Los datos son alarmantes. Según observatorios sobre género y movimientos feministas de quince países de la región, hasta los primeros días de 2019 los crímenes llegaron a 280 en América Latina. En 2017 hubo 2.795.

Las cifras no paran de aumentar, pero además son muy relativas. Los números oficiales no siempre coinciden con los que ofrecen las organizaciones feministas. Hay distintos criterios y métodos para contar. Además, el concepto de femicidio, o feminicidio (como se lo denomina en varios países), no es el mismo en todas partes. Y los números pierden vigencia a cada hora. Esto último marca la gravedad de la situación. Las cifras son apenas síntomas de un problema social y político, muy profundo y con muchas ramificaciones y complicidades.

Al menos 282 mujeres fueron asesinadas en los primeros meses de 2019 en América latina y el Caribe, según datos recogidos por observatorios sobre género y movimientos feministas de 15 países de la región.

Estas cifras, que confirman que los casos de femicidios y violencia contra la mujer no dejan de aumentar, ya serán superadas por la realidad cuando estas líneas sean leídas.

América latina es una de las regiones donde se registraron más casos de femicidios en los últimos años. Solamente en 2017 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) contabilizó 2.795 crímenes contra la mujer.

Según publicó el sitio del diario El Correo de Perú, el colectivo Ni Una Menos de ese país reportó el 7 enero de 2019 que se produjeron “por lo menos” 14 asesinatos de mujeres hasta la fecha, frente a los 10 casos que el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp) registró en enero de 2018. Esta realidad, señala el diario peruano, es similar en casi todos los países de la región.

En lo que va de 2019, señala El Correo, y de acuerdo con datos ofrecidos por los medios, México (con 104 femicidios) y Brasil (con 69) tienen las cifras más altas. Siguen Argentina con 45, Honduras con 16, Colombia con 11, República Dominicana con 10 y Venezuela con 8. Se dieron menos casos en Costa Rica y Paraguay (ambos con 6), Chile (5), Bolivia y Ecuador (4), Uruguay (3) y Nicaragua (2).

Estas cifras corresponden al 27 de enero de 2019, excepto en el caso de la Argentina,  actualizadas al 27 de febrero de este año. En el caso argentino, el número surge de un relevamiento realizado por la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumalá). Entre el primer día de enero y el último de febrero hubo en Argentina 45 femicidios y hay otros 12 hechos que tuvieron a mujeres como víctimas que están a la espera de peritajes para determinar si se trató o no de casos de violencia de género. Equivale a un femicidio cada 31 horas. Desde Mumalá reiteraron el reclamo para que se declare la emergencia a nivel nacional.

Informe de la ONU: El hogar es el sitio más peligroso

El último informe sobre el tema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se publicó el 25 de noviembre de 2018, coincidiendo con la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El texto tiene 64 páginas y se titula “Estudio global sobre homicidios (sic). Asesinatos de mujeres y niñas por motivos de género”.

Una de las principales constataciones del reporte de la ONU, realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, es que el mayor peligro que pueden enfrentar las mujeres está en sus propios hogares.

En 2017, más de la mitad de las mujeres víctimas de homicidio fueron asesinadas por su pareja o parientes cercanos, según el informe. Además, los investigadores concluyeron que los esfuerzos realizados en algunos países para frenar estos asesinatos mediante nuevas estrategias jurídicas y programas sociales “no han logrado avances tangibles”.

El reporte analizó cómo se relaciona la violencia contra las mujeres y las niñas con su estatus y su papel en la sociedad.

Asesinar a una mujer es “un acto letal a lo largo de un continuo de discriminación y abuso basados en el género”, escribió Yury Fedotov, director general de la agencia, en el prólogo del informe.

Al analizar los datos, el informe determinó que aproximadamente uno de cada cinco homicidios es perpetrado por una pareja o un familiar cercano, y las mujeres y las niñas conforman la mayoría de esas muertes.

De las casi 87 mil mujeres reportadas como víctimas de homicidio doloso en todo el mundo durante 2017, alrededor del 34 por ciento fueron asesinadas por su pareja, y el 24 por ciento por un familiar.

El índice más elevado de mujeres que murieron a manos de su pareja o parientes se encontró en países africanos (una tasa de 3,1 víctimas por cada 100 mil mujeres), seguidos de naciones del continente americano (con una tasa de 1,6 víctimas por cada 100 mil personas de la población femenina). El índice más bajo fue el de Europa (0,7 víctimas).

