Motoqueros (capítulo 54 y último)
Por la avenida, a eso de las diez de la mañana, camina hacia el norte arrastrando un carrito. Cuando llega al lado de un container se detiene, levanta la tapa y se pone a revolver.
Por la avenida, a eso de las diez de la mañana, camina hacia el norte arrastrando un carrito. Cuando llega al lado de un container se detiene, levanta la tapa y se pone a revolver.
Después de haber pasado la noche en la calle, rodeado por esos seres que parecían sub-humanos, deambula por la zona sur de la ciudad. Siente que ha tocado fondo: ha perdido todo, casa, hijo, esposa, trabajo, compañeros. Le han qui
Camina en medio de la oscuridad, sin rumbo. Se ha ido internando por un barrio de calles de tierra y casas de chapas, donde se ve una lámpara eléctrica muy a las perdidas. El silencio es absoluto: ni siquiera se escucha ladrar a l
Una vez que partió el abogado, se detiene a pensar en qué hacer. No tiene un mango y sus compañeros del sindicato están encanutados; el único que zafó es él, por las especiales razones que recién le explicó el boga. De manera que
Lo despiertan unos golpes en la puerta del calabozo. Ya es de día pero todos están durmiendo, probablemente por la tensión que han vivido la jornada anterior, al ser detenidos. Del otro lado de la puerta, una voz reclama: ¡Sandova
Otra vez está en cana, pero de manera distinta que la vez pasada. Ahora lo detuvieron junto a toda la comisión directiva, cuando se habían reunido, después de la marcha, para analizar lo que había ocurrido y tramar nuevas estrateg
Finalmente, se realiza la marcha en el centro de la ciudad. Adelante va la comisión directiva del sindicato, portando un gran cartel que dice: “Por la reincorporación de todos los compañeros cesanteados”
Las motos detenidas componen una extraña figura sobre el césped de la plaza. Ellos están a un costado, recostados sobre el suelo verde donde se convocaron de urgencia después de recibir un mensaje de Joe citándolos.
¡Lo que olvida el compañero, expresa Joe con vehemencia, es que no pueden echarnos a todos, porque entonces se quedan sin trabajadores!…
Más que asamblea, eso parece un velorio. Son cientos de motoqueros, pero ninguno abre la boca: se limitan a esperar, en silencio, que sean los dirigentes los que hablen.