07 bilsky

Uno tiene muchos millones de dólares. El otro también. El estadounidense hizo la plata a través de oscuros negocios inmobiliarios. El argentino también. El yanqui es racista, misógino y explotador. El argentino también, pero no lo dice: fingió ser un bailaor zen-peronista para ganar la presidencia.

Donald Trump es multimillonario, racista, misógino, explotador y violento. Es como una parodia del yanqui imperialista, un patrón de estancia avasallante y retrógrado. Un asco, para ser sintéticos y objetivos.

Pero Donald lo dice todo, sin vueltas ni eufemismo. Se jacta de sus miserias y a la derecha más retrógrada del imperio la seduce sus “propuestas” brutales. Es el precandidato republicano que mejor mide en las encuestas con vistas a las elecciones presidenciales de este año en EEUU.

Mauricio Macri tiene muchos puntos de contacto con Trump, pero una diferencia: no dijo lo que iba a ser durante su campaña. Fingió. Cambió de disfraces cuantas veces fue necesario. Mintió siempre, parejito. Y se convirtió en presidente.

Pero los puntos de contacto son más impactantes: millones, muchos millones gracias a la corrupción sistemática y los negocios sucios. Contactos con la mafia. Una concepción del mundo empresarial, donde manda el mercado y quienes actúan en su nombre. Y el apoyo de millones de odiadores y resentidos.

Resulta muy interesante y esclarecedor cruzar y comparar la información que brindan dos libros. Uno se editó y reeditó en la Argentina y es de fácil acceso. El otro se publicó en EEUU hace ya algunos años, está en inglés y es difícil de conseguir.

Por un lado, El Pibe. Negocios, intrigas y secretos de Mauricio Macri, el hombre que quiere ser Presidente, de la periodista y ex legisladora porteña Gabriela Cerruti. Se publicó por primera vez en 2009 y fue reeditado, en versión corregida y aumentada, en 2015. Durante la presentación, poco antes de las elecciones, la frase que más se escuchó fue: “Si lo conocés, no lo votás”. No funcionó.

El libro cuenta, entre otras muchas cosas oscuras, abyectas, cómo Macri se proyectó a la presidencia de la Nación desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde fue jefe de Gobierno durante dos períodos signados por la corrupción: contrataciones directas, vetos de cualquier norma que limitara sus movimientos, y un escándalo por escuchas telefónicas ilegales por el cual estuvo procesado.

El libro de Cerruti revela cómo el Grupo Macri, más allá de la prédica contra el Estado, creció gracias al Estado, corrompiendo funcionarios y coimeando empresas para obtener contratos, cambiar las reglas económicas, y licuar sus deudas. También se describe la Cosa Nostra argentina: una familia que movió los hilos de la masonería, la banca, la Iglesia, la Justicia y la Casa de Gobierno.

Cerruti le dedica un capítulo completo al episodio Trump, el titulado “Manhattan”.

Uno de los datos salientes que acercan a los dos millonarios son sus de contacto con la mafia. En el caso de Trump, con las distintas mafias neoyorquinas. Cerruti narra los encuentros entre los Macri –primero su padre, Franco, luego el propio Mauricio–, con Trump. Fueron varias reuniones de negocios, con el objetivo de cerrar una operación inmobiliaria, el Proyecto Lincoln West.

Fue una larga saga de reuniones difíciles, trabadas, con desconfianzas y traiciones mutuas. Se extendieron entre 1982 y 1983. Fue una larga partida de naipes entre fulleros. Una negociación que convierte a la película El Padrino (todas sus partes) en un cuentito para chicos inocentones. Terminó mal, y a Franco, quien la calificó como “la pesadilla de Nueva York”, le costó su segundo matrimonio (porque pasaba demasiado tiempo en tierras yanquis) y un infarto.

La biografía no autorizada de Trump de Wayne Barrett se publicó el 1992, y causó gran revuelo en EEUU. Reveló los entresijos más oscuros y repugnantes del millonario, especialmente sus conexiones con la mafia y la corrupción gracias a la cual amasó millones. Su título, Trump: The Deals and the Downfall, puede traducirse como Trump: Los negocios y la caída.

El texto de Barrett resulta hoy algo desactualizado con relación a la “caída” de Trump, que en verdad fue un amague, pero nunca se produjo. Es un volumen de 492 páginas. Por suerte, en la página 475, tiene índice. Sólo es cuestión de buscar “Macri”, y así empaparnos con la gran cantidad de datos, precisos, probados, documentados, que el autor ofrece acerca de los turbios negocios entre ambos magnates.

