El gran suspenso para esta segunda vuelta de este domingo 17 de noviembre reside, por un lado, en qué harán los votantes del Frente Amplio (FA), que fue la gran sorpresa que dio la izquierda en la primera vuelta, con la candidata Beatriz Sánchez, que cosechó el 20,3 por ciento de los votos. Pero por otro lado, está el fantasma de la abstención, que alcanzó el 46 por ciento y se espera muy alta este domingo. El ex presidente y millonario Sebastián Piñera, que ya ejerció la primera magistratura entre 2010 y 2014, obtuvo el 36,6 por ciento de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias del domingo 19 de noviembre en Chile, y definirá con quien obtuvo el segundo lugar, el periodista y senador Alejandro Guillier, de Nueva Mayoría (NM) que representa la continuidad de la actual presidenta Michelle Bachelet, y que cosechó el 22,7 por ciento de los sufragios.

La agrupación del candidato oficialista está formada por socialdemócratas, socialistas y comunistas. Hasta abril, también la integraba la Democracia Cristiana (DC), uno de los partidos más grandes de Chile y de la alianza oficialista.

Piñera es un representante típico de las ceocracias que se imponen en todo el mundo. Durante su presidencia, impuso el modelo corporativo que suele denominarse comúnmente “el país atendido por sus propios dueños”.

Uno de los hombres más ricos de Chile, es un acaudalado empresario de 68 años, y llega a la elección tras haber ganado la primera vuelta con el 36,6 por ciento de los sufragios y es el abanderado de Chile Vamos, una alianza que integran entre otros, el partido Renovación Nacional (RN), el mayor de la oposición, y la Unión Demócrata Independiente (UDI).

Además, como era lógico, por una cuestión de afinidad ideológica, consiguió el apoyo “sin condiciones” del ex candidato presidencial José Antonio Kast, un diputado ultraconservador, pro-genocidas y declarado “pinochetista” que logró en la primera vuelta un 7,9 por ciento de los votos provenientes, en su mayoría, de la llamada “familia militar”, que reúne a personas que en el pasado sirvieron en las fuerzas armadas o que, sin haber participado, apoyan el genocidio perpetrado por la feroz dictadura. Kast, y ahora Piñera también cuentan con el apoyo de los cristianos evangélicos, que rechazan el aborto y la igualdad de género promovida por Bachelet.

Guiller busca sumar al menos una parte de los votos del sorpresivo 20,2 por ciento obtenido por el FA, una alianza reciente, que encabeza la periodista Beatriz Sánchez y que se convirtió en la tercera fuerza política del país al aumentar de tres a 20 sus diputados y elegir por primera vez un senador.

Pero este traslado de votos está muy lejos de ser automático. Parte de los votantes del FA podrían apoyar a Guiller, para evitar el mayor de dos males, pero otra parte no.

Sánchez y otros dirigentes de la multipartidaria decidieron respaldar a título personal su candidatura al considerar que Piñera representa “un retroceso y un riesgo” para Chile. Pero una cosa es la posición de los dirigentes y otra la de sus votantes,

Para respaldarlo como bloque, FA le exigió a Guillier que se comprometa a condonar la deuda que mantienen miles de universitarios con la banca, el fin del actual sistema de jubilaciones privada y la convocatoria para crear una nueva Constitución que sustituya a la heredada de la dictadura de Pinochet. Es decir, los cambios estructurales que Chile necesita para sacarse de encima de una buena vez la pesada herencia estructural del pinochetismo.

La apatía, el desencanto y la anti-política fueron protagonistas el 19 de noviembre y pueden volver a serlo. El bajo nivel de participación es una tendencia que se viene verificando en Chile desde 2012, cuando el sufragio dejó de ser obligatorio y comenzó a registrarse el nivel de participación más bajo de América latina y el cuarto más bajo del mundo. En las elecciones municipales de octubre de 2016, fue de un 34 por ciento, la participación más baja de la historia de la democracia chilena.

