Cuando no cómplice, la dirigencia política se muestra resignada ante el poder de los grandes grupos mediáticos, siempre reticentes a transformaciones en favor de los intereses populares.

El ocultamiento de la vinculación de uno de los directivos de su emporio con la megacausa por estafas inmobiliarias es otra muestra del poco apego a la rigurosidad periodística del grupo monopólico de la prensa rosarina. El silenciamiento respecto de la situación del encumbrado directivo de La Capital, Pablo Abdala –del que se da cuenta en la nota de Luciano Couso de esta misma edición de este periódico–, contrasta con la batería de notas que el multimedios que controla el diario decano de la prensa argentina, LT8, Canal 3, el portal Rosario 3, Radio Dos, LT8 y sus radios de frecuencia modulada vinculadas dedicó a condenar mediáticamente a personas que ni siquiera habían sido imputadas por algún delito, como la abogada y militante de Hijos Nadia Schujman en la causa por presunto espionaje ilegal desde el Ministerio de Seguridad de la provincia.

Lo de Schujman-Abdala vale como un ejemplo más de una serie de sobreexposiciones y omisiones de diverso tipo y también como ejemplo que viene al caso. 

Si se tira del hilo de la megacausa por estafas inmobiliarias, se puede llegar al lavado de activos provenientes del narcotráfico y otros delitos, cuya expansión descontrolada nutre a las bandas de sicarios y pibes sin rumbo que hicieron de Rosario la capital nacional del homicidio, impronta ahora proyectada internacionalmente tras la balacera al comercio de la familia de la esposa de Messi. 

Si se tira del hilo de la causa contra el ex titular de Seguridad Marcelo Sain y un grupo de quienes lo acompañaron en su gestión, se puede llegar al “poder paralelo” provincial contra el que el ex ministro y sus colaboradores pretendieron embestir, ejercido por algunos sempiternos funcionarios de los tres poderes institucionales en alianza con capos de las mafias delictivas y empresarios de negocios financieros, rubro del que provienen los propietarios del multimedios que tiene entre sus gerentes al ninguneado Pablo Abdala.

Páginas en loteo

Otro contraste que vale señalar es que la “coherencia” periodística que los dueños del grupo exponen al tratar “temas” como el de las causas citadas no abunda en los contenidos de sus medios referidos a otras cuestiones. La falta de “línea” definida se evidencia claramente en las secciones y programas de “Política”. A diferencia de Clarín, el gran grupo comunicacional del país, su remedo regional no asume cotidianamente posicionamientos opositores bien marcados. Más aún, tampoco asume definitivamente posturas oficialistas.

La ambigüedad confunde hasta a los polemistas de las ágoras virtuales de esos que tienen “la posta” conspiracionista del momento. Que “La Capital juega para el peronismo” y que “La Capital es re gorila” son afirmaciones que se lanzan con énfasis y falta de argumentación sólida similares.

Lo cierto es que para los redactores de la sección Política del matutino fundado por Ovidio Lagos, la intensidad de las jornadas laborales se redujeron notoriamente en los últimos años, en los que La Capital comenzó a vender sus contenidos de esas páginas como si fueran espacios de publicidad. Sobre todo en tiempos pre electorales, como el actual, las páginas de Política se llenan con notas que envían ya escritas los dirigentes que las compran y son protagonistas de lo relatado en los textos, que no son más que piezas de la campaña electoral de cada “cliente” arropadas con sintaxis periodística más o menos prolija.

Rehenes al borde

La clientela política del megagrupo mediático se asume más como rehén que como cómplice. Y sí que es cierto el poder de secuestro ejercido sobre quienes quieren crecer en la consideración pública. Pero a esta altura de la historia, habría que tener en cuenta que con la resignación no se avanza. 

“Ustedes quieren que me pelee con Clarín y yo también me quiero pelear, ¿pero cómo carajo se gana una elección en este país si te peleás con Clarín?”, cuentan que respondió Néstor Kirchner cuando un grupo de dirigentes sindicales de la prensa lo instó a frenar el creciente poderío del grupo argento más emblemático. Seguramente algo de razón tenía Kirchner en sus dichos en aquel encuentro, si se tiene en cuenta que fueron en 2003, cuando el santacruceño recién iniciaba su gestión y apenas mostraba su vocación transformadora en sentido contrario a los intereses de Magnetto y cía. Pero también era racional el planteo de los dirigentes sindicales: para transformar en favor de los intereses populares hay que tener entre los objetivos principales el de frenar la concentración y mercantilización de las comunicaciones. “Tarde o temprano, te van a tirar a matar”, le decían los muchachos a Kirchner. Seis años después, festejaban la aprobación de la Ley de Medios. Después, a la Ley de Medios le cortaron las piernas que frenaban la concentración mediática. Y hoy, la cuestión ya ni forma parte de las preocupaciones principales de la dirigencia política. ¿Será que ya nadie quiere transformar en el sentido que transformó Néstor?

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