“El movimiento de mujeres potenció toda mi actividad y cada vez la puedo compartir con más personas. Con chicas muy jóvenes que demuestran mucho interés por los títulos de la editorial y de todas las edades, porque por la clínica que coordina Beatriz Vignoli pasaron mujeres más grandes que por ahí se postergaban y pudieron hacerse un lugar para sí mismas, como escritoras y productoras”, contó Victoria Lucero, fundadora de La Ciudad de las Mujeres, un espacio “para la creación y difusión de libros de mujeres escritoras, hermosas, creativas, apasionadas y brillantes”. El catálogo incluye clásicos como El segundo sexo de Simone de Beauvoir y Un cuarto propio de Virginia Woolf, y otros títulos de Emily dickinson, Clarice Lispector, Sylvia Plath. También fueron editados los diarios de Alejandra Pizarnik y libros de Anne Sexton, Anais Nin, Beatriz Preciado, Itziar Ziga, Rita Segato y Virginia Despentes, entre muchas otras.

Además, el sello tiene cuatro títulos propios: Parca y Aire de Natalia Coluccio, poeta de Buenos Aires, Árbol camino de Florencia Volonté, de Rosario, y Líquida de Nadia Grisetti. “Me gusta hablarle a la gente del proyecto para que sepa que, por ejemplo, si yo vendo un libro de Virginia Woolf lo hago también para sostener el proyecto y poder publicar y difundir a otras autoras locales”, explicó la editora, que elabora todos los ejemplares con sus propias manos, cosiendo, encuadernando, haciendo las tapas con collages, técnicas de marmolado, acrílicos y óleos.

Victoria Lucero es profesora de Letras, estudió en la Facultad de Humanidades de la UNR y en este momento está haciendo la licenciatura especializada en literatura argentina e iberoamericana. Antes estudió teatro en la escuela de títeres de Rosario y Guión de cine literario en España.

Su primera publicación como editora y autora en 2014 es un ensayo de Sor Juana Inés de la Cruz, con el sello Flor de pétalos infinita que surgió en la Feria del Libro Independiente Autogestiva (Flia). “La respuesta habla del derecho de las mujeres a la educación, a enseñar y aprender. En esa misma edición sumé un ensayo que había escrito yo sobre la mujer en el siglo XVII dentro del campo de la escritura. Por ejemplo, Sor Juana fue nuestro primer genio. La persona más brillante de su época, y la primera escritora en lengua castellana. Octavio Paz señaló que si hubiese existido el feminismo, ella hubiera sido la primera, por su defensa de la mujer en épocas de la Inquisición”, contó.

En 2016, Victoria empezó su propio proyecto: La ciudad de las Mujeres. “Cuando estaba terminando la carrera me surgió la necesidad de editar autoras mujeres porque en los programas de estudio de Letras eran casi todos autores hombres, de alguna manera el canon en la literatura occidental es masculino. Salvo por Virginia Woolf, que es imposible sacarla de los programas porque junto con Proust y Faulkner crearon la literatura del siglo XX, hay muy poco».

—¿Creés que está infravalorada la mujer en el campo de la literatura?

—No sé si infravalorada, para mí hay un silenciamiento de las mujeres en el arte en general ¿Cómo no darle importancia a las mujeres si produjeron una parte muy importante del conocimiento y la literatura? Por ejemplo, en Literatura Latinoamericana II ya no hay autoras. En Literatura argentina están solamente Alfonsina Storni y Silvina Ocampo. Después entendí que la mujer, para poder decir algo, para poder hablar dentro de la literatura tenía que hacerlo de manera solapada e indirecta. El caso de Alfonsina es muy interesante porque ella empezó a escribir poesía sentimental, porque esa era la voz que se les daba a las mujeres. Las mujeres podían escribir poesía en la que siempre esperaban a que viniera algún hombre a amarlas. Después ella hace un clic y empieza a escribir crónicas bastante feministas, y en Ocre, que es un libro de poesía, ella cambia su voz. Ella es la que viaja, la flaneur, es una loba y seduce. Ahí cambia el sujeto mujer dentro de la literatura argentina.

—Además de clásicos de mujeres de la literatura, también editás textos de divulgación feministas.

—Al principio editaba a autoras mujeres que por ahí no tenían nada que ver con el feminismo. O sea, era feminista la actividad en sí de querer difundir a escritoras mujeres o de querer investigar esa parte de la literatura que la carrera no me brindó. A partir de las ferias autogestivas, fui incorporando autoras feministas como Celia Amorós, Virginia Despentes y Beatriz Preciado o Itziar ziga, que trabajan más el neo feminismo, de la última oleada. Son autoras que incluyen debates y reflexiones sobre la violación, el porno, el trabajo sexual, todos temas que son muy actuales y de los que en los Encuentros de Mujeres se habla mucho. Al principio no se conocían tanto estos libros, te hablo desde hace dos años atrás, y ahora son furor.

—La inclusión de estas autoras al catálogo, ¿está relacionado con el momento que está atravesando el movimiento de mujeres en el mundo y en especial en Argentina?

—Yo creo que sí, tiene que ver con el movimiento de mujeres, en particular en el país, y eso me motivó muchísimo porque hay un interés muy grande por esos títulos. De alguna manera hubo que ir incorporándolos al mercado, por decirlo de alguna forma, porque estaban en el aire y ahora hay una demanda muy grande. sobre todo en chicas muy jóvenes. Hace poco me hice una cuenta en Instagram para ver qué pasaba ahí, y la mayoría de las personas que siguen La ciudad de las mujeres son chicas de entre 20 y 30 años.

—¿En qué consiste la clínica de obra narrativa?

—La coordina Beatriz Vignoli, quien propone trabajar textos que por ahí están olvidados en un cajón o en una carpeta de la PC, y que por algún motivo lo abandonaste o no le diste importancia, o crees que no tiene suficiente valor.

El trabajo que hace Beatriz es de curadora de obra. Ella tiene mucho conocimiento del arte, de las bellas artes, y las clínicas se vuelven muy productivas. Se lee todo lo que escribe cada una de las autoras y a partir de ahí, hay una guía por parte de Beatriz, por dónde seguir, y eso se va transformando en algo que se puede convertir en una publicación, o en un libro. Todas vamos trabajando con diferentes lecturas y la autora lo trabaja hasta que el texto sea publicable.

—¿Por qué está exclusivamente dirigido a mujeres?

—Está dirigido a mujeres porque hay una cuestión de postergación que veo mucho en la sociedad y en las mujeres en especial. No porque alguien las postergue o les impida escribir, sino porque ellas mismas, nosotras mismas, entendimos que lo nuestro no es importante o que lo nuestro en cuanto a lo artístico no es suficientemente valioso, y decidimos ocuparnos primero de otras cosas. La ciudad de las mujeres fomenta que las mujeres encuentren su voz, y su voz en el arte. Quiero que se visibilicen más y se escuche más esto que tenemos para contarle al mundo.

Publicada en El Eslabón Nº342

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