Lo que ocurre en Ecuador refuta de manera trágica el dogma neoliberal. Las bandas armadas ocupan el lugar que deja la gestión pública. Cuando no hay proyecto de país, sino plan de negocios, crecen los narcos y la ciudadanía queda a merced de la violencia.

Cuando el Estado se retira, el espacio social que abandona es ocupado por el crimen organizado transnacional. Es decir, las bandas armadas que se dedican, fundamentalmente, al tráfico ilegal de drogas, el negocio más rentable del mundo. De esa actividad depende, en buena medida, la banca mundial (que lava dinero a los narcos) y por consiguiente, buena parte del andamiaje del sistema de mercado y su cacareada “libertad”. Por ejemplo, el banco internacional HSBC (The Hong Kong and Shanghai Banking Corporation), una empresa multinacional británica de banca y servicios financieros con sede en Londres, Reino Unido, durante décadas lavó dinero al cartel mexicano de Sinaloa, uno de los más brutales del mundo. 

A lo largo de su historia, la justicia de numerosos países ha encontrado culpable a HSBC de lavado de dinero, violación de las leyes de regulación de los sistemas financieros y haber dado protección a grupos del crimen organizado, evasores fiscales, y cárteles dedicados al narcotráfico, lo que le ha supuesto al banco el pago de multas multimillonarias, informó el medio canadiense The Globe and Mail.​

Por su parte, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sacó a la luz en 2015 un gigantesco esquema de evasión fiscal —apodado como Swiss Leaks—operado por la filial suiza de banca privada de HSBC que habría evadido entre noviembre de 2006 y marzo de 2007 (apenas 5 meses) 180.600 millones de euros de 100 mil clientes y 20 mil empresas pantalla. La serie de Netflix Dirty Money (Dinero sucio), de 2018, dedica uno de sus capítulos a este caso. Por cuestiones operativas y de flujo de dinero, el narcotráfico no podría existir sin la complicidad del sistema financiero mundial. 

El creciente poder de las organizaciones criminales no es sólo económico, sino también político y social. Este fenómeno debe analizarse en el contexto muy preciso de esta particular etapa del capitalismo financiero, inmaterial y cada vez más escorado hacia la ultraderecha y el autoritarismo. 

En ese marco, sumado a la emergencia incontrolada de las técnicas de manipulación que tienen una velocidad post-humana, las noticias falsas en las que la realidad ya no importa, y la entronización del egoísmo, el odio, la crueldad y la abominación de la otredad, el resultado es que las sociedades dejan de merecer ese nombre: pierden puntos de referencia, se diluyen los consensos básicos de convivencia, se disgregan, se sumen en un caos y una crisis cognitiva que diluye los límites entre la verdad y la mentira.

En el caso particular de Ecuador, hablamos de un capitalismo periférico, dependiente, dolarizado. Se trata de un país arrasado por los gobiernos neoliberales, entreguistas y corruptos. El ex correísta y luego enemigo acérrimo de esa fuerza política, Lenin Moreno, gobernó desde el 24 de mayo de 2017 al 24 de mayo de 2021. Lo sucedió uno de los hombres más ricos de Ecuador, el banquero Guillermo Lasso, cuya gestión, incompleta, culminó el 23 de noviembre de 2023, cuando ya no le fue posible sostenerse frente al rechazo de la sociedad. Ni siquiera con represión. 

Las gestiones liberales dejaron a Ecuador en ruinas, con altos índices de violencia criminal, desempleo y pérdida del poder adquisitivo de las grandes mayorías. El retiro del Estado, aspecto fundamental, central, del dogma neoliberal, privó a la población de sus derechos. Se aumentaron las tarifas y a la vez cayó en forma abrupta la calidad de la salud y la educación.

Primero un converso al servicio del capital financiero (Lenin Moreno), y luego un banquero (Guillermo Lasso) perteneciente a la más rancia “oligarquía de los banqueros”, un sector que ocupa un lugar central entre los poderes fácticos ecuatorianos.

La etapa neoliberal en que se sumió Ecuador fue la cruel venganza, acompañada de guerra judicial y mediática, contra el demonizado Rafael Correa, que gobernó desde el 15 de enero de 2007 al 24 de mayo de 2017. Como viene sucediendo en la región y el mundo, la técnica de manipulación del “enemigo único”, patentada hace tiempo por el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich, Paul Joseph Goebbels, no sólo sigue vigente sino que ahora cuenta con medios técnicos cada día más sofisticados y eficaces para la “lucha por el cerebro humano, un nuevo campo de batalla” (definición de la OTAN).

