Yo no sé, no. Pedro se acuerda cuando venía la fiesta del 25 en la escuela, la fiesta patria. Él, como era uno de los rubiecitos, decía que capaz lo metían en el bando enemigo, entre los realistas. Entonces se preparaba para quemar el corcho y hacerse algunos bigotes. Quería ser aunque sea vendedor de velas, pero no quería estar entre los realistas.

También se acordaba de una canchita que no tendría más de 25 metros, que estaba al lado de la Santa Isabel de Hungría y que la había hecho un vasco, un español. Era una canchita dura. Le rellenaron todos los pozos con piedras y te raspaba mal cuando te caías.

Además, se acuerda que a mediados de los 60 tomaba la comunión y fue –como todos los pibes– a manguear por el barrio. Y se fue hasta el otro barrio donde había vivido, que estaba más al centro, y los vecinos lo recordaban con cariño y uno le dio un par de monedas de 25, no se acuerda si eran 25 guitas o 25 pesos, pero era la más grande que había, eran enormes. Y presume que tendrían un sol, un sol enorme en unas de sus caras.

Eran años en los que todavía a la gente le alcanzaba. Él iba a comprar 25 de mortadela y 25 de queso, y zafaba con el mate cocido. O 25 de carne y 25 de pan, eso ya hablando de pesos.

Eso sí, a la patria le faltaban 25 pal peso, porque el peronismo estaba prohibido. Eso le fallaba a ese período en el 65. También se acuerda cuando en el 73, en otro 25, los compañeros salieron libres. Ahí la democracia se hizo real, porque salían los que habían combatido, los que habían peleado en las fábricas, con o sin fierros.

También se acuerda, más acá en el tiempo, de la 125, en donde más allá del despiole que se armó y que estuvimos al borde de que nos acuesten, los que teníamos que estar de un lado lo estábamos. Más allá de si se podía ser mejor o peor, era la hora de los bifes, de tocarles la moneda y había que defender el gobierno. Ahí mucha gente se dio cuenta de que éstos no andan con chiquitas cuando te quieren voltear porque les afectás los intereses en serio.

Por ahí se podría haber hecho mejor esa lucha de tocarles el bolsillo, pero se hizo. Y los que la comprendieron estuvieron de un lado, con el gobierno de entonces. Algunos estuvieron confundidos y los otros, mezquinos, defendiendo intereses personales o intereses de clases, de lo peor.

Ahora, estos CEOs capaz que ni reivindican el 25 de Mayo. Capaz le van a ir a pedir perdón, como hizo el Gato, a los españoles por zapatear en contra de ellos y hacer un cabildo abierto. Pero Pedro piensa, mirando la moneda y tocándola, que capaz que aparecen los 25, los que nos faltan para el peso, los soles del 25 que te dan libertad como en aquel tiempo a los compañeros, que tienen que darle libertad a Milagro Sala, libertad en las paritarias, libertad en el acceso al morfi, a la escuela, a la cultura, y libertad a la patria misma.

Y capaz que aparezcan estos soles, quién te dice. En una de esas, si aparecen éstos van a querer que llueva. Pero una vez que aparezcan, y por vocación nuestra, la cosa se va a dar vuelta. El sol del 25 viene marchando.

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