Según el diario chileno Biobio, diversos analistas políticos coinciden en el escenario de “incertidumbre” que proyectan los comicios presidenciales del 17 de diciembre, tienen que ver con la apatía y el bajo nivel de participación.

Luego de que en primera vuelta poco más de 6.650.000 mil chilenos acudieran a las urnas (tan sólo un 46 por ciento del padrón electoral) a juicio de los expertos, “nadie puede predecir lo que sucederá en el balotaje del próximo domingo”, señala el diario Biobio.

El decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno, calificó esta elección “como la de mayor incertidumbre debido a la incógnita de la abstención”.

Por su parte, el analista político y académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, consideró que los votos de la derecha en primera vuelta, es decir los obtenidos por los candidatos José Antonio Kast y Sebastián Piñera, “volverán a ir a las urnas el próximo domingo, por lo que los que pueda movilizar Guillier serán claves para poder predecir un resultado”.

Por su parte, para el académico de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Gonzalo Muller, “no cierra la opción de que Piñera pueda sumar votos de otros conglomerados”.

Según señala Biobio, en la segunda vuelta de 2013, “cerca de un millón menos de chilenos acudieron a ejercer su derecho a voto, con un 59 por ciento de abstención”. En esta oportunidad, consideran los analistas citados por el diario Biobio, “podría incluso aumentar”.

El gran interrogante, más allá de quién resulte ganador, es cuánto se va a animar a cambiar las inconmovibles estructuras neoliberales que dejó el pinochetismo, y que los sucesivos gobiernos democráticos no se atrevieron a tocar.

El director de la revista chilena Punto Final y columnista del sitio argentino Nodal, Manuel Cabieses, no tiene muchas expectativas en este sentido. “Se puede afirmar con absoluta certeza que el modelo neoliberal -que instauró la dictadura mediante el terrorismo de Estado- continuará siendo la piedra angular del sistema que rige en Chile”, señaló Cabieses en la nota titulada “El modelo intocable”, publicada el pasado 9 de diciembre.

El autor indaga en el tipo de subjetividades que genera el modelo neoliberal, una reflexión muy actual en toda la región.

“El modelo de economía de mercado -en rigor, “el sistema”- tiene que ver no solo con el manejo mercantilista y deshumanizado de la economía. Es mucho más: incursiona también en los terrenos de la conciencia colectiva y en el modo de vida de los ciudadanos a los que cautiva con el consumismo y esclaviza con el endeudamiento”, considera Cabieses.

“Los instrumentos pedagógicos y mediáticos tributarios del modelo, se encargan de conformar la corriente de opinión necesaria para elegir “democráticamente” a las autoridades y someter los intereses colectivos a los de una minoría”, agrega el autor de la nota.

“Para llegar a este punto en que un sistema económico-social oligárquico se ha hecho hegemónico, fue necesario un proceso de destrucción de la Izquierda y de su ideario de solidaridad, igualdad y justicia social. La aplicación simultánea de represión a los trabajadores y de vía libre a la oligarquía para que modelara un nuevo sistema económico, social y político, constituyó una contrarrevolución en que las fuerzas armadas y policiales fueron utilizadas -una vez más- como verdugos del pueblo”, describe el director de la revista Punto Final, haciendo referencia a un proceso muy conocido en toda la región.

“Chile lleva más de 40 años gobernado por una minoría cada vez más reducida que actúa a través de las instituciones, los partidos políticos, los medios de desinformación, etc. En los hechos, el poder reside en una plutocracia cuyas ganancias se han visto incrementadas en forma brutal en el último cuarto de siglo. Chile ha alcanzado de esta manera niveles de desigualdad social que lo ubican entre los países más injustos del mundo”, señala el columnista de Nodal.

“La administración reformista de la presidenta Bachelet no ha sido una excepción en esta línea de gobernar para los ricos”, concluye el autor, ofreciendo una de las claves de la elección del domingo.

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