“Hoy más que nunca se necesitan docentes empoderados, debidamente respetados y apoyados, abanderando el cambio desde la escuela pública”. El pedido lo hizo el secretario general de la Internacional de la Educación, David Edwards, ante la Cumbre de las Naciones Unidas reunida en Nueva York –entre el 16 y el 19 de septiembre pasado– que llamó a Transformar la educación, construir nuestro futuro. 

El reclamo del referente de la enseñanza mundial denuncia la falta de inversión de los Estados en materia educativa, en especial para que se reconozca el oficio de enseñar. “A pesar de la apreciación pública que ha recibido el trabajo docente a nivel global, en particular durante la pandemia, la mayoría de los gobiernos no ha aumentado la inversión en educación pública, privando así al personal educativo y a sus estudiantes del apoyo que, ineludiblemente, necesitan. Los aplausos han sido reemplazados por recortes educativos y por unas exigencias laborales cada vez mayores, que no se corresponden con los recursos existentes”, expresa Edwards en un documento titulado Un llamamiento urgente a los gobiernos del mundo, y presentado a propósito de esa Cumbre mundial.

Edwards recuerda que para superar las desigualdades profundizadas con la pandemia es necesario transformar la educación, para lo que se requiere “de un financiamiento adecuado de la educación pública, y de una inversión mayor en la profesión docente”. 

El dirigente repasa lo que conforma una emergencia en materia educativa y a atender a nivel mundial, y la importancia que tiene el trabajo docente: “En el pico de la pandemia, 1.6 billones de estudiantes se quedaron fuera del sistema escolar. Millones no han vuelto a la escuela, o están lidiando con las consecuencias traumáticas de este periodo. Los efectos de la crisis económica, climática, y bélica se han sumado a los efectos de la pandemia. El personal educativo se ha convertido en un elemento clave para la cohesión social, la resiliencia y el futuro sostenible de comunidades educativas en todo el mundo. Sin embargo, el robusto pilar de la profesión docente se tambalea”.

Para argumentar la afirmación de ese tambaleo que atraviesa a las trabajadoras y trabajadores del sector, cita una investigación encarada por la Internacional de la Educación que muestra cómo esta profesión docente está “infravalorada, mal pagada y sobrecargada de trabajo”. 

El estudio aludido por Edwards –La situación del personal y la profesión docente en el mundo– menciona ciertos factores que afectan negativamente al magisterio. Uno es “la imagen de la docencia que ofrecen los medios de comunicación que no es positiva” y sobre lo que se considera que los gobiernos podrían hacer más esfuerzos para revertir esa situación. 

Otro factor es “la preocupación por el aumento de la precariedad laboral del personal docente” que continúa en muchas jurisdicciones y provoca que las personas jóvenes no consideren muy atractiva la profesión al momento de elegir una carrera. Además, hay una clara preocupación por los salarios, que sean tan bajos y que las condiciones laborales no constituyan una prioridad de inversión educativa. Lo que afecta directamente a la enseñanza y a los aprendizajes. 

El estudio alude además como aspecto preocupante al “aumento de la carga de trabajo del personal de dirección, docente y de apoyo educativo”.Y también a la tendencia a mercantilizar la educación: “La privatización sigue generando preocupación, particularmente en jurisdicciones donde los gobiernos han externalizado la gestión de las escuelas públicas a entidades empresariales”. 

Esta investigación tuvo su primera edición en 2018 y fue revisada en septiembre de 2021. Las preocupaciones reunidas siguen siendo las mismas, profundizadas por la pandemia de Covid, afirma el propio estudio de la IE.

Más inversión para garantizar derechos

Edwards recuerda con esos datos en la mano –siempre en su artículo Un llamado urgente a los gobiernos del mundo– que “vocación y dedicación docentes no pueden compensar instituciones educativas con financiación insuficiente, políticas ineficaces impuestas desde arriba, o sistemas educativos que ni confían ni respetan a una profesión enteramente dedicada a sus estudiantes”.

En ese contexto, el pedido que realiza en nombre de los sindicatos docentes del mundo ante la Cumbre de Naciones Unidas, pasa por “aumentar la inversión en la educación pública; garantizar derechos laborales y condiciones de trabajo decentes para docentes y personal de apoyo educativo; invertir en formación docente; respetar al personal docente y confiar en su expertise pedagógico, además de incluir a los sindicatos de la educación en la elaboración de políticas educativas a través del diálogo social”.

También entra en esa lista de reclamos que se ponga fin a “las condiciones crediticias perjudiciales y a las directrices de instituciones financieras internacionales que limitan el gasto del sector público”. 

La Internacional de la Educación (IE) reúne a los sindicatos docentes de todo el mundo, representando a más de 32 millones de docentes y personal de apoyo educativo en 178 países y territorios. La Ctera forma parte activa de esta federación, de hecho la secretaria general de esta confederación, Sonia Alesso, integra el consejo ejecutivo de la IE. 

La Cumbre sobre la Transformación de la Educación fue convocada expresa la ONU ante “la crisis mundial de la educación en materia de igualdad, inclusión, calidad y pertinencia”; y que está “teniendo un efecto devastador en el futuro de los niños, las niñas y jóvenes de todo el mundo”. La Cumbre buscó poner a la educación según afirman en “la agenda política mundial y movilizar a la acción”.

La celebración del Día Mundial de las y los Docentes, de cada 5 de octubre, fecha instituida en 1994 por la OIT y la Unesco fue con el lema “La transformación de la educación comienza con las y los docentes”, como manera de impulsar a que se retomen las discusiones en torno a la situación de los y las educadoras, y a las condiciones en las que se enseña y aprende, alertadas por la Internacional de la Educación.

La vinculación de ese análisis a la situación conflictiva mantenida por el gobierno de Santa Fe con sus docentes es inevitable. Una provincia rica que no reconoce el valor del trabajo docente, amenaza con descuentos y extorsiones, y no le da el lugar de privilegio que debería tener en las discusiones pedagógicas. 

También es irremediable su apelación para alertar sobre aquellos modelos educativos impulsados por el neoliberalismo, y que se afianzan con prácticas propias de la dictadura, como el que encaran el jefe porteño, Horacio Rodríguez Larreta (Juntos por el Cambio), y su ministra Soledad Acuña. 

El aporte de la Internacional de la Educación resulta una contribución clave para defender más que nunca el sentido de la educación pública como derecho y de sus docentes como garantes.

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