La deslealtad de López y Ramírez contra Artigas, y de Urquiza contra el federalismo, son expresiones de una constante histórica. Hoy se observan en la decisión de Perotti ante un eventual ballotage Bullrich-Milei.

El gaucherío desordenado y anárquico andaba suelto pero juntándose para matear, churrasquear y compartir. Ese grupo de negros, originarios y gauchos de a caballo se rejuntaba en fogones que se volvían asambleas.

Plantaron un ideario y construyeron una lucha por un buen vivir colectivo. Armaron un “conductor conducido protector y natural”. Acompañaron a Artigas y buscaron ese proyecto. Claro que intentaron domesticarlos y subsumirlos al orden establecido y colonial con coimas y amenazas.

Las instrucciones de la Asamblea de 1813 indican “no admitir otro sistema que el de confederación para el pacto con provincias que forman nuestro Estado”. (Archivo Artigas, Montevideo, 1974). El sueño por una confederación no fue una locura regional y agitó otras aguas.

Mauricio Castaldo, profesor de Historia entrerriano, afirmó en este medio: “Es notable y extraordinario el parangón y el encuentro histórico y político entre el proyecto federal multicultural artiguista y la propuesta dialéctica, libertaria y revolucionaria del Confederalismo Democrático, expresada por el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, Abdullah Ocalan”. 

La Banda Oriental apostó en su territorio a otra lógica, sin manto británico, portugués o paraguayo, apostó a una federación litoraleña, muy distinta a la lógica porteña que terminó dominando. 

Pero López y Ramírez, tras vencer a los unitarios en Cepeda (febrero de 1820), firmaron el Tratado de Pilar. Artigas fue derrotado en Tacuarembó. Luego, los orientales y entrerrianos se enfrentaron en Las Guachas, el 13 de junio de 1820. Orientales, con apoyo de correntinos e indígenas, lograron vencer esta primera batalla pero Ramírez, con apoyo porteño y tras una serie de contiendas, se quedó con la victoria. 

Fuera de sus patrias

Artigas se exilia con algunos leales en Paraguay. En 1832, el presidente uruguayo Rivera lo invita a regresar a su país. Pero, como en 1840, afirma: “Ya no tengo patria”.

Telmo López, al ser acusado por no apoyar la muerte del Paraguay también afirmó: “Después de Pavón, cuando el viejo unitarismo se apoderó del gobierno, el país dejó de ser mi patria”. Telmo, nacido en 1833, e hijo de Estanislao López, se inició en milicias santafesinas y combatió contra Rosas. Tras su exilio en 1851 fue parte del Ejército Grande (brasileños, uruguayos europeos y federales en Caseros). 

En 1855 era mayor del ejército de la Confederación. El prestigio le venía de su padre, que había aniquilado la “amenaza mocoví” en el norte de su provincia. Horacio Guido, en su libro El traidor: Telmo López y la patria que no pudo ser (Sudamericana, 1998) resalta que la lucha de facciones superó el concepto de la unidad nacional. El autor –catedrático e historiador– indica que Telmo, “militante, se alistó en el ejército paraguayo, durante la guerra de la Triple Infamia”.

Esperando “al Cleto Urquiza”

“Los «mueras» contra Mitre y contra los salvajes unitarios no cesan un momento en Entre Ríos. Esto se desborda. En vano trata el general Urquiza de comprimir el espíritu público. Entre Ríos es un torrente que dentro de poco no habrá fuerza que lo contenga”, afirmaba Evaristo Carriego, padre del poeta. 

El interior esperó que Urquiza se aliara con Paraguay y así poder rescatar a la Confederación. Cuando una flota paraguaya de Solano López invadió a Corrientes, muchos federales se unieron al proyecto de enfrentar a Mitre, a Río de Janeiro y a Montevideo. Además de soldados y gauchos, Telmo López fue uno de los que pasó al bando opositor a los unitarios.

“Las más horrorosa traiciones”

Como los que ganan escriben la historia y muchos perdedores pasan a ser llamados “traidores”, Telmo ya no es más que el hijo del prócer, y Artigas sólo un uruguayo.

Hubo quienes prefirieron arrear ganado a sus comarcas y feudos. Norberto Galasso retoma una carta de Artigas a Ramírez de abril de 1820: “No es menor crimen haber hecho ese vil tratado sin arrojar del país al enemigo aborrecido que trata de conquistarlo. Esa es la peor y más horrorosa de las traiciones de vuestra señoría”.

