Apenas arranca el año y el descontento popular ya se manifestó con dos enormes movilizaciones protagonizadas por trabajadores y sus sindicatos, representantes de la industria y el comercio, los movimientos sociales y decenas de miles de personas de a pie que ya no se bancan el ajuste brutal del gobierno de Mauricio Macri. Primer dato importante, sobre todo para quienes se autoflagelan diciendo que “la gente no reacciona ante el desastre que están haciendo con el país”.

Literalmente en llamas, en una reedición de lo ocurrido siete días atrás en Capital Federal, Rosario desbordó este jueves la plaza San Martín con una masiva marcha de antorchas contra los tarifazos y el modelo económico. Como era de esperar, tal cual lo hicieron la semana pasada, los mal llamados “grandes medios nacionales”, en realidad todos capitalinos –y oficialistas–, escondieron la impactante movilización local contra Macri.

Foto: Manuel Costa

La marcha contra los tarifazos y el ajuste –ejes centrales del modelo que impactan negativamente sobre el 90 por ciento de la población–, que según el entusiasta locutor del acto convocó a unas 100 mil personas, fue deliberadamente ocultada por las corporaciones de la comunicación. En cambio, la agenda del centralismo porteño pasó por la muerte del polémico fiscal Nisman, las fotocopias de los cuadernos del chofer-espía ex coronel y el crecimiento del motochoreo, temas con los que se intentará tapar el desastre económico durante todo el año y darle aire al gobierno con tópicos afines a su estrategia de campaña.

No sólo esconden el descontento popular. Los más de 3 mil evacuados por las inundaciones en el litoral, el brote de hantavirus en el sur del país y la inflación más alta desde treinta años también son invisibilizados por la cortina de humo de Clarín, La Nación y sus satélites.

Mientras los bancos, las empresas energéticas y los exportadores la pasan de fiesta (ver nota Dos caras), el modelo económico de Cambiemos y el Fondo Monetario Internacional está produciendo un verdadero industricidio. Una nueva generación de compatriotas será arrojada a las zonas de pobreza extrema (como ocurrió antes con los genocidas de la dictadura, el menemismo y la Alianza). Eso va a generar más marginalidad y violencia. Hay que detenerlo con urgencia. Lo hemos dicho: la dirigencia política opositora que eluda su responsabilidad ante la gravedad de esta situación, y no trabaje por un frente de salvación nacional (que en lo electoral implica una gran Paso), será cómplice de este criminal plan de retorno al coloniaje y sus consecuencias.

La canalización de la protesta social hacia lo político electoral es el gran desafío del que venimos hablando en estas páginas. Romper la fragmentación opositora, funcional a Macri, será la clave este año. Parecen indicar ese sentido algunas señales importantes surgidas en las últimas horas, y que generan un optimismo que por ejemplo no pudo ocultar Pablo Moyano, uno de los impulsores junto a la CTA de la marcha contra los tarifazos. “Cristina presidenta y Massa gobernador (de Buenos Aires) podría ser una fórmula fuerte”, reconoció el referente camionero sobre una especie que circuló esta semana.

¿Quien hubiera osado pensar, cuatro años atrás, una alquimia posible entre Cristina, Moyano, Massa, más buena parte de la diversidad política, gremial y social que se expresó en la marcha contra los tarifazos? Tal vez todo eso (el ancho y diverso movimiento nacional y popular), no logre confluir en toda sus manifestaciones, pero la amplitud necesaria para articular una fuerza política con vocación de poder deberá andar por ahí.

El pueblo, con sus organizaciones, sí reacciona. Y marca un rumbo. Lo viene haciendo desde que llegó Cambiemos a la Casa Rosada con todo tipo de protestas. Y lo volvió a demostrar este jueves, como para que no queden dudas de que en este 2019 electoral la protesta social será una constante, y que no se toma vacaciones. Que esa bronca popular se conduzca unida en las urnas y no se disperse, es la tarea. De manual, diría Juan Domingo.

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