“La educación sexual integral (ESI) es una herramienta fundamental para prevenir y erradicar la violencia por motivos de género”, expresa categórica la profesora Dolores Covacevich, integrante de la Asamblea Permanente por la ESI, al referirse a qué hacer desde la educación ante el femicidio de Julieta Del Pino. También sostiene que, como todo proceso educativo, demanda constancia, permanencia y de un trabajo a largo plazo “para construir sociedades más igualitarias, equitativas y justas”.

Para la educadora, en las aulas tiene que estar presente el reclamo de justicia, pero también darse los espacios necesarios para una presencia activa de la ESI. “Hay que pedir justicia por Julieta y por todas, todos y todes que ya no están, que han sido víctimas de la violencia patriarcal, de la misoginia y del machismo; de esa violencia machista que nos mata, nos vulnera, nos violenta. También que nos demanda estar alertas todo el tiempo para conversarlo y habilitar espacios de diálogo y de escucha”, opina Covacevich, quien es cientista de la educación, profesora de nivel superior, integra el Programa de ESI de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), además de referenta el Area de Géneros y Sexualidades del Instituto Superior Olga Cossettini.

Afirma que, más que buscar recetas, es clave habilitar espacios de propuestas y de debates para la ESI, aun en la virtualidad. Repasa que con sus compañeras de militancia feminista todo este tiempo de aislamiento sanitario han sostenido ciclos y actividades con la consigna “La ESI no entra en cuarentena”.  Y esto –añade Covacevich–  “porque se trata de un contenido como los demás, obligatorio y que no podemos no aplicar y no abordar, sobre todo en un contexto donde no siempre los hogares son lugares seguros”.

Para reforzar la relevancia y el impacto que tiene la plena implementación de la educación sexual integral, la profesora trae a la charla el relevamiento difundido en una nota periodística de fines del año pasado, que da cuenta de “la cantidad de casos de violencia de género o abusos que se detectaron gracias al trabajo de la ESI en las aulas”. (“Detectaron mil casos de abuso sexual y violencia familiar gracias a la ESI”, El Ciudadano, 8 de diciembre de 2019).

Pata fundamental

La educadora vuelve una y otra vez sobre la ESI como “la pata fundamental” que tienen las escuelas, la formación docente y la educación en general “para trabajar sobre vínculos violentos, para construir relaciones más equitativas e igualitarias, para trabajar sobre las masculinidades, sobre los estereotipos de géneros y esos roles arcaicos que se nos han asignado”.

Pero a la vez advierte que además de los femicidios y el incremento de denuncias por violencia de género no deben desconocerse “los travesticidios y los transfemicidios que durante esta cuarenta también se sucedieron”. “Todo esto –señala– tiene que ver con la violencia por razones de género y por eso hacemos hincapié en trabajar los contenidos de la ESI desde esta perspectiva”.

Covacevich alerta que en tiempos de pandemia y cuarentena se han incrementado estos crímenes y las denuncias por violencia de género.

Santa Fe es una de las provincias que tristemente encabeza estas estadísticas. La semana pasada se difundieron datos oficiales que indican que en el primer mes de la cuarentena se registró un promedio de 224 denuncias diarias de situaciones de violencia contra la mujer –sin contar femicidios–, en las ciudades de Rosario, Reconquista, Rafaela, Santa Fe y Venado Tuerto (“Rosario, a la cabeza en situaciones de violencia de género”, Redacción Rosario, 24 de julio 2020).

Tiempo antes, otro relevamiento dado prácticamente en el mismo período por el Observatorio de Femicidios de La Casa del Encuentro, indicaba que “desde el 20 de marzo hasta este 16 de abril, 21 mujeres (de las cuales 4 eran niñas) fueron asesinadas producto de la violencia machista”. Buenos Aires está a la cabeza de esos números, seguida por Santa Fe (“Durante el aislamiento se resgistraron 21 femicidios en el país”, Redacción Rosario, 16 de abril de 2020).

Integral y transversal

“Los de la ESI son procesos a largo plazo, en una tarea constante y permanente. Nunca podemos dejar de trabajar estas temáticas que son obligatorias, pero además se prevén de manera transversal e integral, en tanto están presentes todo el tiempo, en todos los espacios curriculares y en los niveles educativos”, dice Covacevich. Esa mirada –añade– es la que además habilita todo el tiempo, y compromete, a no dejar fuera de las conversaciones cotidianas temas como la violencia por razones de género o noticias como el femicidio de Julieta Del Pino. Julieta fue asesinada por Cristian Romero, el fin de semana pasado y cuando volvía de trabajar. Ocurrió en Berabevú.

El sentido integral y transversal de la ESI lo remite no solo a la manera de encarar esta enseñanza en las aulas, sino a cómo se relaciona con otras políticas públicas. Cita aquí el Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivo de Género (2020-2022) lanzado recientemente por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Una iniciativa –dice- “que se prevé transversal, integral, permanente y que va de la mano de la ESI”.

Más sobre la ley

Dolores Covacevich destaca una vez más a la ESI como la herramienta que desde la educación “permite articular con otros marcos normativos, otras leyes, con otros programas y planes nacionales, en un entramado que excede al trabajo en el aula”.

“Se trata –profundiza– de poder traspasar los límites de la escuela, porque en definitiva estamos formando ciudadanas, ciudadanos y ciudadanes”.

La ley de ESI (26.150) fue sancionada en 2006 y desde entonces rige para todo el país. En 2008 se aprobaron los lineamientos del programa de ESI, un instrumento que orienta el trabajo de esta educación desde el nivel inicial hasta la formación de docentes. Son muchas las organizaciones educativas y feministas, como la Asamblea Permanente en la que milita Dolores, que trabajan para que la ESI sea un derecho de las infancias y adolescencias, para ofrecerles un presente y porvenir libre, sin miedos. Para que nunca más nadie se lleve la vida de ninguna joven como le pasó a Julieta Del Pino.

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