Se develó un misterio. Ahora se sabe por qué las consignas de los caceloreros son tan fragmentarias, autocontradictorias y racistas: están inspiradas en Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia de EE.UU, quien ante una cámara oculta ofreció una explicación, clara y brutal, de la visión del mundo individualista-neoliberal-conservadora-racista.

Romney y los caceroleros argentinos están unidos por un hilo muy visible. Un profundo y estructurante denominador común. Es una misma ideología, una misma visión del mundo ahistórica, individualista, elitista y retrógrada, que niega la existencia de los procesos sociales y la lucha de clases. Esta identidad discursiva nada tiene que ver con la magia, ni con la inspiración en el sentido más espiritual y romántico. Sólo es política. Apenas ideología, en estado puro, brutal, despojada de los mohines, chuchos y disimulos de las puestas en escena que alimentan el discurso político para la tribuna. Romney sin careta, directo y brutal. Los caceroleros argentinos tienen un amigo.

Una misma argumentación estructura el discurso de Romney y los balbuceos cacerolísticos. La descripción que sigue, advertimos, puede herir ciertas sensibilidades. Se recomienda el uso preventivo de algún antiemético.

Romney y los caceroleros piensan que los pobres son vagos, que no trabajan, y que dependen del Estado. Los pobres, holgazanes, caraduras y fracasados, le exigen ayuda al Estado. Pretenden que el Estado les asegure salud, educación, vivienda. Por eso votan a quienes les aseguren estas ventajas, estas injustas dádivas. Van a votar, siempre, sin pensar, sin reflexionar, por aquellos candidatos que les otorguen estas prebendas. En cambio, los sectores medios y altos, que sí trabajan, deben pagar impuestos para solventar a estos zánganos protegidos por los gobiernos populistas. Los zánganos son personas que no han sabido construirse una vida propia, seres dependientes que no han sabido o no han querido crecer, avanzar, aprender, trabajar, y que ahora se presentan como víctimas.

Idénticos. Un mismo discurso. Una misma matriz ideológica. La filosofía del éxito individual que nada quiere saber de la historia, ni de la lucha de clases, ni de la puja de intereses y las correlaciones de fuerzas en una sociedad. Individualismo puro, en altas dosis. Y racismo.

Mitt Romney dijo: “Hay un 47 por ciento de la gente que votará al Presidente (Obama) de todas formas. Está bien, hay un 47 por ciento que está con él, que depende del gobierno, que se considera a sí mismo víctima, que cree que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlo, que cree que tiene derecho a cobertura médica, a alimentación, a vivienda, a lo que pida. Que tiene derechos”.

Mitt Cacerolero dijo: “Hay un 54 por ciento que vota y siempre votará a Cristina porque Cristina los mantiene, les da plata, porque no quieren trabajar. Estos vagos se presentan como víctimas y creen que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidar de ellos, creen que tienen derecho a cobertura médica, a alimentación, a vivienda, a lo que pidan. Creen que tienen derechos. Quieren que los mantengamos nosotros, que sí trabajamos”.

Un mismo discurso antidemocrático, de desprecio por las mayorías. La voluntad popular resulta despreciada, descalificada. Las bases mismas de la democracia son rechazadas con argumentos racistas, discriminatorios. Según estos planteos, los votos de algunos sectores vales más que el de otros.

La gran operación de los medios hegemónicos por estos días consiste, entre otras artimañas, en aislar la realidad política y social mundial de lo que sucede en la Argentina. En todos los continentes del mundo los que protestan piden una mayor intervención del Estado en la economía. Los indignados de Europa y EEUU exigen al Estado que asuma más responsabilidades y ponga límites a la avaricia infinita de los mercados, causante de la crisis actual. Los indignados argentinos no piden eso.

Pero existen algunas diferencias, parciales pero significativas, entre Romney y el cacerolero argentino típico. Mitt es multimillonario. Los caceroleros argentinos, en cambio, pertenecen, en su mayoría, a sectores medios. Romney confesó que sólo paga el 15 por ciento de impuesto sobre su cuantiosa, incalculable fortuna. Los caceroleros argentinos, que en general no tienen fortunas tan enormes, rara vez hablan de su situación fiscal. La fortuna personal de Romney, estimada entre 190 y 250 millones de dólares, proviene de especulaciones en bancos de Wall Street. Mitt es un fiel cliente de Goldman Sachs. Los caceroleros argentinos, en cambio, vienen siendo víctimas de un cepo cambiario, populista y venezolano, que les impide llegar a juntar semejante cantidad de dólares. Por injusticias cómo éstas salen a las calles. Una cacerola para Mitt. Y Reliverán para todos.

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6 Lectores

  1. Facundo

    19/09/2012 en 12:21

    Excelente nota, para que la gente que no sabe del tema entienda el concepto, y abra la cabeza de una vez, quejandose sin sentido «de la falta de democracia y libertad de expresion», en una marcha multitudinaria sin ningun tipo de represion ni censura, a pesar de carteles pasados de tonos, con frases infundadas por el bombardeo de los medios y tocando de oido en la mayoria de los casos, lamentablemente.

    Responder

  2. Matias

    20/09/2012 en 9:54

    Cuanta pobreza en un análisis directo a criticar a un sector de argentinos que no está de acuerdo con las políticas del gobierno.

    Muchachos, fomenten trabajo y no planes.

    Responder

    • Juane Basso

      20/09/2012 en 10:32

      Pobreza es la de tu comentario. Menos de treinta palabras, una chicana y ni un sólo argumento. El primer trabajo que se me ocurre fomentar es el tuyo. Que te parece si hacés un pequeño esfuerzo intelectual… Vamos, tomate el laburo de reflexionar un rato, y date un tiempo frente al teclado para explicar qué pensás en cuatro o cinco párrafos al menos, y en qué disentís con esta nota.

      Responder

  3. graciela

    20/09/2012 en 19:47

    Yo digo como no salen con las cacerolas ahora que le van a cobrar el estacionamiento en el Parque España, menos al gimnacio, claro ahi esta la plata, como se quejaban xq con $6 no se comía, y ahora le cobran $6 la ahora el estacionamiento y nadie se queja, mientras que en los barrios falta, agua, luz, no hay cloacas, aguas servidas en las calles, no pasa un puto barrendero y te van aumentar el TGI y nadie se queja no salen con las cacerolas a protestar

    Responder

  4. damian

    21/09/2012 en 9:28

    excelente como siempre pablo

    Responder

  5. Mel

    21/09/2012 en 11:02

    Yo en verdad deseo que sigan saliendo a cacerolear. Como todo lo que hace esta gentuza es tan naturalmente burdo y auto-denigrante, terminan siendo ellos mismos la mejor excusa para que gane el Kirchnerismo en próximas elecciones (vamos, ya pasó con la movida del campo, que era una manifestación a la paz y al civismo, comparado con la violencia de estos bestias). Y el que no fue para insultar y solo se expresó normalmente «en contra» del Gobierno, que desestime este comentario, pero también que no le extrañe quedar pegado, porque hay que hacerse cargo, en política, con quién te juntás. En la marcha estaba Pando, yo no necesito ningún otro dato.

    Responder

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