En la primera vuelta de las elecciones presidenciales ganó el voto nulo con un 17,4 por ciento. La ex primera dama Sandra Torres Casanova (15,78 por ciento) y el diputado Bernardo Arévalo de León (12 por ciento) se enfrentarán en segunda vuelta.

El índice de pobreza alcanza en Guatemala el 61,6 por ciento. El de informalidad laboral, el 71,1 por ciento. Es uno de los países más desiguales de América Latina, según el Banco Mundial. Unos 10,3 millones de sus 17,6 millones de habitantes viven en la pobreza y la mitad de los niños de menos de cinco años sufre desnutrición crónica, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que también señala que su tasa de homicidios triplica el promedio mundial.

En este contexto, el domingo 25 de junio tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales, marcadas por el autoritarismo del gobierno actual, el escepticismo y el desinterés de la población, la atomización y el carácter mutante y volátil de los partidos políticos, la violencia y la corrupción endémicas.

Izquierda proscripta

La campaña se vio afectada por una gran injerencia de la Justicia, que proscribió a dos candidatos, y por un clima de autoritarismo y represión en el que se persiguió a opositores y periodistas. 

Las autoridades electorales y judiciales excluyeron a dos aspirantes: el empresario derechista Carlos Pineda y a la integrante de un pueblo originario y candidata de izquierda Thelma Cabrera.

La activista proscripta es representante del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca), una organización de derechos humanos de base que trabaja para mejorar la situación de pobreza en las áreas rurales de Guatemala. De ascendencia maya Mam, ya fue candidata presidencial en 2019 por el partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos. Pero esta vez no pudo ser.

“El Tribunal Electoral de Guatemala ha negado la inscripción para participar en las elecciones presidenciales a dos voces críticas con el Gobierno del presidente Alejandro Giammattei. Se trata de la líder indígena Thelma Cabrera y el ex procurador de Derechos Humanos Jordán Rodas, quienes presentaron sus candidaturas a la presidencia y vicepresidencia por el Movimiento de Liberación de los Pueblos, una organización política antisistema, de izquierda, que aboga por el reconocimiento de los derechos indígenas y una renovación del Estado guatemalteco. Las autoridades electorales han alegado que Rodas tiene pendiente investigaciones de parte de la Contraloría durante su gestión como procurador, aunque el candidato afirma que cuenta con todos los requisitos establecidos por la ley electoral guatemalteca y ha denunciado la posibilidad de un «fraude» en los comicios”, informó El País de Madrid

“Las mafias organizadas pretenden dejar fuera a una de las candidaturas decentes de las elecciones. Es inaudito que el TSE rechace nuestra inscripción. La democracia en Guatemala ha retrocedido otro paso, le temen al pueblo y sus decisiones soberanas”, aseguró el columnista de El País, Carlos S. Maldonado.

Se presentaron 22 candidatos presidenciales. Al no alcanzar ninguno más del 50 por ciento de los votos (de hecho todas y todos cosecharon muchos menos), el balotaje tendrá lugar el 20 de agosto. El voto es voluntario. Además, se eligieron 160 diputados, 340 alcaldes y 20 representantes al Parlamento Centroamericano. Unos 9,4 millones de guatemaltecos estaban habilitados para elegir al sucesor del presidente derechista Alejandro Giammattei, quien llega al fin de su mandato de cuatro años con 76 por ciento de desaprobación, según la encuestadora ProDatos.

La grave situación social de Guatemala, su democracia de muy baja intensidad, la violencia y la corrupción imparable no son más que algunas de las consecuencias de las políticas anti-populares que se vienen aplicando desde hace décadas.

Ganó el voto nulo

La opción preferida de las y los votantes que acudieron a las urnas fue la del voto nulo, que con un 17,4 por ciento superó a todos los candidatos y candidatas. En la primera vuelta de 2019 los nulos fueron 4,1 por ciento.

La ex primera dama Sandra Torres Casanova y el diputado Bernardo Arévalo de León se enfrentarán en la segunda vuelta.

Torres Casanova, de 67 años, obtuvo el primer lugar y por tercera vez consecutiva con su partido, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), aseguró su participación en la segunda vuelta. La ex esposa del ex presidente Álvaro Colom Caballeros (2008-2012) obtuvo el 15,78 por ciento del total de votos emitidos. Hace cuatro años, en las elecciones de 2019, la ex primera dama sucumbió en la segunda vuelta ante el actual presidente, Alejandro Giammattei. Y ocho años atrás, en 2015, también perdió frente al comediante Jimmy Morales (2016-2020).

En segundo lugar, Bernardo Arévalo de León superó el 12 por ciento del total de votos de la mano de la agrupación política Semilla, nacida en 2015 para emprender la lucha anticorrupción.

Las encuestas señalaban que Arévalo de León, actual diputado, obtendría un séptimo u octavo puesto, pero el apoyo en las áreas urbanas fue trascendental para su acceso a una segunda vuelta.

En tercer lugar quedó el candidato oficialista de derecha Manuel Conde con 7,84 por ciento, en cuarto el empresario de derecha Armando Castillo con 7,37 por ciento y en quinto el centrista Edmond Mulet con 6,78 por ciento, según informó el Tribunal Supremo Electoral.

La derechista Zury Ríos, hija del ex dictador Efraín Ríos Montt, quedó en sexto lugar, con 6,68 por ciento. Ella y Mulet figuraban detrás de Torres en los sondeos previos.

Según informó el medio británico BBC Mundo, el último informe de Cultura Política- Barómetro de las Américas de 2021, indica que sólo el 14 por ciento de los guatemaltecos confía en los partidos y menos de un tercio (32 por ciento) en las elecciones. Además, mostró datos preocupantes para la institucionalidad como que apenas un 52 por ciento apoya la democracia y el 51 por ciento toleraría un golpe de Estado “cuando hay mucha corrupción”.

Entrevistado por el medio británico, el experto en historia y procesos políticos y electorales de América Latina Rogelio Núñez Castellano destacó que en ningún otro país de la región se ha vivido el fenómeno de que un partido nunca repitiera en la presidencia. “Los partidos guatemaltecos en sí no están enraizados en la sociedad y esto ocurre porque la mayoría no representan sensibilidades sociales, sino que responden a intereses particulares de grupos determinados”, agregó.

“Hay una extrema desconfianza por parte de la población que viene de una escasa cultura política democrática. Pero también nace de un caldo de cultivo: que el Estado guatemalteco ha sido siempre ineficiente, muy mal financiado y sin dar al ciudadano lo mínimo: educación pública y sanidad de calidad, seguridad”, señaló el especialista citado por la BBC.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 01/07/23

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