La inauguración de la nueva alcaidía y la presentación de la nueva cárcel de mujeres, que terminará de construirse según el gobierno provincial en abril, fue en líneas generales una celebración. “Un hito histórico”, resumió Graciela Rojas, de la ONG Mujeres Tras Las Rejas y el Consejo Provincial de la Defensa Pública. “Al fin el gobierno provincial reconoce que tiene mujeres privadas de la libertad”. El traslado de las casi 80 presas y sus once hijos al nuevo establecimiento tuvo, sin embargo, más de un pero. Y es que la estadía provisoria en el nuevo edificio comenzó con el pie izquierdo: poca agua, poca sombra, sin sus pertenencias, sin espacio para talleres, escuela o recreación de los niños. “No pedimos ni decimos cosas sofisticadas. El hecho de que la ley establece que no van a deambular, está determinada por el encierro. El Estado debe proveer, desarrollar y asegurar el resto de los derechos”.

El gobernador Miguel Lifschitz y el ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro presentaron el martes pasado la nueva alcaidía de Rosario. La institución está en 27 de febrero al 7800 y podrá albergar a 120 personas. Allí también funcionará, a partir de abril, la nueva cárcel de mujeres preparada para 120 internas. Las detenidas de las comisarías 5ª y 4ª fueron trasladadas el miércoles al nuevo complejo, donde estarán hasta que finalice la construcción de la cárcel definitoria. No pasaron ni 24 horas para que los mensajes de “desesperación” comiencen a llegar a Rojas. “En este lugar nuevo, no hay ninguna perspectiva de género. Está construido para varones. Y ni siquiera. Las mujeres llegaron este miércoles a la tarde y ya están desesperadas. No tenían agua. No le trasladaron ni heladeras, ni televisores porque no tienen ni espacio, ni habilitación para tenerlas. Hay un patio de cemento donde no hay un árbol, no hay sombra. A favor podemos decir que todas las celdas tienen ventana. Lo marcamos como una adquisición, cuando en realidad es un derecho inalienable que una persona tenga luz, sol y ventilación”.

La adaptación, sostiene la referente de la ONG, será “difícil”. A lo ya enumerado, Rojas sumó un cambio importante para la cotidianidad de las mujeres: las celdas son individuales. “Tiene pros y contras, pero para las mujeres, que son gregarias y están acostumbradas a una fuerte sororidad en la cárcel, resultó bastante duro”. Tampoco se sabe dónde se emplazarán los talleres (de poesía, de radio y producción artesanal textil), la escuela o la atención sanitaria. Por lo pronto, las madres no tienen siquiera elementos de cocina. El dato es clave: la que ya no da la teta, ¿cómo alimenta a sus hijos? Tampoco tienen prevista la visita íntima. Todavía, para acceder al derecho a la sexualidad, las mujeres tienen que ir a la Unidad 3, la cárcel de varones, a rendirle a su marido. Todo esto, se estima, será hasta abril. Sin embargo, y según pudo ver desde afuera Rojas, el estado de construcción indica que la nueva cárcel de mujeres podría estar más lejos de la fecha estimada para concretarse.

La ONG Mujeres Tras Las Rejas realizó durante más de diez años un fuerte trabajo en la Unidad Nº 5 emplazada en Ingeniero Thedy al 300. El lugar no tenía ninguna condición para albergar a decenas de mujeres. Rojas la describe como una casona vieja, derruida. Tanto, que no podían ponerse ventiladores en la pared porque se caían, con pared incluida. Las construcciones de lujo de la zona significaron, en los últimos años, una invasión aún mayor de ratas, cucarachas y alacranes. Lo invivible hace 15 años empeoró con el paso de los años hasta esta semana, cuando al fin trasladaron a las mujeres.

Rojas recordó que la primera vez que prometieron construir una cárcel para mujeres fue en 2007. Tardaron once años y la mujer no duda que a favor del reclamo jugó el negocio inmobiliario de la zona: Puerto Norte ganó la pulseada para que el traslado a un lugar más habitable sea efectivo. La nueva alcaidía como espacio transitorio, hasta abril o hasta cuando sea, no es el mejor lugar. Pero de hecho es mucho mejor que donde estaban las mujeres hasta la última semana de enero de 2018. Mientras, la cárcel de mujeres, construida y pensada para mujeres, es una celebración pero también es sólo un anuncio.  

“Destacamos que es un hito histórico. Es la primera vez que el Estado provincial asume la existencia de mujeres presas, y eso va a generar una exigencia social y política de políticas públicas con perspectiva de género. Este traslado rompe con un imaginario social, porque está instalado que los hombres son los únicos que delinquen. Si empezamos a hablar de mujeres presas podemos decir que es indispensable que la construcción y desarrollo del encierro femenino tenga determinadas pautas, que no son otra cosa que derechos”, remarcó Rojas. “Por eso, la perspectiva de género es indispensable, además de lo que corresponde. Se supone que va a estar en el otro edificio, al que no tuvimos acceso, y no podemos opinar sobre lo que no vimos. Por eso, por ahora, no deja de ser un anuncio”.

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