Las políticas económicas recesivas de Cambiemos castigaron con más fuerza a pequeñas y medianas empresas (pymes) que producen para el mercado interno, sector que padece la caída del consumo popular, los tarifazos en servicios públicos, la avalancha importadora y el encarecimiento del crédito. Este combo explosivo obligó a muchas pymes a cerrar sus puertas o achicar sus plantillas de personal, para pasar a fabricar nuevos desocupados. En un año y nueve meses del gobierno de Mauricio Macri, la industria manufacturera perdió alrededor de 63.000 empleos en todo el país, retrocediendo a niveles de 2010. Según datos oficiales, en el último año se destruyeron unos 33.000 puestos laborales en el sector fabril.

Esta angustiante foto del mercado de trabajo, que choca con el optimismo amarillo, pinta un perfil del modelo económico que impulsa Cambiemos, con menos producción nacional, reprimarización de la economía y especulación financiera a full. La industria, como se señaló, se ve afectada por la apertura comercial indiscriminada, el desplome económico de Brasil, el principal socio comercial, y el pobre desempeño del consumo interno. Los empleos industriales tienen cada vez menor peso en el conjunto de la estructura ocupacional de la Argentina.

Desde que gobierna la alianza PRO-UCR, la industria no paró de perder empleos. Según la Encuesta de Indicadores Laborales correspondiente a julio de 2017 que presentó días atrás el Ministerio de Trabajo de la Nación, la actividad manufacturera mostró unos 3.500 puestos menos con respecto a junio. El gobierno intenta camuflar los magros resultados ocupacionales en ese sector promocionando una aparente mejora en el conjunto del mercado de trabajo, traccionado por un repunte en la construcción de la mano de obra pública y la incorporación de nuevos monotributistas, una modalidad que reemplaza al contrato en relación de dependencia y da muestras de mayores niveles de precariedad.

Un relevamiento del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, basado en datos del Ministerio de Trabajo a partir del Sistema Integrado Previsional (Sipa-Ansés), dio cuenta que el retroceso de puestos laborales industriales acumuló casi 5 por ciento desde septiembre de 2015. Apenas un año después de esa fecha ya se habían perdido 43.635 empleos aunque con marcadas diferencias de acuerdo a las regiones del país analizadas. El retroceso se dio en todas las provincias. La mayor caída se concretó en Tierra del Fuego, donde en doce meses se perdió uno de cada cuatro puestos industriales. En ese distrito se encontraba buena parte de los ensambles de productos electrónicos sometidos a la competencia de la importación desde el año pasado.

En el contexto de caída generalizada se pueden identificar diferencias hacia el interior del complejo productivo, según se indicó en el diagnóstico que publicó el Observatorio. El mayor retroceso fue el 20 por ciento experimentado a fines de 2016 por el rubro “radio y televisión”, explicado por la pérdida de puestos de trabajo fueguinos. Le siguieron los rubros equipo de transporte, metales comunes, edición, maquinaria y equipo, cuero y calzado, minerales no metálicos, tabaco y confecciones, en todos los casos en un arco negativo de entre 5 y 8 por ciento.

En términos de complejos sectoriales la más golpeada fue la industria metalmecánica. “En este caso, en un año se perdieron 21.615 puestos de trabajo, lo que representó una caída de más del 6 por ciento. Más aún, si la comparación se realiza con el último trimestre de 2013 (el punto más alto de la serie) la caída alcanza el 8,7 por ciento.

Entre los sectores industriales que más perdieron empleo asalariado formal están los ligados al consumo masivo, como alimentos, textiles y calzado por la presencia de la importación y por restricciones en la propia demanda interna. Si bien el gobierno destaca una aparente mejora en el mercado de trabajo, un aumento de apenas 0,2 por ciento en julio contra junio, el desempeño del rubro manufacturero fue en sentido inverso al promedio y en el primer semestre de 2017 continuó en fase negativa.

Antonio Donello, secretario general de la UOM Rosario, contó que los principales problemas de empleo en la región se dieron en pequeñas y medianas empresas, como siderúrgicas y talleres metalúrgicos. “Hubo una fuerte destrucción de empleos, después se frenó un poco y hoy nadie está tomando personal de manera masiva. La falta de consumo y los tarifazos fueron las clave del parate. El gobierno nacional tiene que cambiar el rumbo”, sostuvo el dirigente gremial ante una consulta de este semanario.

En el reporte del Observatorio de la CTA Autónoma se señaló que la destrucción de puestos de trabajo en la industria “se da luego de un proceso de estancamiento del empleo en la industria cuyos inicios se remontan al último trimestre de 2011, en el que se registró la misma cantidad de trabajadores que en idéntico período de 2015”.

La actual problemática laboral en el sector fabril, que saltó del estancamiento a la caída plena, fue pasada por alto en el acto del jueves que encabezó Macri junto a la cúpula de la UIA en la celebración del Día de la Industria. La conducción de la UIA mira a Macri como uno de los suyos, como un “empresario exitoso”, pero se olvida de los sectores golpeados por la política económica oficial, que los pone al borde de la quiebra.

A contramano, la Asamblea de la Pequeña y Mediana Empresa (Apyme) viene alertando desde la asunción de Macri sobre “la amenaza que representa una violenta regresión a las políticas de ajuste y transferencia del ingreso hacia los sectores concentrados exportadores, los grandes formadores de precios y el sistema financiero especulativo local e internacional, con aumento sustancial de la deuda pública en dólares”.

“Lejos de los optimistas pronósticos oficiales”, señalaron desde Apyme, “estas políticas trajeron, como en otros períodos de nuestra historia, las consecuencias ya conocidas: disminución del salario real, aumento masivo del desempleo, precarización laboral, achicamiento del mercado interno, aumentos de costos, cierre de industrias y comercios, merma de las economías regionales, caída de ventas y ahogo financiero para la mayoría de las pymes”.

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