La simplificación de la realidad, el rechazo de la historia y la memoria, el desprecio de los hechos y los argumentos producen daños profundos y perdurables en la sociedad. Correa y el correísmo que fue identificado con el Mal Absoluto. Todo lo que estuvo, está y estará mal tiene que ver con ese movimiento demoníaco. El problema de estas estratagemas, más allá de su efectividad para ganar elecciones en todo el mundo, aparece después. Y tiene que ver con la sustentabilidad.

Las mentiras y la demonización producen un shock social, la derecha avanza entonces a pasos agigantados, arrasa con todo y gana la batalla cultural por goleada. Pero esa rápida victoria no suele durar, y los síntomas de decadencia van apareciendo, tarde o temprano. Cada sociedad tiene sus tiempos. Pero la experiencia histórica reciente demuestra, sin lugar a dudas, que a la derecha y ultraderecha liberal les resulta más fácil llegar al poder que mantenerse en él.

Lo que hoy padece el pueblo de Ecuador deja en claro que, a diferencia de lo que afirma el repiqueteo maníaco de los discursos de los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos, después de que se fueron los malvados demonios, llegó, entonces sí, el verdadero Infierno. Tozuda, la verdad, y la vieja y maltratada realidad, esta vez, finalmente, se impusieron con toda su horrorosa materialidad no virtual. Es la muestra descarnada de que el capitalismo es incompatible con la democracia. Y que necesita, cada vez más, profundizar sus aspectos más violentos y criminales. Encima, sin la necesidad de ocultarlos. Todo lo contrario.

El actual estallido de violencia en Ecuador es el resultado de ocho años de motines carcelarios de una brutalidad con pocos antecedentes. Durante las mefistofélicas gestiones de Correa la situación fue muy distinta. La violencia existió en Ecuador antes y durante las presidencias de Correa, pero fueron los gobiernos neoliberales anti-correístas los que empeoraron, y mucho, la situación. 

Tras la apresurada salida de Lasso, se llamó a elecciones anticipadas y el 15 de octubre de 2023, el empresario Daniel Noboa (Acción Democrática Nacional, ADN) ganó la segunda vuelta de las elecciones con un 52,28 por ciento de los votos y la candidata del correísmo, Luisa González (Revolución Ciudadana), que había ganado la primera vuelta, obtuvo el 48,17 por ciento.

Sin la necesidad de una alianza formal entre las fuerzas de derecha (que sumadas obtuvieron más de 3.700.000 votos en primera vuelta), a Noboa le alcanzó con los sufragios de quienes jamás votarían por la estigmatizada Revolución Ciudadana. El odio funciona.

“La Revolución Ciudadana, proyecto liderado por Rafael Correa, tras diez años de gobierno exitoso, sufrió una traición interna que se tradujo en persecución, encarcelamiento, judicialización de la política y una profunda desinstitucionalización del Estado. La dolorosa realidad de inseguridad, violencia, desempleo, migración, deserción escolar, salud en crisis, vialidad destruida, falta de control fronterizo y demás problemas de los que adolece Ecuador, responden a esa destrucción sostenida, una pandemia desatendida y gobiernos de derecha tomando decisiones para el beneficio de unos pocos”, señaló la asambleísta electa por el partido de la Revolución Ciudadana, Gissela Garzón Montero, en la publicación del sitio argentino Nodal “Dos modelos de país: salir de la crisis o profundizarla más”. La nota, de octubre de 2023, funciona como una prueba irrefutable de que lo que hoy sucede en Ecuador es consecuencia del retiro del estado y el debilitamiento de las instituciones. 

Guerra entre un Estado que no quiere ser y bandas que lo reemplazan

“Luego de que varios grupos de delincuencia organizada iniciaron con ataques armados y atentados terroristas en todo el país, el Presidente de la República, Daniel Noboa, emitió el Decreto Ejecutivo 111, en el cual declara a 22 organizaciones delincuenciales como grupos terroristas y actores no estatales beligerantes”, informó el medio de Ecuador Radio Pichincha.

Además, el mandatario decretó el Estado de excepción, ante la existencia de lo que considera “un conflicto armado interno”. Asimismo, ordenó a las Fuerzas Armadas ejecutar operaciones militares, bajo el derecho internacional humanitario y respetando los derechos humanos, para neutralizar a los grupos terroristas.

