo que firmó Vandenbroele al declarar como arrepentido a cambio de una reducción de condena”. Si aún sabiendo que lo que está en juego es su propia condena, el “arrepentido” no puede siquiera establecer que conoció personalmente a quien sería su socio en el delito por el cual tiene razón de ser la causa que se investiga, y en lugar de ello incrimina a poderosos fulanos como Brito y Moneta, ¿cuál sería el “entierro” de Boudou que los medios, en particular La Nación, le asignan a la declaración?
  • Vandenbroele afirmó, también –siempre según La Nación– que en 2009 “Núñez Carmona lo volvió a buscar cuando tuvo otro encargo. Esta vez era Néstor Kirchner el preocupado. Ciccone Calcográfica, la empresa que fabricaba dinero, estaba en quiebra por sus deudas fiscales. Kirchner detestaba a los Ciccone. Los acusaba de vínculos con la dictadura y con Alfredo Yabrán. Pero tampoco quería a Antonio Tabanelli, el dueño de Boldt, al que consideraba financista oculto de los sueños electorales de Eduardo Duhalde y de Daniel Scioli. Y Boldt estaba alquilando Ciccone y pretendía quedársela. Vandenbroele dijo que entonces Néstor Kirchner encargó a Boudou buscar empresarios locales que manejaran la empresa a la que consideraba estratégica en el nuevo mapa regional. No quería que quedara en manos extranjeras, como exploraron los Ciccone”. Es notable observar que muchos de los presuntos datos que arroja el diario porteño con una evidente connotación negativa, enaltecen al fallecido ex presidente. Y otros, tienen que ver con ocultar el verdadero enojo de kirchner, por ejemplo en torno de Boldt, que más que financista de “los sueños electorales de Eduardo Duhalde y de Daniel Scioli”, tiene relaciones político-empresariales sugestivas: el 10 de junio de 1998, cuando el diario Clarín aún no había establecido vínculos comerciales con Boldt, publicó lo siguiente respecto de la frustrada elaboración de los DNI por parte de Siemens, la multinacional alemana: “Siemens fue a la licitación acompañada por las argentinas Boldt y Mail Fast, la española Indra, y las estadounidenses Imaging Automation y Printak. Contaron con el asesoramiento del ex ministro de Justicia Rodolfo Barra. Itron (grupo Macri) se presentó junto a TWR Systems, SHL de Canadá y Malal de Israel. Pero cargó con un lastre político: llevó como proveedores a OCA y Ciccone Calcográfica, dos empresas que insistentemente se han señalado como de propiedad del fallecido Alfredo Yabrán. Por esa razón, durante la licitación se especuló que, si este consorcio ganaba la licitación, el Gobierno enfrentaría una fuerte polémica, lo que dificultaba las chances del grupo de Macri. En setiembre del año pasado, el Grupo Macri se hizo cargo del Correo Argentino”.

El sitio El Forjista, refiriéndose a aquel capítulo de los DNI menemistas, concluyó: “Podríamos afirmar que para esta licitación se formó un verdadero seleccionado de empresarios vinculados al menemismo: Yabran, Ciccone, Tabanelli, Macri, etc”. En todo está la familia presidencial, pero para el establishment, que se quedó sin suculentos negocios gracias a la intervención del kirchnerismo, el corrupto, el abanderado del mal, la estampa de los manejos turbios se llama Amado Boudou. Hay otros estigmatizados, pero en este domingo en que cumple años el hombre que como ministro de Economía decapitó la hidra de las Afjp, bien vale repasar algunas de las verdaderas causas de su persecución judicial.

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