En un año, el número de personas con hambre en América Latina y el Caribe creció en 4 millones. Un nuevo informe de la ONU dice que 56,5 millones de personas lo padecieron en 2021, mientras que 268 millones enfrentan inseguridad alimentaria.

El estudio se reproduce en la página oficial de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en la sección Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Se titula “En un año, el número de personas con hambre en América Latina y el Caribe creció en 4 millones”. Este retroceso, señala el informe, se produce después de un aumento ya desalentador de 9 millones de personas entre 2019 y 2020, con el número de personas desnutridas alcanzando un total de 56,5 millones en 2021, el 8,6 por ciento de la población regional.

“La situación es extremadamente grave. En sólo dos años, trece millones de personas han caído en el hambre. Y cuatro de cada diez personas viven con inseguridad alimentaria, mientras que todavía tenemos que prepararnos para los impactos de la crisis alimentaria actual, incluida la guerra en Ucrania”, dijo el representante regional de la FAO, Julio Berdegué.

El nuevo informe de la ONU señala que, del total de personas con hambre en 2021 (823 millones), más de la mitad vive en Asia, más de un tercio en África, mientras que América Latina y el Caribe concentra el 7,4 por ciento de quienes sufren hambre a nivel mundial.

El hambre en la región casi se duplicó

El SOFI (sigla que hace referencia en inglés al estado de la inseguridad alimentaria en el mundo) es una publicación conjunta de la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según esta publicación, el hambre casi se ha duplicado en América del Sur desde 2015, y el Caribe presenta la mayor proporción de población afectada en la región (algo más del 16 por ciento), en comparación con alrededor del 8 por ciento en América Central y América del Sur. “Estamos frente a una crisis compleja y de proporciones, que requiere acciones sin precedentes, no sólo de los gobiernos sino de todos los actores del sistema agroalimentario regional”, dijo Berdegué. El informe agrega asimismo que la inseguridad alimentaria también ha continuado empeorando en América Latina y el Caribe, impulsada en gran parte por América del Sur, aunque el deterioro se ha ralentizado tras un aumento relativamente pronunciado de la inseguridad alimentaria en 2020. En 2021, el 40,6 por ciento de la población (268 millones de personas) enfrentaron inseguridad alimentaria moderada o grave, un aumento de 1,1 puntos porcentuales desde 2020.

La inseguridad alimentaria grave afectó a 93,5 millones de personas en 2021, luego de aumentar de 1,4 puntos porcentuales, a 14,2 por ciento, un incremento de casi 10 millones de personas más en un año, y casi 30 millones más en comparación con 2019.

“La cantidad de personas en situación de inseguridad alimentaria en la región sugiere que el problema ya no se limita a grupos sociales que han vivido en la pobreza durante mucho tiempo; la inseguridad alimentaria ha llegado a las ciudades, y a decenas de miles de hogares que antes no la habían vivido”, dijo Berdegué.

Brecha de género e inseguridad alimentaria

La brecha mundial de género en la inseguridad alimentaria, que había crecido en 2020 bajo la sombra de la pandemia de COVID-19, se amplió aún más de 2020 a 2021, impulsada en gran medida por las crecientes diferencias en América Latina y el Caribe, así como en Asia.

En 2021, el 31,9 por ciento de las mujeres en el mundo padecía inseguridad alimentaria moderada o grave en comparación con el 27,6 por ciento de los hombres. La creciente brecha es más evidente en América Latina y el Caribe, donde la diferencia entre hombres y mujeres fue de 11,3 puntos porcentuales en 2021, en comparación con 9,4 puntos porcentuales en 2020.

Consecuencias de la guerra en ucrania

En cuanto a los impactos de la guerra en Ucrania, los estudios sugieren que, en la hipótesis más moderada, el número global de personas desnutridas en 2022 aumentaría en 7,6 millones de personas, mientras que este aumento ascendería a 13,1 millones de personas por encima de las estimaciones de referencia, si se considera un hipotético escenario más severo. Para América Latina y el Caribe, al 2022, esto significaría un aumento de 0,62 por ciento en el número de personas desnutridas en la región –350 mil personas– bajo el escenario de impacto moderado, y de 1,13 por ciento –640 mil personas– bajo el escenario de impacto más severo. “La región ha perdido 20 años de lucha contra el hambre. Es un agravamiento de una condición que ya era desastrosa, lo que nos indica que la recuperación pospandemia no ha llegado a los hogares”, dijo Berdegué, y precisó: “Llevamos retrocediendo desde el 2015. La mayor catástrofe vino del 2019 al 2020, pero volvemos a tener un leve empeoramiento este año, con casi cuatro millones más de personas que pasaron hambre”.

Según indica el estudio, los países con mayor prevalencia de hambre son Haití (47,2 por ciento), Venezuela (22,9 por ciento), Nicaragua (18,6 por ciento), Guatemala (16 por ciento), Ecuador (15,4 por ciento) y Honduras (15,3 por ciento), mientras que los menos afectados son Uruguay y Cuba (menos de 2,5 por ciento) y Chile (2,6 por ciento).

Teniendo en cuenta el récord de muertes, extensas cuarentenas y escasez de equipamiento y atención médica, la FAO indica que América Latina es la región más desigual del mundo y fue una de las más afectadas en términos sanitarios y económicos por la crisis sanitaria, que elevó la pobreza al 32,1 por ciento en el 2021.

Refiriéndose a la situación de inequidad que afecta a todo el mundo, el economista francés Thomas Piketty escribió en su blog (“Le blog de Thomas Piketty”) una entrada titulada “The new global inequalities” (“Las nuevas inequidades globales”), en la que señala: “Podemos esperar pacientemente a que el crecimiento y las fuerzas del mercado distribuyan la riqueza. Pero dado que más de dos siglos después de la Revolución Industrial la participación del 50 por ciento más pobre es apenas del 4 por ciento en Europa y del 2 por ciento en Estados Unidos, puede que estemos esperando mucho tiempo. También se puede argumentar que la situación actual es lo mejor que podemos hacer y que cualquier intento de redistribuir la riqueza sería económicamente peligroso. El argumento es débil”.

“¿Qué se puede hacer para proyectar este movimiento a favor de la igualdad a largo plazo? La igualdad es históricamente inseparable de la evolución hacia una mayor prosperidad Idealmente, se debería considerar una redistribución de la herencia. Como mínimo, debemos dejar de prometer dádivas fiscales a los más ricos y centrarnos en reformar el impuesto sobre la propiedad, que es un impuesto muy pesado e injusto para las personas que van camino a la propiedad de la vivienda, y que debería convertirse en un impuesto progresivo sobre el patrimonio neto”, propone Piketty.

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