El Eslabón rodó hasta Moreno al 4800 para conocer la historia de Alianza Sport, cincuentenaria institución que vio pasar a jugadores de la talla del Tolo Gallego y el Chelito Delgado, y que hoy tiene al goleador de la Rosarina.
Hernán Pastor, titular del club aurinegro que hoy tiene su predio en Moreno y Gutiérrez, en la populosa zona sur de la ciudad, recibió a el eslabón en lo que él llama su “segunda casa”. “Traje a mi nene a jugar acá, hace 9 años, y no me fui más”, dice, y agrega: “Me la pasaba en el club, tratando de dar una mano en lo que pudiera, y después de participar un par de años en una Comisión Directiva –como vocal– terminé siendo el presidente”.
Este futbolero de alma remarca que lo primordial en su gestión es estar, “ir a las reuniones de la Asociación Rosarina de Fútbol (ARF), llenar papeles, fichar a los chicos, convencer a otro presidente para que te dé el pase de tal jugador”, y que lo importante es “que la gente vea que estás siempre acá, para solucionar cualquier inconveniente que pueda surgir”. “Esta es mi segunda casa –confiesa– vengo todos los días un rato, y los sábados y domingos no existo para otra cosa que no sea el club. Por suerte, mi señora y mi familia saben que esto es lo que me apasiona y me bancan”.
Pastor, quien asegura –entre risas– haber sido “un 5 que no corría tanto como el Chocho Llop” pero que “intentaba tocar de primera, a lo Redondo”, se enorgullece de la buena onda que tiene con los padres de los más de 300 pibes que juegan en la institución que preside. “Quizás sea porque me tienen un cariño especial, por la cantidad de años que estoy y por cómo me manejo con ellos y con los chicos, pero por suerte nunca tuve problemas con nadie”.
Todo a pulmón
Tal como ocurre con la mayoría de los clubes de barrio de la ciudad, Alianza se sostiene por la desinteresada colaboración de aquellos y aquellas que sienten un especial cariño por la entidad. “Acá venimos a dar una mano. Lamentablemente no le podemos pagar a ningún jugador y a ningún profe, pero los que vienen lo hacen porque les gusta y saben cuál es nuestra realidad”, explica su titular, y argumenta: “A los chicos no les cobramos nada, sino que les pedimos a uno de los dos padres que paguen una cuota mensual. Por ahí, hay algunos que por su situación económica no lo pueden hacer y los becamos, pero la mayoría paga y con eso podemos afrontar los gastos, mantener el predio, las canchas, etc. Y cada tanto hacemos alguna cena o rifa que, sumado a las recaudaciones de los fines de semana, ayudan a sostener todo esto”.
Por las canchitas de la entidad sureña, corren semana a semana unos 300 pibes, entre los del Baby, las inferiores y la Primera División, y aunque siempre aparece uno que la rompe y llama la atención del planeta redondo, Hernán es más que cauteloso en ese sentido.
“Hay muchos chicos que pintan, incluso todos los años llevamos a muchos de ellos a probarse a Lanús, a San Lorenzo, y tenemos una persona que colabora con el club en esa función”, cuenta, pero rápidamente aclara: “Igual, lo que le digo a los padres, a los chicos, e incluso a mi hijo (es categoría 2001 y juega de 6 ó de 3), es que primero estudien. Si después se les da en el fútbol, mejor; pero primero está el estudio. En el fútbol llega uno cada mil”.
Esta campaña volveremos
En cuanto al rendimiento futbolístico en la temporada 2015, el balance que hace Pastor es positivo. “En Primera estábamos prácticamente peleando el descenso pero pudimos repatriar al Chete Ojeda (ver «El Matador»), que estaba a préstamo en Central Argentino de Fighiera, y gracias a sus goles pudimos zafar. En inferiores anduvimos muy bien, y en Baby pudimos completar todas las categorías en casi todos los partidos, así que muy conformes con lo hecho en la última temporada”.