Es como zambullirse en una piscina repletita de bosta: coimas al por mayor, especulación financiera, hiper-explotación de trabajadores, misoginia galopante y una concepción del mundo algo elitista, como para decirlo con un eufemismo.

Barret, que describe a Mauricio como “el hijo adolescente” de Franco Macri, le dedica más de 25 páginas a la negociación con el padre y unas 5 a la intervención del ahora presidente de la Argentina. Para Mauricio fue un verdadero “bautismo de fuego”, y él se asigna haber logrado que la cosa no terminara peor de lo que terminó. En términos personales, se ganó la amistad y la complicidad de Trump. Desde entonces son compinches, juegan al golf y hacen negocios.

“Yo creo que me ayudó en la negociación mi audacia de los veintipico. Trump era loco, caprichoso, pero yo no me enganchaba, llegaba tarde a las reuniones, se las cambiaba de horario… No, Donald, a la tarde… Anoche salimos con una minas espectaculares y estoy muerto. Y cuando llegábamos a negociar todo estaba más relajado”, cuenta Mauricio en la página 67 del libro de Cerruti.

Barret cuenta que Trump despreciaba a Franco por tosco y por no manejar el inglés, aunque todas las negociaciones se hicieron con la intervención de una traductora.

En julio de 2015, durante una entrevista con Hugo Morales que luego reprodujo Diario Registrado, el periodista estadounidense Joe Goldman habló de los negocios que durante años mantuvieron los Macri con el millonario yanqui ultraderechista, y se refirió a sus “estrechos lazos que lo atan a la mafia”. Goldman lleva décadas viviendo en la Argentina y desde hace años se desempeña como corresponsal y productor de ABC News, señaló Diario Registrado.

“El grupo Macri intentó hacer negocios construyendo un edificio de 150 pisos en Nueva York sobre una propiedad que Macri había comprado en el lado oeste de Manhattan”. Fue una iniciativa faraónica conjunta entre ambas empresas, señaló Goldman, que contó que en este marco, cuando Trump vino a la Argentina en 1984, “Mauricio Macri fue el encargado de hacer el tour para él, incluyendo un asado en el campo con Donald Trump y su esposa Ivanna”.

El periodista estadounidense confirmó que Mauricio estaba involucrado efectivamente en aquel megaproyecto neoyorquino, en el que también lo estaban gángsters de la mafia de Nueva York y Atlantic City. De hecho, el proyecto se frustró porque no pudieron “arreglar” con todos los grupos mafiosos que manejan el negocio inmobiliario en la pulcra, perfecta y ejemplar Nueva York.

Mauri es igual a papi

Eric Trump, uno de los hijos del magnate precandidato republicano a la presidencia de los EEUU, Donald Trump, comparó a su padre con Macri. “Ambos son empresarios exitosos”, dijo Eric, que se mostró seguro de que su papi ganará las elecciones. “Pienso que va a ganar, en todas las encuestas figura como ganador por más de tres puntos. Es muy similar a Mauricio Macri, en el sentido de que también es un empresario exitoso”, señaló Eric, entrevistado por el diario uruguayo El País.

“Hace seis meses que está en la carrera política y está teniendo un éxito rotundo en todas las reuniones que realiza. Además de ser una excelente persona, sería un excelente presidente y administrador”, aseguró el hijo del precandidato conservador, una de las pocas personas en la Vía Láctea capaz de decir que Donald Trump es una excelente persona.

Eric, de visita a Punta del Este, donde el grupo Trump construye una torre de departamentos de lujo, atribuyó el respaldo que está recibiendo su padre al hecho de que “no es un candidato políticamente correcto”.

“En Estados Unidos la gente está muy cansada de los políticos que se sientan o simplemente leen o recitan un discurso. Están sentados en el escenario leyendo de una pantalla lo que les van diciendo, lo que tienen que decir, no hay pasión, no hay emoción”, añadió Eric en declaraciones al diario uruguayo. Los políticos tradicionales “todos los días consiguen donantes que entregan fondos y que reciben favores como contrapartida”, señaló. “En cambio, mi padre no necesita el trabajo, no necesita el dinero, y no acepta dinero para financiar su campaña”, agregó.

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