Los investigadores indicaron que no es posible registrar con precisión los asesinatos relacionados con el género que ocurrieron durante conflictos armados, por lo que las cifras verdaderas en ciertas regiones podrían ser mucho más elevadas de lo que señala el informe. Además, los datos no incluyen los homicidios irresueltos que posiblemente se hayan dado por el género de la víctima, y los analistas dijeron que muy a menudo la violencia contra la mujer no se reporta.

El informe tampoco dejó claro si tomó en cuenta la violencia en contra de las personas transgénero en las estadísticas.

En una nota publicada en el New York Times la profesora del John Jay College de Nueva York, Jodie Roure, que investiga la violencia contra la mujer, advirtió que las prácticas de recopilación de datos varían de un país a otro. “Estos datos tienen ciertas limitaciones”, explicó Roure. “¿Son un reflejo del panorama completo? No, pero lo importante es hablar al respecto, porque hace poco tiempo no lo estábamos haciendo”, consideró.

La nota del New York Times señala que en la raíz de la violencia patriarcal están las normas sociales que imponen que el hombre tiene autoridad para controlar a la mujer.

En este sentido, el diario neoyorquino cita investigaciones que revelan que los hombres y los niños que se atienen a las perspectivas estereotipadas sobre los roles de género –por ejemplo, que los hombres necesitan tener más sexo que las mujeres o que los hombres deben dominar a las mujeres– son más propensos a ser violentos con su pareja.

El reporte de la ONU señala, además, que los hombres que matan a su pareja de sexo femenino por lo general mencionan haber tenido problemas con el alcohol, celos y miedo al abandono. En cambio, las mujeres que habían matado a su pareja de sexo masculino con frecuencia mencionaron que habían soportado largos periodos de violencia física a manos de esa pareja.

Algunos países ya tienen leyes en contra del femicidio, pero no se ha llegado a un consenso sobre lo que significa ese término.

El informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito descubrió que no existe una definición estandarizada del término femicidio, lo cual ha derivado en una gran diferencia en las prácticas jurídicas y de recopilación de datos.

Los nuevos programas y leyes han logrado sensibilizar al público con respecto al tema, aunque la cantidad de estos asesinatos no ha disminuido en comparación a 2012, cuando la ONU realizó un estudio similar. No obstante, el informe concluye que se deben tomar más medidas a fin de ofrecer más servicios para las mujeres, así como cambiar las convenciones culturales.

“Una ley por sí sola no es suficiente”, comentó Roure. “Debe haber una estrategia integral y holística”.

La jueza peruana Elvia Barrios señala en declaraciones a El Correo de Perú que con el aumento de las penas no es suficiente, y que hace falta más que eso: “La estadística de los casos de femicidio advierte que el número de mujeres muertas es mayor cada año. De ahí que la pena de cadena perpetua no cumple su función de prevención general. Su efecto disuasivo no es tal”.

“Si bien esta pena es parte de una estrategia general para eliminar los casos de femicidio, lo más importante debe centrarse en la prevención, que comprende tres ejes: sensibilización comunicación y educación”, agregó Barrios.

Por su parte, la antropóloga Angélica Motta afirmó que los casos de femicidio en el último año claramente muestran que “hay más ensañamiento y sobre todo parece haber más asesinatos de mujeres en espacios públicos”.

“Las condiciones de precariedad y crisis de las masculinidades se ven reflejadas en estos femicidios, que son cometidos con mayor exacerbación. Al mismo tiempo, las mujeres pugnan por más espacios en la sociedad y más autonomía, lo que también es considerado una afrenta a la masculinidad”, consideró Motta en declaraciones a El Correo de Perú.

Por su parte, la antropóloga argentina Rita Segato consideró que  “la masculinidad exhibe su trasfondo en la avidez por mostrar una potencia que ya no puede alcanzar. La capacidad de «adueñamiento», indispensable para la titulación masculina, para la adquisición del prestigio masculino, solo se obtiene hoy con violencia”.

“La violencia machista, como crimen de género, no es instrumental, sino expresiva, pues manifiesta la capacidad de dominio y control de la posición masculina. Es por eso mismo un crimen territorial, que dirige ese enunciado a sus pares varones”, señaló Segato.

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