Yo no sé, no. Con Pedro nos acordamos que pasando la Vía Honda íbamos hasta un lugar que parecía casi un polideportivo, ya que pegadito a la quinta había una lagunita (con ranas), un campito como para una cancha de 5, un pedazo de tierra de 2 x 2 para la boli, y a metros otra vía, con sus señales de chapa que no servían de blanco para afinar la puntería con la gomera. Al lugar se llegaba pasando un cañaveral. El segundo gran poste del tendido eléctrico estaba repleto de nidos, a los que nunca tocamos, un poco porque nos servía como señal, y otro poco por admiración y respeto, por lo que resistían los agostos de fuertes vientos. 

Una vez elegimos ese lugar para jugar un partido contra unos de Barrios Moderno que se la daban de ásperos, y como no llegábamos a 11 elegimos ese lugar, que entre nosotros lo nombrábamos como “el de los nidos”, porque al mirarlos nos llenaban de fortaleza, según decía Pedro. Además, en ese partido, por más que era un amistoso, no iban a aceptar el resultado por más goleada que le metiéramos. Lo cierto es que a las piernas fuertes de ellos, más fuerte metíamos nosotros. Ya en el segundo tiempo, con una amplia ventaja a nuestro favor, no los perdonamos y term inamos goleándolos. Ellos le habían puesto de nombre a su equipo: El ventarrón de Moderno. 

Cuando empezamos a noviar, ese ese era un lugar preferido, sobre todo los días de mucho viento, ya que al mirar esos nidos presentíamos que muchas cosas buenas se venían. 

Un agosto, en tiempos de dictadura, vimos que a ese gran poste le faltaban unos cuantos nidos, otros estaban semi destruidos, casi sin habitantes, como si hubieran desaparecido todos. Pedro, cuando los vio, recuerdo que me dijo: La cosa debe estar fulera, que ni los nidos abundan. 

Para colmo, al tiempo el tren dejó de pasar y ya ni daban ganas de tirarle a las señales de chapas. La quinta se transformó en un yuyal, y al Cañaveral lo destruyeron. Otro día vimos con Pedro, en pleno agosto, que a pesar de los vientos había un árbol colmado de nidos. Yo pensé: si a pesar del clima estos se animan, puede ser que los vientos están cambiando, que le encontramos la vuelta para que se empiece pronto a recuperar Pan y Trabajo para TODOS, a recuperar trenes, quintas, canchitas, cañaverales, amores. Y sin olvidarnos de aquellos miles de nidos desaparecidos, podremos recuperar el vuelo de aquellos sueños, de aquellos nidos. 

Llegando a casa, escucho lo agresivos que están los que manejan «los mercados». Y veo que por abajo, en un rincón, hay un nuevo nido, y que la Tota (la ganza) puso lo que hay que poner para garantizar la felicidad y el triunfo de TODOS.

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