Alianza se fundó un 28 de septiembre de 1963 y los primeros terrenos que ocupó, antes de mudarse a los actuales en 1970, estaban ubicados en Dorrego y Presidente Quintana. Ingresó a la Rosarina en 1996, y lo más cerca que estuvo de alcanzar la gloria fue en 2013 cuando perdió una polémica final del Torneo Ivancich (participan los equipos de las 3 categorías de la ARF) con Rosario Central. “Íbamos ganando 1 a 0, en cancha de Central Córdoba, y el árbitro adicionó inexplicablemente 4 minutos más. Pero cuando pasaron esos 4 dejó seguir, y ahí nos empataron. Después, para colmo, terminamos perdiendo por penales, y algunos de los muchachos no se pudieron controlar y volaron algunas trompadas contra el árbitro”, rememora aún con bronca este ex volante central que jugó mucho tiempo en Tiro Suizo y que también pasó por Adiur y los internos de Provincial y Funes, y se lamenta: “Fue una verdadera pena, porque era la primera vez que Alianza llegaba a esa instancia y porque estuvimos tan cerca de ganar. Además nos terminaron sancionando económicamente (unos 20 mil pesos de multa) y no dejándonos jugar en la siguiente edición de ese certamen”.
El Matador
Ricardo Ojeda no surgió de Alianza pero se hizo ídolo a fuerza de goles y por la cantidad de amigos que lo siguen cada vez que juega con la camiseta aurinegra. Fue el máximo artillero del Torneo Gobernador Luciano Molinas, el certamen por excelencia de los que organiza la Asociación Rosarina, en 2009, 2012, 2013, siempre con la camiseta aurinegra. Y después de haber estado un año a préstamo en Central Argentino de Fighiera –que participa de la Liga de Villa Constitución–, regresó a mitad de 2015 para volver a encabezar la tabla de goleadores, jugando una rueda menos que sus rivales.
Este delantero flaquito pero siempre bien ubicado en la zona en que se definen los partidos, probó suerte de pibe en Central, y también lo intentó años después en Deportivo Italiano y en el fútbol paraguayo, pero no quedó. Hoy, con 27 años recién cumplidos, es la carta ganadora del elenco aurinegro que aspira a pelear cosas importantes en la temporada que se avecina. “Aunque lo vienen a buscar de todos lados, sobre todo para llevarlo a jugar al campo, el Chete me dio la palabra que se va a quedar en Alianza y que quiere pelear el campeonato”, sentencia el presidente Hernán Pastor.
Si no se siente, no se entiende
Ernesto Rey es quien dirige actualmente a la Primera de Alianza, aunque él prefiere decir que está “dando una mano y esperando delegar”. El tipo es hincha de Central Córdoba (“Nací enfrente del Gabino”, asegura), y le brillan los ojitos cuando recuerda monstruos a los que vio con la camiseta charrúa (“Tuve la suerte de jugar con el Trinche”, desliza para envidia de este cronista). Y es, por sobre todas las cosas, un apasionado de la redonda.
“Tengo 65 años y me pasé la vida viendo fútbol”, asevera Rey, quien también tuvo el privilegio de observar en vivo y en directo, pero desde atrás del alambrado de la cancha de once de Alianza, a pibes que luego se consagrarían a nivel profesional, como Ever Banega, Ángel Correa y el Chelito César Delgado: Pero también “a muchos que podrían haber llegado y no llegaron, por un montón de factores”, como se encarga de remarcar. Y argumenta: “Acá no es sólo jugar bien al fútbol. Hay un montón de otras cuestiones que hacen que muy pocos lleguen. Las responsabilidades, el sacrificio, la presión, bancarse vivir en una pensión y lejos de su familia. No es para nada sencillo y sólo un porcentaje muy bajo triunfa”.
Este hombre, que se la pasa en el club de Moreno al 4800 “dando una mano en lo que pueda”, dice que su sucesor –“porque yo estoy más cerca del retiro que otra cosa”– tiene que ser alguien que “quiera” a la institución aurinegra, “porque si no lo sentís, no lo entendés”.
Además de los mencionados, otros jugadores que trascendieron en el plano profesional y que vistieron en algún momento la camiseta de Alianza Sport, fueron: el Tolo Américo Rubén Gallego, el ex volante canaya Hernán Sapito Encina y el rubio ex delantero de Newell’s Sebastián Cobelli.
(Publicado en la edición 229 del semanario El Eslabón)
