“Es increíble que cinco de cada diez chicos no comprendan un texto en la escuela pública. En la
escuela privada, son dos de cada diez. Y en eso también tenemos que trabajar, en terminar con la
terrible inequidad entre aquel que puede ir a una privada y aquel que tiene que caer en la escuela
pública”. La frase la pronunció el presidente de la Nación Mauricio Macri el 21 marzo de 2017. Fue
durante la presentación de los resultados del Operativo Aprender, la evaluación estandarizada que
impuso Cambiemos; que desconoce contextos y procesos de enseñanza, y siempre da malas
noticias, porque detrás de eso llega el negocio.

Los dichos del presidente llegaban en medio de un paro nacional docente y en la previa a la
Marcha Federal Educativa que reunió en Plaza de Mayo a más de 400 mil maestras y maestros que
llegaron de todos los rincones del país. Allí estaban también familias, estudiantes y sindicatos que
acompañaban el reclamo del magisterio organizado. Se pedía que se respete la paritaria nacional
que fija la ley de financiamiento educativo, que el entonces ministro de Educación y Deportes de la
Nación Esteban Bullrich terminaba de dar de baja.

Para cuando Macri dijo esa frase fatídica, las políticas educativas de Cambiemos ya no ocultaban
su desprecio por lo público como derecho (ni tampoco hacían un esfuerzo por esconderlo). Otras
“frases célebres” de funcionarios macristas abonaron también a esta idea, como “los pobres no
llegan a la universidad”, “la Campaña del Desierto Educativa”, “la grasa militante” o “les hicieron
creer…”.

Lo que a Macri y a su “mejor equipo de los últimos 50 años” les faltó es justamente transitar por lo
público y colectivo: saber de solidaridad, de esfuerzo, de logros compartidos, de redes, de espera,
de ayuda silenciosa y de constituirse como sujetos junto a otras y otros. Tampoco tuvieron
intención de hacerlo.

A Macri, el “caer en la escuela pública” se le cayó de la boca en aquel discurso que desnudó lo que
verdaderamente piensa sobre del derecho a la educación. Ese sincericidio fue respondido con
infinidad de notas de opinión, de testimonios de lo que significa aprender en las aulas de la
pública, de quienes se formaron en esta enseñanza que nos distingue en el mundo; y también en
afiches, en remeras pintadas y pancartas que desfilan desde entonces en cada marcha contra las
políticas neoliberales que representa Cambiemos, y donde se lee: “Orgullosa de caer en la escuela
pública”; “Nos caemos, nos levantamos en la escuela pública”; “Caí en la escuela pública para
defenderla de detractores como usted señor presidente”; “Elegimos caer en la escuela pública y
hoy te caemos todos en la plaza”; “Caer en la escuela pública me dejó la mejor cicatriz: ¡la lucha!”;
“Mejor caer en la escuela pública que en un taller de Awada” ó “Me veras caer en la escuela
pública, donde todos saben de mí y yo soy parte de todos”.

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