El dilema socioeconómico y la pulseada con el Fondo por la deuda marcan la agenda. El congelamiento de precios y la dureza discursiva contra el organismo mostraron otra actitud en el FdT.

Las elecciones legislativas del crucial 14N, sucederán en un contexto marcado por la encrucijada económica, entre la elevada inflación y su carrera con los alicaídos ingresos, y la negociación con el Fondo Monetario Internacional, que mete ruido en el tramo final de la campaña, donde el Frente de Todos intenta desactivar la bomba de la deuda impagable que dejó el macrismo. Dos batallas que sobrepasan a los comicios por venir.

La pulseada con el FMI voló a Europa: primero a la Cumbre de Líderes del G20 en Roma y luego a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Glasgow (Escocia), donde, apenas y al menos en las declaraciones, se coló el reclamo argentino de revisión de sobrecargos que quiere cobrar el FMI por el cuestionado préstamo, además de los plazos.

En la previa a la gira, que dejó retumbando y para el debate el anuncio de la millonaria inversión de la firma australiana Fortescue para producir hidrógeno verde en la Patagonia, se tensó la relación con el Fondo y, por ende, con Estados Unidos, que en el tema de la deuda tiene intereses económicos y geopolíticos.

Fuertes cruces discursivos más allá de la foto y las sonrisas entre el presidente Alberto Fernández y su par yanqui Joe Biden. El futuro embajador de EEUU en el país, Marc Stanley, dijo que Argentina es como “un autobús turístico al que las ruedas no le funcionan”. El ministro de Economía Martín Guzmán, antes de viajar a Roma, recordó que el crédito del Fondo, que violó sus propios estatutos y concentró en la Argentina el 60 por ciento de todo lo prestado, fue para financiar la campaña macrista y para la fuga de capitales, y hasta deslizó la posibilidad de un no acuerdo.

Si bien Argentina viene pagando intereses de la deuda, el viraje verbal en el oficialismo denunciando al FMI, después de enfriar la querella contra Macri por el escandaloso endeudamiento, es bien recibido por buena parte de su base electoral, aunque más entusiasma cuando se le entra de lleno a la problemática del encarecimiento de los alimentos.  

Tras la advertencia para el FdT que arrojaron los resultados negativos de las Paso, en medio de turbulencias, contradicciones y controversias internas, llegaron los cambios en el gabinete, medidas económicas como respuestas a reclamos de un electorado desencantado y búsquedas de acuerdos sociales, con sectores del poder económico y mediático torpedeando cada iniciativa oficial y extorsionando con la evolución del dólar ilegal y su impacto en las expectativas. Sin concretar cambios bruscos, el FdT sueña con la remontada. Inflación y deuda externa son dos cuestiones donde la principal fuerza política opositora, la coalición de centro-derecha representada por Juntos, hace agua.

El escenario electoral está atravesado por la incertidumbre que trajo la pandemia, que estaría quedando atrás con la implementación de un eficaz plan de vacunación. Se sostiene una incipiente y despareja mejoría económica, la actividad ya se encuentra en niveles prepandémicos, el empleo privado se va recuperando aunque también de manera muy lenta y heterogénea, según se desprende del último informe del Ministerio de Trabajo. Pero los salarios no consiguen ganarle a la inflación, que ya está cerca del triste récord que dejó Macri. 

“Tenemos que dar el debate respecto de los márgenes de ganancias de las grandes empresas”, se plantó el secretario de Comercio Roberto Feletti, después de meter en el freezer hasta enero más de 1.400 productos de consumo masivo, con cumplimiento al 80 por ciento, mientras el Estado reforzó asistencias socioeconómicas y laborales y alentó la reapertura de negociaciones salariales en paritarias.

“Los precios no se rinden”, advirtieron desde el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate). “En septiembre los precios aumentaron 3,5 por ciento, interrumpiendo un proceso de gradual descenso que llevaba ya medio año. La inflación interanual se ubicó en el 52 por ciento, un valor muy parecido al dejado por el gobierno de Macri. Con el dólar variando al 1 por ciento mensual, con tarifas y precios regulados, congelados o con incrementos controlados, el problema inflacionario demostró requerir una acción más directa del Estado. Este fue el contexto para el congelamiento de los precios”, se analizó en el informe de coyuntura del grupo rosarino.

Un ítem clave de la investigación de Mate es “diferencias salariales”. Y comparó: “Desde el inicio del gobierno y hasta agosto de 2021 los precios acumularon un incremento de 87 por ciento. En ese período, los salarios de los trabajadores registrados en el sector privado aumentaron 86 por ciento. En el desfavorable contexto para la negociación salarial, es destacable este casi empate conseguido por las y los trabajadores organizados. En el caso del empleo no registrado y del empleo público, la suerte no fue la misma. Las remuneraciones del empleo informal se incrementaron 75 por ciento en el mismo período y las del sector público, 77,5, retrasándose respecto a la inflación”.

En un informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) se consideró que “una de las principales demandas sigue siendo el problema inflacionario. En ese frente, el gobierno logró ganar un poco de aire planteando una disputa política con los dueños de la producción y distribución de alimentos, uno de los sectores que lideró los aumentos de precios en el último año”.

“La inflación parece un mate al que nadie encuentra el agujero para embocar la bombilla. Desde el Ceso venimos insistiendo que la causa de ese fracaso es un mal diagnóstico, por no considerar los elementos inerciales de la inflación argentina. Por ello proponemos un programa heterodoxo en el cual el congelamiento de precios (tipo de cambio y tarifas) sea parte de un esquema general para enfrentar la inflación. Una forma de provocar artificialmente una baja temporal de los aumentos de precios, que luego sea utilizada como base para cortar la inercia en las paritarias, alquileres, créditos”, se lee en el informe titulado ¿Puede la política económica dar vuelta el resultado electoral?

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