Cartas sin marcar
Yo no sé, no. Pedro se acordaba cuando apenas llegó al barrio que uno de los personajes que más llamaba la atención de los pibes era el cartero. Se veía venir de 3 cuadras y siempre venía con la bolsa llena, de noticias, de inform
Yo no sé, no. Pedro se acordaba cuando apenas llegó al barrio que uno de los personajes que más llamaba la atención de los pibes era el cartero. Se veía venir de 3 cuadras y siempre venía con la bolsa llena, de noticias, de inform
Yo no sé, no. Pedro se acordaba que cuando éramos pibes el Día de los Muertos se respetaba porque los padres decían que era casi como Semana Santa. Zafábamos de ir al cementerio, porque era un bajón, pero teníamos que jugar a la p
Pedro se acuerda que cuando estaba por terminar la primaria, jugaban a la pelota y se ponía con todo. Se raspaban las patas y nadie mezquinaba. Había un zurdo que vivía cerca pero que no le gustaba jugar al fútbol. Era bajista y d
Un día, de golpe pareció que la primavera se retiraba y apareció una tormenta. Una tormenta que no era de verano ni esos temporales de invierno. Una tormenta como cuando éramos pibes y podía pasar cualquier cosa. Nos quedábamos si
Yo no sé, no. Pedro me hacía acordar el otro día cuando jugaban acá a la pelota entre los pibes que ya eran amigos, la confianza y la amistad. En el rechinche venía el insulto relativamente fácil: “Ehhh, largala la conchatumadre”,
Yo no sé, no. Pedro recuerda cuando al barrio llegó un vago de espalda ancha que al poco tiempo se integró al grupo de amigos para el fútbol. Le enseñamos a pararla de pecho porque el loco tenía una superficie toráxica como para d
Yo no sé, no. La luna brillaba con todo su esplendor. Sólo por momentos unas nubes intentaban quitarle luz. Septiembre se iba sin que la primavera lograra instalarse.
Al barrio, a medida que crecía, llegaban familias de todo pelaje. Eso dijimos cuando llegaron unos rubiecitos que venían del centro. Eran dos hermanos que enseguida se integraron y se destacaron rápidamente para el fútbol, uno com
Yo no sé, no. Caprichosa suerte, caprichosa esa tarde noche donde el cielo se nubló y de un gris plomizo a un oscuro encapotado, la suerte del partido corría peligro. De jugarse con lluvia, el rendimiento del equipo no sería el mi
Yo no sé, no. Pedro se acordaba del primer desafío importante que tuvimos cuando éramos pibes. Era un equipo menudito, tendríamos alrededor de 12 años, y de pronto tuvimos que enfrentarnos a unos grandotes que vivían detrás de la