El medio ecuatoriano El Diario informó que más de trece personas perdieron la vida en los atentados y actos terroristas, según información oficial de la Policía.

Los atentados y actos terroristas, agrega El Diario, terminaron con un saldo de 41 detenidos, que serán acusados de terrorismo por la Fiscalía de Ecuador.

Los atentados y ataques armados que realizaron bandas delincuentes se desencadenaron tras la declaratoria del estado de excepción, y luego de la fuga de Adolfo Macías, alias “Fito”, supuesto cabecilla de “Los Choneros“, una de las 22 bandas criminales que están actuando en Ecuador. 

En total se produjeron (al cierre de esta edición) 29 ataques a edificaciones, entre ellas cinco hospitales en Guayaquil y el canal TC Televisión, que fueron tomados por los terroristas. Los hospitales Luis Vernaza, Teodoro Maldonado, del Niño, Guayaquil y Ceibos fueron también atacados. Lo mismo sucedió con el Cuerpo de Bomberos de Tenguel, la Universidad Estatal, entidades bancarias y varios comercios.

En Guayaquil se registraron once muertos, todos civiles, y en Nobol dos fallecidos, ambos policías. Los agentes fueron asesinados por supuestos integrantes de la banda “Los Lobos“, quienes grabaron el ataque. Además se registran tres personas heridas, entre ellas una estudiante. Otras tres personas fueron quemadas dentro de un vehículo en la cooperativa de vivienda 22 de Abril de la Isla Trinitaria. “A partir de este momento, todo grupo terrorista identificado en el Decreto 111 se ha convertido en un objetivo militar. El presente y el futuro de nuestra patria está en juego”, señaló el Jefe del Comando Conjunto de las FFAA, Jaime Vela.

En noviembre del 2022 ya pasó algo similar en Ecuador, tras la declaratoria del estado de excepción que hizo el ex presidente Guillermo Lasso. La serie de atentados, que se produjo el 1 de noviembre de 2023, dejó un saldo de más de cinco policías asesinados.

Correa: “Los gobiernos neoliberales multiplicaron por siete la tasa de homicidios”

“Destrozaron al país. Lo destrozaron por el odio, por el fundamentalismo neoliberal y el desmantelamiento del Estado. Por perseguirnos, y destruir todo lo que habíamos hecho, desmontaron la seguridad del Estado. En 2008 dieron un golpe de Estado para perseguirme, cambiaron jueces, fiscales, hasta que hoy no hay Justicia, sólo para perseguir a los opositores”, señaló el ex presidente Correa entrevistado por el programa Minuto 1 del canal argentino C5N.

El ex mandatario aportó además hechos concretos y datos duros que demuestran que la crisis de inseguridad fue generada por los gobiernos neoliberales que vinieron después de su gestión: “Nunca he visto una destrucción semejante de un país en épocas de paz, sin sanciones ni bloqueos. Dejamos el país como el segundo más seguro de América Latina, con 5,8 homicidios cada cien mil habitantes, dato duro, dato internacional. En el 2024 estamos con 42 homicidios cada cien mil habitantes y somos uno de los cinco países más peligrosos del planeta”.

En cuanto a la actitud de los votantes que permitieron el regreso de la derecha, hizo referencia a que los medios hegemónicos de su país “Son arma de destrucción masiva”, y que hay personas que se dejan engañar no una vez, sino en forma repetida. 

“Lo que sucede hoy es resultado de siete años de errores, de odio, de desmantelamiento del Estado”, agregó el ex mandatario.

“Es crimen organizado, cuando digo crimen organizado hablo de bandas estructuradas y vinculadas al narcotráfico, por eso manejan muchos recursos económicos, que pueden financiarse y comprar armamento”, agregó Correa, que atribuyó este fenómeno a la falta de control por parte del Estado. “Desmantelaron al Estado y toda la institucionalidad en seguridad”, aseguró el ex presidente. Y fue más allá denunciando un hecho “que nunca antes había ocurrido en su país: «El crimen organizado ha infiltrado al Estado, a las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, la Justicia, al propio gobierno, sobre todo el de Lasso. Ha infiltrado las cárceles. Es muy difícil combatirlo si el propio Estado está infiltrado por la mafia»”, agregó.

“Cada vez que se desmantela algo público, los que se benefician son los privados”, concluyó Correa.

Nota relacionada

“En Ecuador el narcotráfico logró mimetizarse en las estructuras del Estado”

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 13/01/24

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