Ante la renovada inyección de veneno que aplica el conglomerado opositor a una sociedad empobrecida y hastiada, el Frente de Todos afronta desafíos que van más allá de la fecha electoral de noviembre.

El nivel de incoherencia y violencia discursiva de buena parte de la dirigencia política y mediática del país es agudísimo y se ventila en modo tornado en torno a lo de si hay que seguir o no usando el barbijo. 

El “debate” en ese sentido, reinstalado estos últimos días, alumbra hasta el encandilamiento la liviandad y la irresponsabilidad generalizadas que derraman de las cúpulas a la hora de afrontar la pandemia y sus efectos. 

Es notorio cómo, pese a tantos ejemplos concretos de la necesidad de bajar más de un cambio a la hora de opinar y decidir ante semejante conmoción planetaria, rebrotan posicionamientos, diagnósticos y recomendaciones presentados como herramientas de salvación irrefutables y basadas en “datos reales” y de “científicos y especialistas en la materia”, que se desmienten y reformulan a cada vez más cortos plazos.

“Efectivamente, todo lo contrario”, decía el humorista Mario Sapag, personificando al líder cegetista de los años 80 Saúl Ubaldini. Y cierto es que la verba de “Saúl querido” era pródiga en imperfecciones sintácticas y malos usos de muletillas, pero vaya si son anecdóticas e inofensivas aquellas malformaciones discursivas al lado del “efectivamente, todo lo contrario” que hoy abunda tanto y tan literalmente, y de boca de hábiles oradores como por ejemplo Luiz Juez y parte de un puñado de referentes que asomaron al ágora telepolítica por centroizquierda y doblaron sin siquiera rozar el freno hacia la derecha circense de su pantalla, señora.

“No pueden ser tan salvajes. Tengo amigos internados en terapia intensiva por Covid-19. Por Dios, qué nivel de irresponsabilidad”, dijo con aire indignado el Juez sin toga ahora, sobre la flexibilización de las restricciones anunciada por el gobierno nacional, tras varias semanas consecutivas de baja de casos y con la campaña de vacunación avanzada. “Alberto Fernández está abrazado a la cuarententa como cordobés al fernet”, había dicho en julio del año pasado, cuando los internados y los contagios eran muchos pero muchos más, el mismo Juez que gusta de dictar sentencias abrazado a su picardía como payaso a su nariz colorada.

Claro que el revival del “debate” pandémico expone también cuán temerarias y exacerbadas fueron no pocas expresiones del otro lado de “la grieta”. En buenahora que se celebre la “liberación” del tapabocas y del más traumático y perjudicial encierro de los cuerpos todos que conllevó el Covid. Y no suena mal que tal liberación se reivindique como resultado de las medidas oficiales de restricción que rigieron durante tiempo. Pero vale también recordar que hasta hace más poco que mucho, abundaban las supuestamente también sesudas y fundamentadas expresiones del tipo “esto vino para quedarse” y listo, no queda otra que acostumbrarse a la “nueva normalidad”.

Foto: Télam

En definitiva, lo que sigue pasando es que la búsqueda genuina y responsable de salidas al nuevo intento de justificación de la desigualdad e instauración del fin de la historia se contamina demasiado con virus viralizados y todavía sin vacuna a la vista, surgidos de teorías científicas y ensayos de laboratorios más bien duranbarbistas, con motivaciones bien distintas a la de mejorar la vida de los pueblos, con objetivos meramente sectoriales, personales y peligrosamente cortoplacistas.

En este periódico, como siempre, no se duda de la importancia de la puja electoral y la necesidad de revertir en principio el resultado de las primarias de septiembre en las generales de noviembre. En páginas precedentes y subsiguientes, se intenta, otra vez como siempre, informar, indagar, opinar, compartir, sobre la nueva impronta de gestión y campaña que el binomio presidencial acordó en ese sentido, tras la nueva demostración de capacidad y autoridad de Cristina Fernández de Kirchner como conductora estratégica de la fuerza política que expresa a las mayorías explotadas y empobrecidas por un sistema que se muerde la cola compulsivamente.

Pero vale una vez más señalar que sin recrear y realimentar la esencia movimientista y la organización constante de la fuerza que nos acompaña en esta suerte de Star Wars revirtualizada, será aún más difícil avanzar hacia verdaderas liberaciones y felicidades como las que nos merecemos.

Bienvenido sea, entonces, el desafío de encauzar rebeldías hoy perversamente conducidas al mar de las redes opresoras; y también azuzar conciencias arrobadas por resignaciones propias de quienes no tienen más agujeros en la panza que el de sus propios ombligos, que son la mitad de uno, no de Todos.

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