Trabajadoras y trabajadores autogestionados tienen poco para celebrar. No faltan reconocimientos y señales positivas, pero las respuestas concretas demoran y agravan la situación del sector.

La urgencia crece y la espera de las respuestas anunciadas se hace demasiado larga. Esta es la sensación que prima entre las trabajadoras y trabajadores de las empresas recuperadas y la autogestión, al cabo de más de un año de gestión del actual gobierno nacional y en vísperas de un nuevo 1º de Mayo, en el que otra vez habrá poco para celebrar y mucho para reivindicar.

Lo de la falta de motivos para celebrar se arrastra desde fines de 2015, cuando el triunfo macrista inició el retorno del neoliberalismo más salvaje, voraz y antiobrero, cuyas políticas deterioraron el mercado interno y pusieron al Estado al servicio de grandes negocios de empresarios amigos.

Con el triunfo del Frente de Todos en 2019 la expectativa cambió, pero la irrupción de la pandemia empeoró la situación económica y la emergencia sanitaria absorbió el grueso de los esfuerzos y recursos estatales, que además el gobierno manejó en medio de presiones muy fuertes del establishment patronal y sus cañones mediáticos, que lograron imponerle su agenda, en la que la autogestión y las empresas recuperadas no tienen lugar.

Con todo, hubo avances que sostuvieron las expectativas, como el traspaso al Ministerio de Desarrollo Productivo del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), en el que Mario Cafiero asumió como presidente con un activismo esperanzador que se truncó con su fallecimiento en septiembre del año pasado.

Desde entonces, se prolongó una acefalía que ahondó las dificultades propias de los tiempos pandémicos y no permitió acciones acordes a las crecientes necesidades de la mayoría de las empresas en manos de sus trabajadoras y trabajadores, que recibieron del Estado menos asistencia que el sector privado.

Ya a principios de este año se designó como nuevo presidente del Inaes a Alexandre Roig, quien asumió a poco de que el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas anunciara medidas de financiamiento y apoyo a empresas recuperadas y cooperativas de trabajo.

Sin embargo, los primeros cuatro meses del 2021 transcurrieron sin que las medidas anunciadas se concreten y aporten a revertir el crítico panorama de un sector siempre valorado en los discursos pero poco contemplado a la hora de distribuir los recursos estatales.

Vale recordar que lo que se destaca en los discursos es la potencialidad de la autogestión para evitar la exclusión definitiva de miles de trabajadoras y trabajadores que pierden su inserción laboral en las empresas del sector privado. Es por ello que no disminuyen los procesos de recuperación de empresas y la conformación de cooperativas de trabajo para desarrollar diversas actividades económicas. Se trata de herramientas legitimadas socialmente a partir de su concepción basada en el trabajo colectivo y solidario, ideales para salir de los laberintos fatales de la lógica del mercado.

El propio Roig lo remarca cada vez que se lo consulta desde los medios. “Este es un sector central en la sociedad que al mismo tiempo es invisibilizado. Es un dispositivo colectivo que privilegia lo común. Siempre se sale mejor de las crisis con procesos colectivos y no individualizados. Nuestra sociedad está entre las más cooperativizadas y mutualizadas del mundo, pero en el imaginario político general no tiene esa presencia. El imaginario está partido en dos: el Estado y el mercado. La realidad está por lo menos dividida entre el capital público, el social y el privado. Hay que lograr visibilizar, instalar y darse cuenta de que ese imaginario ya funciona así en la Argentina, y funcionaría mucho mejor si asumiéramos que es así”, describe el titular del Inaes.

Y menciona como objetivos principales de su gestión “garantizar el derecho a la matriculación, el acceso al crédito para todas las entidades y transformar el imaginario de la sociedad sobre mutuales y cooperativas”.

Mientras, en las empresas recuperadas y autogestionadas el imaginario de recuperación y crecimiento está jaqueado por una realidad adversa, que reclama mucho más que reconocimientos simbólicos y señales a futuro.

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