Con la invasión de América en 1492 comenzó uno de los momentos clave de la configuración del capitalismo. Se impuso el genocidio como sistema de producción, y esto cumplió un papel fundamental en el proceso de acumulación originaria capitalista. Del cerro Rico, ubicado en Potosí, Bolivia, fueron saqueadas decenas de miles de toneladas de oro y plata. Esos metales contribuyeron al enriquecimiento de Europa, y le dieron a esa región el papel hegemónico en la geopolítica mundial que hasta ese momento no tenía.

Las víctimas de ese genocidio fueron los pueblos originarios. Pero el Imperio Español no fue el único genocida. El virus de la viruela, que vino de Europa con los conquistadores, completó la tarea, porque los pueblos originarios carecían de anticuerpos para poder sobrevivir.

Más de 500 años después, en otra etapa del capitalismo, los pueblos originarios son víctimas de grupos parapoliciales y paramilitares que los masacran con el objetivo de que las grandes corporaciones se adueñen y exploten sus territorios. Y a esta acción de los gobiernos al servicio del capital concentrado se suma además su inacción, el abandono de los pueblos originarios ante el avance del Covid-19.

Por eso las comunidades originarias protestan, se organizan para cuidarse a sí mismas, y piden ayuda. La Coordinadora de organizaciones indígenas de la cuenca del río Amazonas (COICA) lanzó un llamado global urgente para recaudar recursos esenciales para no morir de hambre o del virus. Lo hicieron a través de un documento titulado “Covid-19: la inacción y la falta de fondos amenaza a más de tres millones de indígenas y a 400 grupos étnicos en la Amazonía”. La COICA inició una campaña para recaudar al menos tres millones de dólares para emergencias y fondos esenciales para las próximas dos semanas. Sin embargo, desde la organización advirtieron que estos fondos son sólo un “mínimo absoluto para comenzar a operar” y que se necesitarán muchos más fondos para responder a la pandemia en la región.

Los originarios solicitaron a los gobiernos, agencias de cooperación, organizaciones internacionales, fundaciones y ciudadanos que donen al Fondo de Emergencia del Amazonas. Este fondo ha sido creado con el objetivo de recaudar y canalizar recursos a comunidades indígenas y organizaciones de base que enfrentan la emergencia Covid-19 en toda la cuenca del Amazonas.

La recaudación se realiza a través de la página del Fondo y el  objetivo es poder acceder a alimentos, medicamentos, comunicaciones de emergencia, evacuación, y también protección y seguridad “contra intrusiones inminentes” de fuerzas armadas militares o paramilitares.

El llamado forma parte de la larga lucha por la soberanía alimentaria y, sobre todo, para evitar un nuevo exterminio. “Si los gobiernos de la región no van a ayudar, que la comunidad internacional lo haga. Parece que proteger a los pueblos indígenas no es conveniente entre todo este discurso sobre la soberanía de la Amazonía. Los estados nacionales siempre hablan del poder soberano del territorio, pero ese poder va de la mano con la responsabilidad de cuidar a su pueblo, denunció el coordinador general de COICA y miembro del pueblo Wakuenai Kurripaco (Venezuela) José Gregorio Díaz Mirabal.

Según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), 34 millones de habitantes viven en la región, lo que representa el 11 por ciento de la población de los países amazónicos, con 420 pueblos indígenas y tribales diferentes que hablan 86 idiomas y 650 dialectos. COICA estima que más del 9 por ciento de la población amazónica (más de 3 millones) está compuesta por pueblos indígenas, y que al menos 60 de esos pueblos viven en aislamiento total.

COICA advirtió que si los nueve países que ocupan la Amazonía no toman medidas urgentes, el mundo encenderá un etnocidio con consecuencias que sufrirá la mayor parte del mundo. “El Amazonas tiene el 30 por ciento de la biodiversidad y el 70 por ciento del oxígeno en el planeta, pero su verdadera importancia radica en la interrelación que los pueblos nativos tienen con el bosque, lo que garantiza la vida de todos. Si la interrelación que ha garantizado una gran parte de la estabilidad ecológica no se cuida, el planeta sufrirá un colapso del clima, con un retorno muy difícil”, advirtió la coordinadora de educación de COICA y líder del pueblo Ashéninka (Perú) Tabea Casique Coronado.

El total de los recursos recaudados se asignarán a las comunidades indígenas amazónicas. Las decisiones sobre las subvenciones y la gobernanza del Fondo se tomarán bajo una estricta coordinación y comunicación por un Consejo de Gobierno que incluye a los líderes indígenas de COICA y sus organizaciones miembros, y en menor medida a representantes de las ONG participantes, donantes y asesores que han formado el Círculo Fundador de solidaridad.

El Fondo también tendrá un Círculo de Asesores compuesto por organizaciones e individuos con un historial comprobado para guiar y apoyar estrategias efectivas de gestión de subvenciones.

“Durante más de 500 años, los pueblos indígenas de la Amazonía y en todo el continente americano han enfrentado invasiones y pérdida de sus territorios ancestrales. Han sufrido discriminación étnica y socioeconómica, y una amenaza constante de exterminio físico y cultural que resultó en desalojo, enfermedad y genocidio. Pero hoy en día, los pueblos indígenas, especialmente aquellos que viven en aislamiento voluntario y los ancianos, que son los guardianes de la sabiduría, están en grave riesgo por el surgimiento de la pandemia. Las comunidades forestales tradicionales, que incluyen ríos, quilombolas, recolectores de caucho y otras poblaciones extractivas, que han estado defendiendo la selva con sus vidas, también están amenazadas”, señala el comunicado.

“Covid-19, que afecta a todo el mundo, ha llegado a territorios indígenas poniendo en riesgo nuestras vidas. Pero debe decirse que este virus se une a otras amenazas preexistentes, de las cuales vivimos permanentemente en comunidades indígenas. Dichas amenazas son la contaminación ambiental directa debido a la explotación indiscriminada de los recursos naturales, que limita el acceso a los servicios de salud pública y educación, así como a la violencia y la discriminación que amenazan no sólo la permanencia de nuestros pueblos, sino también nuestro conocimiento de la conservación del planeta “, señala en el comunicado la coordinadora del COIAB y nativa del pueblo Baré (Brasil) Francinara Nara Soares Baré.

COICA advirtió que a medida que el patógeno se propaga rápidamente a través de la cuenca del Amazonas, los pueblos indígenas y las comunidades forestales tradicionales se vuelven desproporcionadamente vulnerables a las enfermedades debido a la persistente falta de acceso a servicios públicos equitativos y adecuados, que incluyen vivienda y atención médica, derivadas de siglos de colonización y racismo.

 

Fuente: El Eslabón

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