La posición adoptada por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner frente a la crisis de la deuda externa, con respaldo legislativo y de amplios sectores sociales, sindicales y de pequeños y medianos empresarios, sumada la dificultad de la deuda interna, agravada durante el macrismo, es una clara señal antiajuste y un verdadero cambio de modelo, de proyecto de país, lo que a su vez da la pauta de que para el Frente de Todos peor que las consecuencias de un default total (no pagarle nada a nadie) es tomar medidas antipopulares, como gatillar cash una deuda (buena parte espuria) a costillas de más frustración para la sociedad argentina.
El FdT tiene voluntad política de resolver el intríngulis de la deuda pública en el que lo (nos) metió la alianza Cambiemos, que ahorita se desentiende del problema como perro que volteó la olla. Demorar los pagos y conseguir una importante quita parece ser el norte al momento de encarar la reestructuración de la deuda. También sería aventón para el crecimiento de la economía, según la visión del gobierno, que prefiere usar esos recursos para reactivar el consumo, el empleo, la inversión, y después, recién después, saldar cuentas.
La pulseada por la deuda muestra a un gobierno que busca reorientar objetivos económicos detrás de un plan integral de desarrollo humano y productivo, dejando atrás el foco puesto en la timba financiera que resplandeció (para unos pocos) los últimos años. El plan Alimentar y la lucha contra el hambre, aumentos extra para jubilados y beneficiarios de planes sociales, el respaldo a las pymes, sumas fijas para trabajadores, apuntan en ese sentido. Las medidas de emergencia al comienzo de la gestión del FdT fueron para empezar a incentivar la demanda interna y revertir la fuerte contracción de la actividad económica.
Apostando a una salida negociada, Argentina se para firme frente a los buitres de turno, grandes bancos, fondos de inversión, que deberán asumir que el que apuesta a la plata fácil, también, a veces, puede perder. El país recupera autonomía y torea a los bonistas cuando es necesario. No se rinde ante “los mercados”, no se arrodilla frente las finanzas globales, notable diferencia con la gestión anterior. La batalla con los usureros pinta ardua. Las aves rapaces encuentran gran respaldo mediático y de otros factores de poder, ultradefensores de un modelo capitalista depredador.

Marcar la cancha
Con una misión técnica del Fondo Monetario Internacional en la Argentina, el ministro de Economía Martín Guzmán dijo que el FMI es partícipe necesario de la crisis que atraviesa el país en materia de deuda. También hizo al organismo multilateral de crédito co-responsable del descalabro social y de la recesión económica.
La deuda asfixia. Para pagar, Argentina tiene que crecer, repitió Guzmán durante su exposición en el Congreso, donde explicó la postura del gobierno con lenguaje claro y llano, en tono tranqui y pausado, descolocando a legisladores opositores y arrancando aplausos de oficialistas y público presente en las gradas de la Cámara de Diputados, entre los que se destacaron empresarios y sindicalistas.
Con una cuota de realismo, el gobierno sostuvo que Argentina no puede pagar el sobreendeudamiento que dejó la anterior gestión y aseguró que nadie de afuera va a venir a decirle lo que tiene que hacer ni a poner condiciones. Las políticas expansivas son prioridad y una urgente necesidad. Austeridad fiscal con recesión no va, sostuvo el ministro Guzmán, que fue al Congreso a dar detalles y a marcar la cancha en torno a la negociación de la deuda.
El megaendeudamiento macrista merece investigación. Llegó a la Argentina una delegación del FMI y tuvo su recibimiento de repudio. En Rosario, como en otros puntos del país, la marcha contraria a los designios del bajo Fondo Monetario fue masiva. “La deuda es con el pueblo”, fue la consigna de organizaciones sindicales, sociales y políticas que salieron a las calles a reclamar que se audite el endeudamiento durante la gestión Macri, se suspendan los pagos y se utilice ese dinero para volcarlo a la economía real.
Guzmán, en su discurso en el Congreso, además de hablar de la deuda hizo hincapié en el acuerdo de precios y salarios que impulsa el gobierno para atacar la inflación, que sigue alta aunque desacelere. El Indec midió un índice de precios al consumidor en enero del 2,3 por ciento. El rubro que más aumentó en el primer mes del año fue alimentos y bebidas, de la mano de la restauración del IVA en productos sensibles de la canasta básica y el comportamiento especulativo y de abuso de posición dominante de grandes productores y cadenas de supermercados. Se espera que en febrero continúe la tendencia bajista: el programa Precios Cuidados, relativa estabilidad cambiaria, congelamiento de tarifas y combustibles deberían aportar para que esto ocurra.
Una de fugazza
En otro tramo de su elogiado discurso, el ministro de Economía recordó que “el préstamo del FMI no se utilizó en absoluto para incrementar la capacidad productiva del país sino para pagar deuda de manera insostenible y para financiar la fuga de capitales”. No dio para decir en ese ámbito que el Fondo también financió la campaña de Cambiemos en las elecciones presidenciales de 2019 en busca de la frustrada reelección de Macri.
En la misma sintonía, la vicepresidenta Cristina Kirchner criticó al Fondo por el megapréstamo al gobierno de Cambiemos –44 mil millones de dólares, el mayor desembolso de la historia del organismo– y permitir que buena parte de esos recursos (se calcula unos 37 mil millones) terminara en fuga de capitales. CFK dijo que el FMI, con su préstamo a la Argentina por encima de la capacidad de pago del país, violó su propio estatuto, Alberto la respaldó y el vocero del Fondo negó lo evidente. Mientras instala en el debate la legitimidad de esa megadeuda contraída por Macri, el gobierno buscará discutir la propuesta de patear (se habla de tres o cuatro años) el repago del crédito.
Argentina quedó en virtual default después de que el gobierno de Cambiemos, con Hernán Lacunza como ministro de Economía, “reperfilara” parte de la deuda que ellos mismos contrajeron. Alberto Fernández bajó línea sobre la posición de Argentina en el tire y afloje con los acreedores externos, incluido el FMI. En su primera gira internacional, cosechó importante respaldo de países europeos miembros del Fondo, además del explícito apoyo del Papa, echando por tierra el famoso “aislamiento mundial” que relatan de manera ficcional los neoliberales cuando gobiernan los populistas.

¿De qué lado estás?

Los roces, digamos, entre Nación y el gobierno de la provincia de Buenos Aires por la cuestión de la seguridad y las desinteligencias, digamos, entre Kicillof y el ministro Guzmán en torno a la renegociación de la deuda con acreedores externos, le dieron pasto a las fieras, deseosas de que el gobierno del Frente de Todos fracase.
El gobierno postergó hasta septiembre el pago de los vencimientos de capital del bono Dual 2020 y metió ruido. Lo hizo después de que dos fondos de inversión rechazaran la oferta de canje. La jugada fue interpretada como un cambio en la táctica del FdT antes de presentar un plan global para renegociar y empezar a salir de la crisis de la deuda, y en medio de la llegada de la misión del Fondo. El ministro de Economía abandonó su faceta modo Zen y mostró los dientes a los bonistas. Ante las trabas de acreedores privados, endurecimiento de la postura del gobierno.
Y vos, ¿de qué lado estás, Guzmán? “Este gobierno no va a aceptar que la sociedad argentina quede rehén de los mercados financieros internacionales, ni va a favorecer la especulación por sobre el bienestar de la gente”, indicó el ministro en el Congreso, y, en un mensaje directo a la frente de bonistas, FMI y también oposición, agregó: “Hay mucho dinero en juego y muchos jugando muy fuerte. Todos tendremos que definir de qué lado estamos; nosotros estamos del lado de la gente”.

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