Leticia Cossettini y Mario Piazza

La Red Cossettini le rinde homenaje al director de la película documental La escuela de la señorita Olga, Mario Piazza. El reconocimiento es a 30 años de haberse estrenado en Rosario el filme sobre la historia de la llamada Escuela Serena. Se realiza esta tarde a las 15, en el Museo Castagnino.

“Un filme que tiene plena vigencia”, dice Amanda Paccotti, una ex alumna de la Escuela Dr. Gabriel Carrasco donde tuvo lugar -entre 1935 y 1950- la experiencia pedagógica dirigida por Olga Cossettini y acompañada por su hermana Leticia Cossettini. Y quien también aparece compartiendo su testimonio en el documental.

El estreno del filme rosarino fue el 27 de septiembre de 1991. Pasaron 30 años y el documental guarda un valor cultural, educativo y patrimonial para la educación argentina y de la Patria Grande.

Reúne testimonios de quienes fueron alumnas y alumnos de la Señorita Olga, además de su hermana Leticia Cossttini. Relatos e imágenes de cuadernos y actividades van narrando la historia de esta escuela de barrio Alberdi de Rosario.

En uno de los pasajes de la película de Piazza, aparece Leticia describiendo con singular belleza cómo era el barrio cuando Olga llega a tomar la dirección: “Olga llega a la escuela con esa pasión y con ese deseo inmenso de conectarse con la gente, con el barrio. Se encuentra ahí con un grupo de maestros que ya trabajaban en esa escuela. El gran prodigio inicial de Olga fue conseguir lentamente, poco a poco, que esos maestros comprendieran sus postulados de la educación, se hicieran sensibles a las ideas que ella aspiraba aplicar dentro de las experiencias en la escuela…”.

Siguen luego recuerdos de quienes de niñas y niños pasaron por la Escuela Carrasco. Se intercalan dibujos, fotos y hasta alguna filmación de la época. Registros únicos que permiten revivir de qué se trató aquella experiencia.

Leticia dice en el documental que Olga se encarga de dar los planes de enseñanza que marcaba el Estado “vivificados” en las experiencias de lo cotidiano. Así “barrio, paisaje y escuela convivían en una armoniosa fraternidad”, marca la maestra (1904-2004).

En charla con Redacción Rosario, Amanda Paccotti cita a una querida maestra amiga que asegura que cada vez que se encuentra con un grupo de maestras o maestros deprimidos o con falta de ánimo por alguna razón les muestra el video de La escuela de la señorita Olga. Sin dudas el filme es un gran inspirador para pensar en una educación creativa en cualquier tiempo y lugar, y hasta salir adelante de malos momentos.

El documental de Mario Piazza refleja con fina sensibilidad esa experiencia pedagógica encarada por las hermanas Cossettini que ya es patrimonio de la educación pública.

En el homenaje de esta tarde al director del filme estarán presentes -además de Piazza- representantes de la Red Cossettini, de los equipos directivos de las Escuelas Carrasco, Victoria Olga Cossettini, Leticia Cossettini y del Instituto de Educación Superior Olga Cossettini. Además de educadoras y educadores especialmente convocados.

El acto se organiza junto al Museo Castagnino+Macro, es presencial pero por razones de protocolo Covid solo se asiste con invitación. Se transmitirá en vivo por el Canal de Youtube del Museo Castagnino.

Escuela pública, barrio obrero

La fotografía y cámara de la película La escuela de la señorita Olga es de Tristán Bauer; el montaje de Laura Bua y Mario Piazza, y el sonido director de Eduardo Safigueroa. El documental dirigido por Mario Piazza tiene una duración de 48 minutos.

Según reseña el Portal Educ.ar, Olga Cossettini (1898-1987) transformó la escuela Gabriel Carrasco “en un lugar de libertad y formación artística único en su tiempo”. Ninguna ni ninguno de sus alumnas y alumnos se olvida de la Señorita Olga.

Olga Cossettini
La educadora Olga Cossettini. Foto: captura de imagen del filme de Piazza.

“Era una escuela pública de un barrio obrero. Sin maestros especializados y con escasos recursos consiguieron, en forma paulatina, ir cambiando el rígido sistema educativo de la época”, resumen en Educ.ar. Estos cambios significaron que en la llamada Escuela Serena “no había hora de dibujo, artes plásticas o expresión corporal: la educación estética era parte nodal de la formación” de las niñas y los niños. “Las asignaturas -marcan- perdían sus contornos y tanto la Biología como la Geografía podían invitar a recurrir al pincel o a la poesía”.

“En la base de esta manera de concebir el currículum -definen desde Educ.ar- estaba la convicción de que la escuela debía ensanchar la capacidad del niño de imaginar, de crear, de expresarse y de elegir en qué lenguaje hacerlo”.

Sostenidas en estas ideas en la escuela de Alberdi tuvieron lugar el Coro de Niños Pájaros, el Teatro de Niños y el de Títeres, la danza, los conciertos fonoeléctricos, el modelado, el laboratorio de ciencias, las excursiones por el barrio, una revista escolar, la cooperativa de alumnos, las misiones culturales, la biblioteca escolar y pública, el consultorio odontológico y el control oftalmológico, entre otras iniciativas.

 

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