Después de Cepeda, Ramírez “gestionó“ armas con la burguesía porteña en pago por su ruptura con Artigas. Ramírez reclamó a Sarratea (13 de marzo) “auxilios” en virtud del acuerdo secreto firmado con el Tratado del Pilar, para garantizar la “libertad de Entre Ríos”, y la independencia de Buenos Aires. 

Ramírez triunfó sobre Artigas “gracias al concurso de un piquete de artillería de seis piezas y un batallón de 320 cívicos de Lucio Mansilla”, según Eduardo Acevedo, en su libro José Artigas.

Pero a espaldas de Ramírez, Estanislao López firmó con el nuevo gobernador bonaerense, Martín Rodríguez, el Tratado de Benegas. En pago de su gesto por levantar el cerco de Buenos Aires y traicionar a Ramírez, el otro teniente artiguista recibía una compensación de 25 mil cabezas de ganado. 

Ramírez cayó al querer salvar a su compañera Delfina: muerte caballeresca se corona con el degüello. Sus vencedores cortaron la cabeza del caudillo y la enviaron a Estanislao López. El gobernador escribió: “La heroica Santa Fe, ayudada por el Alto y aliadas provincias, ha cortado en guerra franca la cabeza del Holofernes (otro descabezado)”

El poder del enemigo encuentra cómplices

“Debemos aclarar que Ramírez fue un caudillo que, con mando militar y político, se volcó contra su Jefe –Artigas–, al cual derrota, terminando con su liderazgo y los sueños revolucionarios que su figura encarnaba”, decía Osvaldo Delmonte, historiador, sindical y de derechos humanos, del Museo de la Memoria Popular Gualeguaychú.

“La defección de Ramírez nos interpela sobre una constante histórica, que son las traiciones (desde adentro). No siempre el poder del enemigo determina las derrotas, o tal vez, ese inmenso poder hace que encuentren cómplices, engañados o no, para debilitar o desviar los genuinos procesos populares de sentido social”, explica el ex coordinador de la sede en Gualeguaychú de la facultad de Humanidades de la Uader, cátedras de Derechos humanos e Historia social y política.

“Pero esas batallas continúan en el presente, en la interpretación y valoración de las mismas, como en la búsqueda y materialización de aquellos sueños inconclusos o traicionados. Es muy esperanzador observar cómo, pese a intencionados olvidos y a los intentos de apagarlos, siempre resurgen. Es así que el ideario popular y justiciero de Artigas, según mi óptica, está más vigente que nunca, y avanza”, decía a El Eslabón, en junio del 2015, Delmonte, fallecido en diciembre de 2022.

Urquiza y la derrota federal

Para la historia, Urquiza es un prócer nacional. El Palacio de San José de Concepción del Uruguay es símbolo de su prosperidad. En Pavón (1861), Urquiza, al abandonar la victoria, marca el inicio de la derrota definitiva federal. El país quedó en manos de Mitre y su feroz represión aplastó a los federales.

La guerra contra el Paraguay –1865-1870– marcó las conciencias. Sin el retiro de Urquiza no hubiera sido posible. 

Renovadas traiciones

Los cambios de posicionamientos políticos, apoyos diferentes u opuestos ya no son traiciones, ahora se dicen aggiornamientos. Y el muy oportuno de Omar indicó que ante un ballotage Milei vs Bullrich, votaría al Guasón de Libertad Avanza.

En tanto, Pullaro aseguró: “Primero, apuesto a que la presidenta sea Bullrich porque comparto valores, un programa de gobierno y gestioné junto a ella la seguridad, yo de la provincia y ella de Nación”.

Alguno dirá que Milei fue defensor del menemismo, que respaldó a Reutemann, quien tuvo como funcionario a Perotti. Seguidor de ajustes en salud y educación, levantó bronca de familias sin techo, educadores, enfermeras, choferes. Y puso su espada por intereses de la patria sojera, cerealera y grandes empresarios del Bolsa de corruptos.

Su gobierno no vio a Vicentin y sus estafas a trabajadores, pequeños productores, Banco Nación y la quiebra a una de cerealeras.

En tanto, Agustín Rossi sostuvo que la interna puso en juego “dos modelos de provincia y de peronismo”, y dudó que Perotti acompañe. Para Lewandowski “el problema no es la interna sino qué se hizo para retener la provincia y la mayoría de las ciudades o localidades”. Y el diputado nacional Eduardo Toniolli (Movimiento Evita) admitió: “Estamos en organizar la campaña desde el peronismo con fuerzas aliadas para que Massa sea presidente”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 30/09/23

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