Luego del golpe y la pandemia, el Consulado local volvió a celebrar la Independencia de Bolivia exponiendo matices y datos del proceso de transformación cultural y social iniciado desde la primera presidencia de Evo Morales.

Tras un par de años de imposibilidad por el golpe de Estado de 2019 y la pandemia, bolivianos y bolivianas radicados en el litoral argentino volvieron a exponer públicamente en Rosario colores, sabores y perfiles de su plurinacionalidad revolucionaria, adquiridos a partir de 2006, cuando Evo Morales asumió y quedó en la historia como el primer presidente indígena del país. Desde aquella primera presidencia de Evo, se inició un proceso de transformaciones cuya profundidad política se pudo apreciar claramente otra vez el último sábado 6 de agosto, en la celebración del Día de la Independencia de Bolivia. En el acto principal en la Sala de las Banderas, el cónsul boliviano Sixto Valdez Cueto hizo un repaso de las mejoras de numerosos indicadores económicos y sociales registrados en territorio boliviano entre 2006 y el presente, incluso con un año de gobierno golpista en el medio; y lo que consignó seguramente despertó cierta sensación de sana envidia entre buena parte de quienes lo escuchaban.

Es que en el auditorio no faltaban concejales y concejalas, dirigentes y militantes locales, que anhelan vivir en estos lares por lo menos algo parecido a lo reseñado por el cónsul: “En lo económico, se nacionalizaron los recursos naturales. El gas, el petróleo, los minerales, las tierras, el agua y los servicios básicos, no sólo volvieron al Estado y al pueblo, sino que fueron convertidos en derechos humanos para que no sigan como negocio de las élites egoístas, sin corazón, sin patria, sin madre ni alma. Con este instrumento se hizo una mejor distribución de la riqueza (bonos y subsidios para niños, madres embarazadas, abuelos)”, señaló de arranque.

Foto: Candela Robles

“Se evitó el saqueo de las transnacionales, se puso fin al negocio de los vendepatria y se tejió una política económica nacional, patriótica, libre de organismos internacionales como el FMI. Gracias al modelo económico boliviano, se generó estabilidad económica con una moneda nacional fuerte. En casi 16 años de revolución conducida por el gobierno del MAS, el dólar no subió ni bajó ni siquiera un punto. Los ahorros y créditos en los bancos, están, casi en un 90 por ciento, en moneda boliviana. El dólar no es Dios en la Bolivia Plurinacional”, añadió Valdez Cueto.

Y completó: “Bolivia está entre los países del mundo con la menor inflación pese a la pandemia y a la guerra. Se bajó la pobreza y el desempleo, se distribuyó más tierras a los campesinos a indígenas; estamos industrializando nuestros recursos naturales, crecieron nuestras exportaciones, se abrieron más empresas, el consumo en los restaurantes y mercado crece y crece; se aplican sistemas que incentivan el consumo interno y de lo Hecho en Bolivia”.

Por supuesto que entre quienes escucharon al diplomático había representantes de las comunidades de bolivianos y bolivianas migrantes de Rosario y la zona. Entre ellos y ellas tal vez también surja cierta envidia por no estar viviendo en su país en estos tiempos, pero lo que parece primar es una sensación de orgullo.

Foto: Candela Robles

Bolivia ya no es más la expulsora de multitudes desahuciadas en busca de progreso, recibidas en la mayoría de los casos con actitudes discriminatorias y xenófobas. Bolivia ya no es más uno de los países más empobrecidos del mundo con la mayoría de sus habitantes excluidos material y simbólicamente por un sistema republicano formal que significó la independencia en 1825 pero no modificó las estructuras de dominación e injusticia.

“Durante el sistema republicano, se mantuvieron sistemas de dominación, desigualdad, racismo, discriminación, latifundio, analfabetismo, democracia representativa y no participativa, exclusión; gobiernos de élite, dictaduras militares, sistemas políticos y económicos entreguistas de recursos naturales, sometidos al imperialismo; neoliberales que aplicaron medidas en favor de los ricos y de las transnacionales pisoteando las espaldas del pueblo con inflación, deuda externa, desempleo, represión, hambre, bolsillos vacíos, latigazos o tarifazos”, recordó Valdez Cueto en su discurso en la Sala de las Banderas.

“Tras muchos años de lucha del pueblo y sus organizaciones, el 18 de diciembre de 2005, en las urnas y de manera pacífica, se puso fin a una larga noche de los tiempos republicanos, dictatoriales y neoliberales. Y se empezó a construir el Estado Plurinacional, un sistema político, social, económico y cultural más inclusivo”, contrastó luego.

Desde ese presente motivo de orgullo, el cónsul reivindicó a sus connacionales radicados en el Litoral argentino, que es la jurisdicción a su cargo. “En esta parte de la Argentina, mis hermanos bolivianos pueden tener defectos como todos los seres humanos, pero es imposible negar que ellos son muy trabajadores y honrados, demasiado laburadores desde temprano hasta tarde, arrancan aún cuando no salió el sol y descansan cuando el sol ya se fue. Trabajan en las quintas sembrando y cosechando alimentos; en los hornos de ladrillos para las torres que nunca serán de ellos; en la construcción, como albañiles, pintores o yeseros. Sus manos quedan en las edificaciones de hospitales, fábricas, caminos o puentes; como fabricantes y comerciantes de ropa; en las ferias, en la gastronomía y en todos lados están ellos”, resumió al respecto, para luego dar paso al agradecimiento y reconocimiento a “muchos hermanos argentinos, hermanas argentinas, autoridades, compañeros y compañeras de militancia, de partidos políticos consecuentes con el pueblo; sindicatos y organizaciones populares, que de verdad –no de boca y verso ligero– construyen la Patria Grande Plurinacional y le dicen no a la xenofobia, al racismo, a la discriminación”.

Sixto Valdez, cónsul de Bolivia en Rosario | Foto: Candela Robles

“Aquí está la cuna de la Bandera Argentina y aquí está la cuna del Che, ese gran revolucionario que luchó para que tengamos mejor vida, sumaj kawsay, el Vivir Bien o el Vivir Sabroso”, exclamó el representante de la que el gobierno boliviano define como “diplomacia de los pueblos”.   

La jornada del sábado se había iniciado con el izamiento de la Bandera bien temprano. Y después del acto en la Sala de las Banderas, la celebración se trasladó al Complejo Cultural Atlas, donde se desplegó aquello de colores y sabores porque hubo comidas y bebidas, música y danza.

También hubo actos y eventos antes y después del 6 de agosto. Y en paralelo, continuaron y continúan los operativos de documentación y prestación de diversos servicios a migrantes, que el Consulado de Rosario sostiene trasladándose periódicamente a ciudades y pueblos donde viven comunidades bolivianas.

El proceso de transformación de Bolivia está en pleno desarrollo. Y su impacto se siente dentro y fuera de sus fronteras.

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