Con el avance de gobiernos neoliberales en varios países de la región, “hambre cero” es apenas una consigna. Cínica, en muchos casos. O una expresión de buenas intenciones, en otros. Cada vez más gente padece hambre.

Por tercer año consecutivo, América Latina retrocedió en el objetivo de lograr esa meta en 2030, al registrar 39 millones de habitantes que viven con hambre y 5 millones de niños que sufren desnutrición.

“Es muy angustiante porque no estamos progresando. Estamos mal, vamos en reversa. Uno puede aceptarlo en un año de una gran sequía o una crisis en un lugar, pero ya cuando son tres años, esto marca tendencia”, señaló el representante en América Latina de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Julio Berdegué.

“Más de 5 millones de niños y niñas en América Latina están con desnutrición permanente. En el continente de la abundancia alimentaria, el de naciones de ingresos medios altos y altos, 5 millones de niños. Es inaceptable”, agregó Berdegué, al tiempo que aclaró que en este caso no es América Central, la subregión que tradicionalmente ha sido más pobre, la que está haciendo insuficiente los esfuerzos, sino que son los países sudamericanos los que se estancaron.

“Son niños cuya vida ha sido ya marcada para siempre. Aunque ahora intervengamos los países, los gobiernos, la sociedad civil, las ONG, las iglesias, las comunidades, su vida ya quedó marcada”, subrayó el funcionario de la FAO.

La efeméride del hambre

El Día Mundial de la Alimentación se celebra anualmente el 16 de octubre para conmemorar la fundación de la FAO. Cada año tiene un tema diferente. Para este 2018 es: “Nuestras acciones son nuestro futuro. Un mundo #sinhambre para 2030 es posible“.

Pero más allá de las consignas, y las buenas intenciones, las estadísticas y las proyecciones, hacen improbable imaginar un mundo sin hambre.

La FAO se fundó con el objetivo de “elevar los niveles de nutrición en todo el mundo, mejorar la productividad agrícola en todos los niveles, mejorar la vida de las poblaciones rurales y contribuir al crecimiento de la economía mundial”.

También brinda asistencia a los países que cambian su política agrícola, para ayudar a las regiones en situaciones de hambruna, así como para ayudar a implementar la tecnología apropiada y facilitar un entorno neutral para discutir temas relacionados con la producción de alimentos.

En la vigésima sesión de la FAO en Roma, Italia, en noviembre de 1979, la conferencia convocó la celebración del Día Mundial de la Alimentación el 16 de octubre de 1981 y en la misma fecha cada año. La Asamblea General de la ONU ratificó esta decisión el 5 de diciembre de 1980 e instó a los gobiernos y a las organizaciones internacionales, nacionales y locales a contribuir a la celebración.

El Día Mundial de la Alimentación se celebra con eventos y programas dirigidos a líderes de organizaciones políticas y no políticas en todos los niveles para aumentar la atención de la prensa sobre temas relacionados con el suministro de alimentos. Además, otras organizaciones de las Naciones Unidas y universidades de todo el mundo organizan simposios, conferencias, talleres y presentaciones de temas particulares relacionados con la producción, distribución y seguridad de los alimentos.

En todo el mundo se organizan actividades para crear conciencia sobre los problemas en el suministro y la distribución de alimentos y para recaudar fondos para apoyar proyectos para ayudar en el cultivo de plantas de alimentos y la distribución de alimentos.

En el Día Mundial de la Alimentación, Berdegué subrayó que los gobiernos deben “convocarnos a todos, facilitar, apoyar, promover la creación de empleo y los ingresos, sobre todo para las personas de los estratos socioeconómicos más débiles”.

“La obesidad nos está acabando, mata más personas que el crimen organizado”, alertó Berdegué, al resaltar que en materia de nutrición la región soporta por un lado la subalimentación y por otra la sobrealimentación.

“Casi 60 por ciento de la población tiene sobrepeso. Hay 250 millones de candidatos a diabetes, cáncer de colon o accidentes cerebro-vasculares”, describió Berdegué.

El representante de la FAO detalló que “existen 105 millones de obesos, muy proclives a estas enfermedades. Más de 7 millones de niños son obesos con problemas de autoestima, desarrollo emocional y físico. Son propensos a morir jóvenes”, describió el representante de la FAO.

“Este problema está creciendo desbocadamente, estamos metiendo 4 millones de obesos más cada año a esta región”, agregó Berdegué.

La última estadística de 2016 dio cuenta de 105 millones de obesos en América Latina y el Caribe: sólo cuatro años antes eran 88 millones.

Ante esta situación, el representante regional la FAO subrayó que es necesario transformar profundamente el sistema alimentario.

“Cómo y qué producimos, qué importamos, cómo se distribuye y cómo es el acceso en tu barrio. Qué haces si vives en uno donde la única tienda que está a 500 metros, nada más vende comida ultraprocesada pero no verduras ni frutas”, explicó Berdegué.

También criticó “la publicidad, que nos está metiendo todos los días que la buena alimentación es irnos a sentar a un restaurante de comida rápida y zamparnos 2 mil calorías de chatarra como si nada”.

“Hay que cambiar hábitos, sí, pero hay que modificar políticas. Hay países, por ejemplo en las pequeñas islas del Caribe, que dependen fundamentalmente de los alimentos que importan, y la gran mayoría de esos alimentos son ultraprocesados, muchos de los cuales de alimento sólo tienen el nombre, porque es pura química, pura grasa y mugre”, señaló Berdegué.

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