El imperio instaló un enclave militar provisorio en la ciudad brasileña de Tabatinga, en la triple frontera con Colombia y Perú. Allí realizan simulación de combates con la participación de tropas yanquis, aviones y helicópteros. Cerca de ese lugar está la poderosa base aérea Herbert Boy, en Colombia.

En 2015, el libro del escritor estadounidense David Vine La nación de las bases (Base Nation) fue un éxito mundial. La investigación da cuenta de las más de mil bases militares que EEUU tiene repartidas en los puntos más remotos del planeta. Según el autor estadounidense, mantener esta presencia militar le cuesta a ese país 100 mil millones de dólares anuales, además de producir daños ecológicos y afectar la imagen de EEUU en el mundo por los abusos de todo tipo que los soldados yanquis cometen en todo el mundo. Y más allá de la mirada del imperio que estructura el libro, está el hecho de la injerencia en sí misma, los genocidios contra la sociedad civil de las naciones invadidas y otras calamidades que EEUU ya tiene naturalizadas.

Antes de la aparición del libro de Vine, en 2012, la periodista argentina Telma Luzzani publicó una investigación más puntual, específica e indispensable para conocer la presencia militar de EEUU en América latina: Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica.

La autora describe cómo fueron cambiando, según las distintas circunstancias históricas, las estrategias de dominación imperial, y cómo las grandes fortificaciones fueron reemplazadas por bases pequeñas, camufladas como inofensivas pero convertibles en verdaderas bases militares en pocas horas. Tras una minuciosa pesquisa, la autora identificó 72 bases militares de EEUU y la OTAN (entre ellas nuestras Malvinas) en distintos países de la región.

No es un dato menor que en el libro de Luzzani, Brasil sea un punto clave en la estrategia imperial de penetración, tal como se verifica por estos días con la eterna excusa de las “operaciones militares conjuntas” que se están realizando en ese país, cuyo gobierno es uno de los cruzados de la restauración conservadora en la región y del acoso contra Venezuela.

Tropas de Brasil, Perú y Colombia realizan a partir de este lunes 6 de noviembre una serie de ejercicios militares inéditos en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú con el apoyo de EEUU. Según la versión oficial, los ejercicios incluirán “un entrenamiento conjunto para actuar en situaciones de emergencia humanitaria dentro de la región de la Amazonía”.

Las prácticas, bautizadas como AmazonLog17, se extenderán hasta el 13 de noviembre y tendrán lugar en Tabatinga, ciudad en el estado brasileño de Amazonas, situada en la triple frontera.

En todo el área se desarrollarán acciones combinadas por las tropas de los tres países con especial foco “en las operaciones humanitarias y medioambientales”, así como de apoyo logístico para la población civil que vive en regiones remotas, según señaló el Ejército brasileño al diario colombiano El Comercio.

Con ese objetivo, según informó el Ejército de Brasil, se instalará un Base Logística Multinacional Integrada en Tabatinga desde donde se coordinarán todas las actividades.

Pero más allá de las excusas de las tareas conjuntas y la ayuda humanitaria, este tipo de maniobras tiene que ser interpretada en el contexto de las agresivas políticas del presidente de EEUU, Donald Trump, hacia Venezuela, que incluyó una amenaza de invasión militar. La zona de operaciones incluye el este amazónico, y en especial la ciudad brasileña de Pacaraíma, estado de Roraima, por donde pasa la mayor parte de los 2.200 kilómetros de fronteras con Venezuela. Un punto estratégico.

Observadores de las Fuerzas Armadas de 19 países participarán de este ejercicio militar pionero, entre ellos EEUU, que además apoyarán con una aeronave de transporte C130, una cocina móvil, una estación de purificación de agua y un equipo de salud.

En total está previsto que intervengan cerca de dos mil soldados, la mayoría serán militares brasileños (unos 1.550 efectivos) y en menor medida colombianos (150) y peruanos (120), según la gubernamental Agencia Brasil.

“El ejercicio militar tiene por objeto la atención a la población en una situación de catástrofe y eso ya es un beneficio. Es evidente que, como militares, no tenemos la obligación y el deber de fomentar la mejora de la estructura del municipio, pero colaboramos”, afirmó a los medios el general Antonio Manoel de Barros, designado jefe del Estado Mayor Combinado de la práctica de simulación.

Yanquis go home

Pero no todos creen los comunicados de tono inocente que da a conocer el Ejército de Brasil. La presencia de EEUU en la operación generó controversias en Brasil, donde algunos partidos de la oposición al ilegítimo gobierno del presidente Michel Temer han cuestionado la invitación a la potencia imperial.

El asunto llegó a ser tema de debate en la Cámara de Diputados. El líder del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Glauber Braga, mandó en octubre un pedido de informes destinado al ministro de Defensa brasileño, Raul Jungmann, y al comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Boas, pidiendo más datos sobre la participación de EEUU.

De acuerdo con el diputado, la presencia de EEUU en territorio brasileño podría representar la posibilidad de pérdida de soberanía o subordinación del Ejército.

“Estamos preocupados” señaló por su parte el senador Lindbergh Farias, jefe del bloque del Partido de los Trabajadores. “Esto es peligrosísimo, es un atentado a la soberanía nacional, la construcción de una base temporaria más adelante puede evolucionar en una permanente”, agregó.

No obstante, para el general De Barros, “la invitación no solo se reduce a EEUU, sino que también fue extendida a otros países con los que Brasil mantiene relación diplomática, como Rusia y Venezuela”.

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