En la Argentina de Mauricio Macri, la educación y la salud están siendo vapuleadas por políticas públicas de ajuste. En la Argentina de Macri, la ciencia y el desarrollo industrial y tecnológico pasaron a segundísimo plano. En tanto, todas las variables sociales, económicas y laborales han empeorado desde que la Casa Rosada se tiñó de amarillo. La Argentina de Macri, que emitió deuda externa por unos 160 mil millones de dólares, negocia préstamos con el Fondo Monetario Internacional, como si se tratara de una mala remake. El plan neoliberal de Cambiemos se propuso –nunca lo dijo– bajar salarios, achicar el Estado, disciplinar a la clase trabajadora, precarizarla, concretar una distribución regresiva de los ingresos, abrir importaciones, reprimarizar la actividad económica, entregar la soberanía y volver a ser colonia. Y, hasta el momento, cumplió con su cometido.
El macrismo pone especial énfasis en la cuestión del financiamiento de corto plazo. Para eso necesita los dólares del FMI. Busca satisfacer a “los mercados”, mientras la población está insatisfecha por culpa de sus políticas de austeridad y pobreza expansiva. La agencia de calificación estadounidense Fitch Ratings proyectó una caída del 2,5 por ciento para la economía de la Argentina en 2018, con una inflación que superará el 40 por ciento anual en diciembre. Estos mismos guarismos fueron reconocidos por el propio Ministerio de Finanzas en un documento de circulación interna. Pero la recesión económica no parece preocuparle demasiado a la alianza gobernante, que tiene otras prioridades.
Macri se sacó una foto con 19 de los 24 gobernadores, a los que les reclamó el apoyo para el proyecto de presupuesto 2019, que incluye la modificación en el esquema de retenciones a los exportaciones de granos, además del programa económico, financiero y fiscal con el que el oficialismo chapea ante el Fondo Monetario y Wall Street antes de volver a pasar la gorra para contener a “los mercados”.
Los mandatarios provinciales esperan, primero, que el gobierno restituya el Fondo Sojero, recursos coparticipables eliminados por un decreto presidencial. Carlos Verna (La Pampa), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Gildo Insfrán (Formosa), el socialista santafesino Miguel Lifschitz coincidieron en rechazar el “presupuesto del ajuste”.
El no al FMI, el no al ajuste perpetuo, no a los despidos, son banderas que guían las protestas callejeras. Movimientos sociales y gremios estatales enrolados en la CTA Autónoma protagonizaron una jornada de paro y movilización, con cortes de calle y ollas populares, en contra del proyecto de presupuesto 2019 “por la subordinación al FMI”, los recortes en áreas sensibles del Estado y los despidos. El Frente Productivo Nacional, conformado por pymes, también rechazó el “presupuesto del ajuste” que intenta votar el gobierno en el Congreso. Los paros pos primavera del sindicalismo combativo y de la CGT volverán a rechazar el ajuste macrista, y pondrán como problemática principal los despidos.
La actividad industrial cayó por tercer mes consecutivo. “Se acelera la destrucción de empleo. Mientras que entre 2003 y 2015 se incorporaron 42 mil trabajadores por año a la actividad fabril, entre 2016 y 2017 se perdieron, en promedio, 33 mil puestos de trabajo por año. En 2018 se acelera el ritmo de caída en el empleo industrial; tan sólo en el primer semestre ya se sacrificaron 20 mil puestos netos; desde que gobierna Cambiemos, se destruyeron 89.200 empleos en la industria”, señalaron en un documento emitido por la Comisión de Economía del PJ de la provincia de Buenos Aires. Según datos del Indec, la industria trabaja casi a media máquina, ya que la utilización de la capacidad instalada fabril se ubicó en julio en 60 por ciento, el nivel más bajo desde febrero del año pasado.
Súper inflación
La continua crisis cambiaria mostró un fenomenal impacto sobre la inflación, como ya abordó la primera plana de este semanario. Cuando termine el año, el índice de precios al consumidor rondará el 45 por ciento. Esto es resultado exclusivo de la política de Cambiemos, y no de los “tormentosos” vaivenes de la economía global o regional. La “inflación supermercado” de la provincia de Santa Fe correspondiente al mes de agosto de 2018 arrojó un aumento de 4,44 por ciento con respecto al mes de julio, según la medición del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso). Más: la canasta básica alimentaria aumentó 5,97 por ciento respecto de julio. La inflación acumulada de los últimos 12 meses en los supermercados para los santafesinos alcanzó el 43,61 por ciento.
“Si se anualizara el desarrollo de estos 8 meses, habría una inflación supermercado en la provincia de Santa Fe de 55,55 por ciento al finalizar 2018”, alertaron en el reporte estadístico. “Vale aclarar que el mes de agosto fue un mes donde el tipo de cambio peso/dólar aumentó 33,57 por ciento, de 28 a 37,4 pesos (casi 10 pesos) y por eso la inflación supermercado en Santa Fe fue mucho menor, ya que la devaluación suele tener un efecto tardío sobre los precios. Por este motivo, septiembre podría ser el mes de mayor aumento de precios de 2018, a pesar del aumento de productos incluidos en la canasta de Precios Cuidados”, indicaron desde el Ceso.
En su último informe, el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) determinó que “la devaluación acelerada de las últimas semanas impactó sobre el precio de todos los bienes y servicios de la economía”. Hubo aumentos promedios del 30 por ciento, lo que representó un duro golpe para los fatigados bolsillos de los trabajadores.
“La vinculación entre el precio de la moneda y el de los demás ítems, tiene una razón de ser económica, que en nuestro país se potencia por causales culturales. Por un lado, una matriz productiva con alto grado de dependencia de la importación de insumos, determina efectos directos sobre los productos finales en contextos devaluatorios. Por otro lado, la espiralización del proceso inflacionario en los últimos meses, determina efectos de segunda ronda dada la carrera precios-costos, que cada vez avanza a mayor velocidad”, se consideró en el reporte de la Undav.
De acuerdo a datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el índice de precios al consumidor de agosto marcó 3,9 por ciento, el indicador más alto del año. El rubro alimentos y bebidas, que más impacto tiene en los sectores de menores recursos, experimentó una suba del 4 por ciento en agosto. El índice oficial se encamina así a superar la barrera del 32 por ciento anual contemplada en el primer acuerdo con el FMI. Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles treparon hasta un 6,2 por ciento.
Las estimaciones y mediciones privadas indicaban que en el octavo mes del año hubo un fuerte traspaso a precios de la devaluación del peso, lo que motivó un recalentamiento de la inflación general. Incluso, para el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), organismo dependiente de la Universidad para la Educación y el Trabajo (Umet), el poder adquisitivo se encuentra en su peor momento desde el 2010. De acuerdo con los estudios de la entidad, la inflación de agosto fue del 4,3 por ciento, el valor mensual más alto desde abril de 2016.
“Tengo que estar tranquilo, porque si me vuelvo loco, les puedo hacer mucho daño”, advirtió el presidente Macri con sus ojos azules saltones. Las polémicas declaraciones del líder del PRO fueron realizadas en un “timbreo” en Mendoza, con fotos y videos. La locura y el mal no son parientes ni socios, por empezar. Y a casi tres años de gobierno, el mejor equipo de los últimos 50 años ya ha provocado mucho daño al tejido sociolaboral argentino. ¿Será la población la que finalmente pierda la calma?