La política económica recesiva trae como consecuencia la destrucción masiva de puestos de trabajo formales, con fuerte caída salarial. En el año el macrismo fabricó más de cien mil nuevos desocupados. En Santa Fe hay 300 empresas en crisis.

La actual fase recesiva de la economía argentina trae como consecuencia una significativa retracción en el número de puestos de trabajo. Los conflictos laborales se multiplican y tienen relación directa con el experimento neoliberal que comanda el macrismo, apadrinado por el Fondo Monetario Internacional. Un reciente informe de la Unión Industrial Argentina (UIA) reconoció que en el país hay destrucción masiva de empleo privado. De acuerdo al último dato oficial correspondiente al segundo trimestre de 2018, el desempleo trepó casi un punto en un año (de 8,7 a 9,6 por ciento), esto es 240.000 nuevos desocupados, con lo cual, haciendo una proyección nacional, unas dos millones de personas están desempleadas. Se trata del mayor nivel de desocupación de los últimos doce años.

Unos sectores se ven más afectados que otros, aunque todos sufren el parate y el achique del mercado interno. La industria alimenticia, metalúrgica, textil, automotriz, de la construcción, están entre los rubros más castigados. El desempleo, junto con el crecimiento de la pobreza, es uno de los peores rostros que muestra la actual crisis, y se calcula que estará por encima de los dos dígitos hacia fin de año. Los problemas de ocupación en el mercado laboral se hacen sentir con mayor peso entre trabajadores informales. Al mismo tiempo, hay una marcada caída en los ingresos reales de los trabajadores, deterioro salarial que lesiona el bienestar general de la población.

“Entre diciembre del año pasado y agosto de este año la cantidad de trabajadores registrados se redujo en casi 105.500, es decir, el 0,9 por ciento. En el mismo período, el nivel de actividad económica cayó 2,3 por ciento. Entre diciembre de 2017 y agosto de este año se perdieron casi 30.000 puestos registrados en la industria, casi 8.700 en la construcción, más de 5.100 en el comercio y más de 4.300 en el transporte”, se indicó en el último informe de coyuntura del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra).

En el documento estadístico, elaborado por Mariana González, se señaló que “la industria ha destruido empleo constantemente desde que asumió el gobierno de Macri y esta caída se aceleró en el marco de la recesión económica. El número de trabajadores industriales registrados ya es 92.800 menor que en noviembre de 2015. Por otra parte, las caídas en la construcción, el comercio y el transporte se vinculan directamente con el menor nivel de actividad de la economía”.

Por caso, la industria santafesina anda a media máquina, ya que el nivel de utilización de la capacidad instalada se ubicó en torno al 55 por ciento, según los últimos datos que difundió la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe).

“El nivel de empleo (industrial) en la provincia se redujo durante agosto un 3,1 por ciento frente al mismo mes del año anterior. Mientras que en el acumulado del año, la variación es de -0,3 por ciento en comparación con el mismo período de 2017. Más de la mitad de los empresarios locales indicó que redujeron horas extras y un 20 por ciento de ellos señaló una reducción de la jornada laboral. Asimismo, llamó la atención el alto porcentaje de empresas que solicitaron algún programa de recuperación productiva o proceso preventivo de crisis”, se puede leer en el último informe de Fisfe disponible en su página web.

“La industria santafesina afronta un cuadro extremadamente complejo donde muchas fábricas de la provincia están al borde del colapso productivo y ello requiere tomar medidas urgentes. Se debe declarar la emergencia industrial provincial por 180 días, con un esquema de funcionamiento similar a la emergencia agropecuaria, donde se brinde asistencia financiera, incentivo productivo y asistencia impositiva, además de trabajar sobre el costo energético”, reclamaron desde Fisfe.

En la provincia, el complejo metalúrgico, junto con el procesamiento de granos, viene en picada. El derrumbadero le pega de lleno a la industria automotriz, a la producción de motos, la fabricación de acoplados y remolques, maquinaria agrícola y la línea blanca de electrodomésticos, sector que a nivel nacional acusa una caída en la producción del 70 por ciento en lo que va de 2018, afectado por la retracción del consumo, tarifazos y apertura indiscriminada de importaciones. De todos estos rubros, en Santa Fe hay radicadas importantes empresas que están en el horno porque sienten con fuerza el cimbronazo recesivo de las políticas amarillas, según se refleja en el informe que realizó el Instituto de Investigaciones Económicas de Fisfe.

