Parece que todavía es martes 29, que no llovió a la mañana, sino que continúa siendo el día en que amanecimos con sol, calor, un nudo en la panza y esta hoja en blanco. Una jornada infinita: de apuntes en cada dispositivo (cuaderno, celular, computadora), de lluvia de glitter, de siesta a la medianoche en el césped de la San Martín, esa plaza que albergó y alberga tantas movilizaciones, asambleas, reuniones, complicidades con nuestra historia de rosarinas y rosarinos. Parece que no paró, que el calendario no saltó de casillero, sino que todavía es el mismo día en que Cristina Fernández de Kirchner dijo “resulta aprobado, se convierte en ley y se gira al Poder Ejecutivo”, y entonces las vidas de todas, de todos y todes cambiaron para siempre. Para mejor.

Parece que todavía es martes 29, cada quien continuará avanzando en el calendario como pueda, como lo sienta, como lo pueda asimilar. Pero es miércoles, hace unas horas el Senado aprobó la legalización del aborto y cuando este artículo llegue a manos y ojos de los lectores y las lectoras, ya va a ser otro día. Varios días más tarde, y otro año. No sé cómo es hoy –el verdadero hoy, no el de la sensación de un 29 de diciembre que no quiere terminar–, pero es mejor: pasó el 2020 y el aborto clandestino quedó del otro lado de la página. La sensación es inconmensurable: hay esperanza, hay futuro.

Una historia colectiva

No alcanza con convencerse de que el tiempo es convención para soltar la idea de que en Argentina está ocurriendo algo divino. A sólo dos días de terminar el año de la pandemia, la crisis y la frustración, las argentinas y los argentinos amanecimos en una jornada que sí o sí iba a pasar a la Historia. Las imágenes de la vacuna Sputnik V aterrizando en el país, llegando a todas las provincias, aplicándose en trabajadores y trabajadoras de la salud eran suficiente para sentir que despedir al 2020 iba a tener algún sentido de esperanza. Pero la gesta no fue suficiente y ese mismo día, el Senado de la Nación discutió y finalmente aprobó la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (queridas lectoras, queridos lectores: quien escribe este artículo todavía no es consciente del peso de las palabras que acaba de teclear. Por las dudas, va de nuevo: ¡El aborto ya es legal!).

La jornada legislativa histórica no actuó en soledad. La historia de la lucha de las mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries hizo lo suyo. Ninguna ley apareció como por arte de magia en la Constitución Nacional. Siempre se tejieron redes para avanzar en la conquista de derechos. Se trató, en cada caso, de hacer política: ganar la calle, la opinión pública y trazar estrategias para volcarlo en el Congreso de la Nación. Se trató de definiciones partidarias y decisiones individuales también: ampliar el espectro de la justicia social como una forma de entender la militancia. En ese sentido, el rol del Poder Ejecutivo estuvo marcando la cancha con fuerza en cada bloque, en cada banca. “El valor de la palabra empeñada”, definió Alberto Fernández. Lo cierto es que ahora, con la ley de aborto fresca en nuestros territorios, se sabe que no alcanza con que el presidente avale un debate, como ocurrió en 2018. La rosca política y las convicciones hacen también a la ley.

Y después, y sobre todo, estuvieron las vigilias. El acompañamiento desde el primer hasta el último minuto desde todos lados. El debate se siguió en las casas, en las camas y en las plazas. Se acompañó por cualquier tipo de plataforma posible, habilitada e higienizada: desde un que otro abrazo, hasta llamados telefónicos en la madrugada, videos, seguimiento de cada discurso por Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp y alguna red que se escape a esta crónica. Cada acción de visibilizar el acompañamiento al proyecto de ley que se discutió cumplió su cometido: demostrar que el aborto ya era legal y que los legisladores y legisladoras tenían que estar a la altura de la circunstancias, a la altura de la calle. Esta vez, por 38 votos a favor y 29 en contra, fue así.

En Rosario, el punto de seguimiento fue la plaza San Martín. Como tenía que ser, se trató de una jornada épica. El sol y el calor no dieron respiro, ni siquiera durante la noche, donde no hubo ni viento ni brisas calmando las altas temperaturas. La multitud, sin embargo, no se acobardó. Con reposeras, carpas y lonitas; en corpiño y con barbijo; el debate se siguió tal cual lo habían prometido desde la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Se escucharon todos los discursos. Al final, a las 4, el cielo anunció la lluvia que traería la calma y la presidenta del Senado, Cristina Fernández de Kirchner, anunció el resultado que cambiaría la historia. La explosión de bocinazos, gritos, bengalas y llanto fue lo que se esperaba, pero mejor. Porque una cosa es desearla, otra vivirla.