Fábricas emblema del sur santafesino cierran, despiden o suspenden personal, abren retiros voluntarios, recortan jornadas de trabajo. Esta situación afecta, a la vez, a pequeñas y medianas empresas y a pueblos y ciudades enteras que se mueven al ritmo de estas firmas. Villa Constitución, Casilda, Firmat, Arequito, San José de la Esquina, Las Parejas son algunas localidades que, pese al potencial agroindustrial que tienen, se ven perjudicadas por las políticas recesivas que emanan del modelo Cambiemos, asentado la reprimarización de la economía, desindustrialización y especulación financiera.

El presidente de Fisfe y vicepresidente de la UIA, Guillermo Moretti, criticó el modelo económico de Cambiemos, con énfasis en las altas tasas de interés que hacen inviable la producción. “En septiembre en Santa Fe hubo una caída de casi un 8 por ciento. En la provincia tenemos más de 300 empresas con proceso preventivo de crisis y la mayoría de las empresas industriales, con caídas entre el 40 y el 50 por ciento de las ventas”, advirtió el industrial santafesino en declaraciones radiales. Contó que “todos” están dando vacaciones anticipadas y alertó que, “si en diciembre sigue siendo así, va a ser una situación muy complicada”.

Marcha atrás

La industria automotriz, que aceleró lindo durante el gobierno anterior, sector que fue gran generador de mano de obra calificada, perdió 4.500 empleos desde 2015 a nivel nacional. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) observó que la destrucción de empleo para los trabajadores del volante consistió en una reducción del 5,51 por ciento de la plantilla total de personal del sector, dañado, entre otras causas, por el reemplazo de partes nacionales por importadas.

“Hay un claro aumento de la participación de las importaciones sobre las ventas totales: se pasa del 53,8 por ciento en los primeros meses del año 2015 al 71,6 por ciento en el mismo período de 2018, es decir, casi 20 puntos porcentuales en tan sólo 3 años, lo que implica un claro reemplazo de producción nacional por importada”, se explicó en el reporte.

Para el Cepa, los datos estadísticos muestran que hay tres procesos enganchados con la marcha atrás y asociados a la destrucción de empleos: “El primero relacionado con la caída de la producción de vehículos, el segundo vinculado a la caída de las ventas de automóviles producidos localmente y, en tercer lugar, un aumento de la participación de los automóviles de origen importado en el mercado nacional”.

El bloque automotor (autopartistas y terminales) registró, según resaltaron desde el Cepa, un pico de empleo en 2012, con un total de 88.663 trabajadores registrados a nivel nacional. En el primer trimestre de 2015, ese número se ubicó en 81.011 empleados y a principios de este año bajó hasta los 76.542 trabajadores. Eso da una pérdida de 4.469 puestos, que se intensificó con el estallido de la crisis económica-cambiaria desde el segundo trimestre de este año.

Fisfe hizo una evaluación del sector automotriz en la provincia de Santa Fe, tomando agosto pasado como referencia. Ese mes la producción de automóviles fue de casi 30 mil unidades, un 7,5 por ciento por debajo de igual mes del año pasado. La empresa General Motors, ubicada en el Gran Rosario, implementó hasta enero de 2019 un proceso de suspensión de una porción de su plantel de personal, al acotar su actividad a un turno de producción diario.

El sector automotor está utilizando apenas el 44 por ciento de su capacidad instalada. El secretario general del Smata, Ricardo Pignanelli, advirtió que con las políticas económicas de Cambiemos corre peligro el 15 por ciento de la plantilla total de las automotrices. La historia se repite entre las empresas: Fiat abrió retiros voluntarios en su planta de Córdoba y hasta el 20 de diciembre trabajará sólo tres días a la semana. Ford también cerrará líneas de producción en diciembre y hay parates en Peugeot y Renault.

La actividad económica en general se derrumba en el país a tasas entre 4 y 7 por ciento. Con lo cual, la recesión se reflejará con más nitidez en los indicadores de empleo correspondientes a la segunda mitad del año, ya que es sabido que la situación, con devaluación, inflación desbocada y despidos a troche y moche, empeoró en los meses más recientes. La firma Adecco Argentina, dedicada a la contratación de personal, mostró un estudio que anticipa que siete de cada diez compañías consultadas piensa no incorporar trabajadores durante 2019.

Al calor de la cumbre del Grupo de los 20 países más poderosos y los emergentes que se realizará en Buenos Aires el próximo fin de semana, el gobierno de Macri, con palabras y acciones, buscó instalar de manera irresponsable la idea del enemigo interno y la violencia política. Habló de atentados anarquistas, detenciones vinculadas a la organización islámica musulmana Hezbolá, de grupos terroristas. También recomendó un éxodo porteño mientras se desarrolla la reunión del G20 en Buenos Aires. Mientras, el neoliberalismo extremista de Cambiemos dinamita el mercado laboral argentino.

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