43 días 

Alberto Fernández tiene puesta una corbata verde, las manos cruzadas sobre el escritorio. Transmite calma, aunque esté a punto de hacer historia. Al lado suyo hay una bandera argentina. Atrás, un cuadro de Perón y Eva, una biblioteca prolija. Es 17 de noviembre y se lo ve a través de un video que dura 07:25 minutos, en el que anuncia que va a presentar dos proyectos que garantizan “que todas las mujeres accedan al derecho a la salud integral”: el de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) y el de los mil días, que fortalece la atención integral de la salud durante el embarazo y el de los hijos e hijas en los primeros años de vida. El Presidente dice en los primeros segundos que es una forma de que la palabra empeñada recupere su valor en Argentina. Está cumpliendo una promesa de campaña. También da un paso en la historia, siendo el primer presidente del país que se manifiesta a favor del aborto y envía un proyecto de ley para su legalización.

El anuncio de Alberto Fernández mostró que tomar las calles no es en vano, como tampoco discutir, proponer e insistir. El Presidente recogió en su discurso, en las leyes y en la carta que las acompaña, las demandas: habla de personas gestantes, educación sexual integral y de salud pública. También menciona al placer y al deseo, y a la libre sexualidad como partes fundamentales de la salud integral de cualquier persona. Los dos proyectos, hoy leyes discutidas y aprobadas, forman parte de una nueva forma en que la norma considere a la maternidad: como un deseo, una elección y no una obligación biológica. “Por convicción personal, estoy seguro de que estamos dando respuesta a una realidad que afecta a la salud pública y que con ello estamos ampliando derechos en una sociedad que así lo demanda. Que sea ley”, concluyó el mensaje el mandatario.

La Cámara de Diputados de la Nación comenzó a discutir el 10 de diciembre de 2020 los proyectos presentados. A las 7.23 del día siguiente, con 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones, dio la esperada media sanción. Dieciocho días y algunas horas más tarde, después de unas 60 exposiciones a favor y en contra del proyecto en las comisiones de Justicia; Asuntos Penales y Salud, y Banca de la Mujer, el Senado de la Nación discutió y aprobó el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo con 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. En 2018, el rechazo se había logrado por 38 a 31, con dos abstenciones y una senadora ausente.

Las personas gestantes son criminalizadas por interrumpir un embarazo, salvo si corre riesgo su salud o si fueron víctimas de violación, desde 1921. La amenaza de la penalización, sin embargo, no impidió ningún aborto. Según el Ministerio de Salud de la Nación, en el país se hacen entre 370 mil y 500 mil abortos anuales, y hay entre 40 y 50 mil internaciones por complicaciones por abortos inseguros. Desde 1983, más de 3 mil mujeres murieron por la clandestinidad y cientos de miles sufrieron daños irreversibles en su salud.

La historia, ahora, escribe una nueva página. La ley aprobada este miércoles por la madrugada expresa que la interrupción del embarazo se permitirá hasta la semana 14, inclusive, del proceso gestacional. Luego de ese plazo solo se podrá acceder en caso de violación o si estuviere en peligro la vida o la salud integral de la persona gestante. En el caso de menores de 13 años, se requiere un consentimiento informado y la asistencia de, al menos, uno de sus progenitores o representante legal. Hasta los 16, deberá tener un acompañante o “referente afectivo”, y luego tienen plena capacidad por sí para prestar su consentimiento.

Previo a la realización del aborto, se requiere el consentimiento informado de la persona gestante expresado por escrito. El profesional de salud que deba intervenir de manera directa en la interrupción del embarazo tiene derecho a ejercer la objeción de conciencia. En el caso de que una institución privada no cuente con profesionales para realizar la interrupción del embarazo deberá disponer la derivación a otra institución.

También se puntualiza en que el personal de salud debe observar y garantizar un trato digno, respetando las convicciones personales y morales de la paciente. Se deberá mantener la privacidad y el derecho a la intimidad de las personas que recurran a las instituciones para pedir un aborto. Se sabe que nada de lo estipulado en la ley quedará librado al azar y que es tarea de cada ciudadano y ciudadana velar para que cada uno de los artículos de la ley aprobada se respete y aplique tal como la ciudadanía lo demandó.

 

  • Encontrá la cobertura de este diciembre verde en este link: https://redaccionrosario.com/temas/aborto-legal-2020/

 

Fuente: El Eslabón

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